Lunes, 13 de junio de 2011 | Hoy
EL MUNDO › EL PRIMER MINISTRO TURCO FUE REELECTO CON EL 50 POR CIENTO DE LOS SUFRAGIOS
El líder islamista no podrá aprobar una nueva Constitución sin tejer alianzas. Por eso, Erdogan ofreció construir consensos con todos los partidos. La oposición denuncia el autoritarismo creciente del gobernante.
El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan revalidó en las urnas un nuevo gobierno. Sin embargo, su formación, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), no logró el objetivo de conseguir 330 asientos en el Parlamento, que le hubieran permitido aprobar una nueva Constitución sin necesidad de tejer alianzas. “No renunciaremos porque hayamos conseguido menos escaños. Iremos a los partidos de la oposición, a los partidos fuera del Parlamento, a todos los sectores de la sociedad y buscaremos el máximo consenso”, anunció Erdogan.
Con el 99 por ciento de los votos escrutados, el oficialista Partido de la Justicia y del Desarrollo obtuvo ayer el 50 por ciento de los votos que representan 326 escaños (de un total de 550). Con esa cantidad de escaños, el AKP cuenta con una mayoría absoluta. “Una vez más han ganado la democracia y la voluntad nacional”, proclamó el primer ministro, acompañado de su esposa Emine en el balcón de la sede de su partido en Ankara, desde donde se dirigió a miles de simpatizantes. El líder islamista moderado consideró que, con la victoria del AKP, “han ganado también Gaza, Palestina y Jerusalén”. De ese modo, envió un mensaje de simpatía, por elevación, al mundo musulmán. Y en particular, a la causa palestina.
Detrás del AKP, los socialdemócratas del Partido Popular Republicano (CHP) obtienen el 25,9 por ciento de los sufragios, seguidos por el Partido Acción Nacionalista (MHP), que se alzaba con el 13 por ciento. En tanto, los candidatos independientes presentados por la principal formación pro kurda obtenían 30 escaños en el Parlamento.
De una población de 73 millones, más de 50 millones de electores se volcaron a las urnas para renovar autoridades en el Parlamento. En Turquía el voto es obligatorio. El oficialismo se queda, sin embargo, sin la mayoría de los dos tercios necesarios para modificar la Constitución sin tener que consultar con la oposición. Tras el golpe de Estado de 1980, la Constitución de Turquía es considerada una herencia de los militares.
El primer ministro prometió que el nuevo texto se apoyaría en principios democráticos y pluralistas, y se comprometió a encontrar una solución al conflicto kurdo. Erdogan se apoyó, durante toda la campaña, en la buena salud económica de Turquía, país que actualmente se encuentra en el puesto 17º de la economía mundial, y que en 2010 alcanzó un crecimiento del 8,9 por ciento, y una inflación controlada del 6 por ciento.
No obstante, la oposición denuncia el autoritarismo creciente del primer ministro, y sus constantes atentados contra la libertad, especialmente, en la detención de periodistas que no responden al régimen. “Voté por el retorno a una democracia normal en Turquía, donde la gente no tenga miedo de mostrar sus opiniones”, declaró Engin Ünsa en Ankara.
Mientras la oposición señala que el primer ministro no oculta su ambición de avanzar hacia un sistema presidencialista, un sector de la opinión pública teme que, en caso de producirse estos cambios, el país gire hacia nuevas formas de autoritarismo. Después de una época signada por coaliciones inestables y gobiernos efímeros, Turquía se estabilizó política y económicamente a partir de la dirección del AKP, que también consiguió hacer que el ejército, un actor político de primer plano en el pasado, regresara a los cuarteles. En el plano internacional, la perspectiva de una adhesión a la Unión Europea se encuentra restringida, entre otras cosas, a la oposición de Francia y Alemania. En este sentido, Erdogan aseguró que Turquía jugará un papel más influyente en la política global y “contribuirá a llevar la paz, la estabilidad y el bienestar” a toda la región.
Aunque el primer ministro prometió que el estilo de vida de los 74 millones de habitantes de Turquía será respetado y que su gobierno trabajará por la solución del conflicto kurdo, para Mehmet Yegin, experto en cuestiones kurdas dentro de la Organización de Estudios Estratégicos Internacionales, el resultado de las elecciones tiene que ver con que la comunidad kurda “le pasó factura a Erdogan” por no cumplir con sus promesas en la anterior legislatura.
En declaraciones al diario El País, Yegin señaló que en 2009, el primer ministro había anunciado la Apertura Democrática, pero la iniciativa fue finalmente paralizada. Otra de las explicaciones podría ser que, para muchos kurdos, el progreso que Turquía ha experimentado en los últimos tiempos no alcanzó a beneficiarlos completamente. “Ser kurdo en Turquía es ser un ciudadano de segunda clase”, aseguró la escritora Bejan Matur. Y concluyó: “Todo indica que después de tres décadas plagadas de conflictos que sembraron el país de muertos, dejando un saldo de 40 mil víctimas, uno de los mayores problemas que afrontan los kurdos es que se ha prohibido su lengua.”
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