EL MUNDO › EL PRIMER MINISTRO RENUNCIO TRAS ASEGURARSE LA APROBACION DEL AJUSTE RECLAMADO POR LA UNION EUROPEA
Un clima de euforia se vivió en las calles de Italia por la renuncia del magnate de las comunicaciones, acusado de corrupción y abuso sexual en varias causas judiciales y responsable del brutal ajuste que pasó ayer el Parlamento como condición de su partida.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Silvio Berlusconi terminó sus funciones de primer ministro poco después de las nueve y media de la noche del sábado 12 de noviembre de 2011. La frase suena como el epitafio político de un primer ministro bastante fuera de lo común, perseguido por la Justicia, mujeriego a rabiar, amante de las bromas pesadas y de muchas otras cosas fuera de lugar, que puso en peligro la credibilidad de un país entero. Ayer los gobiernos europeos dieron un suspiro de alivio. Y muchos italianos también. Algunos organizaron una pequeña orquesta ante el Palacio del Quirinal, donde Berlusconi fue a presentar su renuncia al presidente Giorgio Napolitano, e interpretaron el Aleluya, de Händel. Más de un millar de personas se dieron cita para gritar contra Berlusconi frente al palacio presidencial. “Renuncia, renuncia”, “Fuera la mafia del Estado”, decían, mientras volaban monedas de acá para allá y otros levantaban banderas italianas y carteles con leyendas como “Finalmente” o “12 de noviembre, Día de la Liberación”.
Como se había anticipado, Berlusconi renunció luego de que la llamada ley de estabilidad, es decir las medidas urgentes solicitadas por la Unión Europea para conseguir también el crecimiento económico y frenar la especulación que está ahorcando a las finanzas italianas, fuera aprobada por el Parlamento. La ley consiguió 380 votos a favor, 26 en contra y 2 abstenciones. La izquierda nucleada en el Partido Democrático estuvo presente en el aula pero no votó, el partido Italia de los Valores de Antonio Di Pietro votó No, mientras el centroderecha de Futuro y Libertad votó Sí. La ley de estabilidad, entre otras cosas, elevó la edad de la jubilación a 67 años desde 2026, autorizó la venta de inmuebles y de terrenos agrícolas del Estado y la privatización de servicios públicos.
En una noche clara pero bastante fresca, gente común pero también del Popolo Viola (los indignados italianos), televisiones y periodistas de todo el mundo se apostaron desde temprano frente a la Cámara de Diputados, delante del Palacio Grazioli (residencia romana de Berlusconi) y del Quirinal. “Bufones”, “Todos a San Vittore” (la cárcel de Milán) gritaron al paso del primer ministro y los parlamentarios del berlusconismo. No faltaron los silbidos ni los insultos. “Esto me amarga mucho”, habría comentado Berlusconi.
Si bien ha terminado el viejo gobierno, la batalla en torno de la formación del nuevo no ha concluido. Los partidos de la oposición y el actual presidente del Banco Central Europeo y ex presidente de la Banca de Italia, Mario Draghi, mantuvieron varias reuniones con el candidato favorito para ocupar el cargo de primer ministro, el economista Mario Monti. Berlusconi también quiso decir la suya en este sentido. Por eso él y sus consejeros compartieron ayer con Monti el último almuerzo de Il Cavaliere como primer ministro.
Según la Constitución italiana, cuando el primer ministro renuncia, es el presidente de la República quien se encarga de buscar el reemplazante. Escucha las opiniones de todos los partidos políticos, de ex presidentes de la República y de los presidentes de Cámara y Senado y propone una figura que después, de todas maneras, debe ser aprobada por el Parlamento. Las funciones de este nuevo gobierno pueden tener una duración determinada o bien ejercer hasta la conclusión legal de esta legislatura en 2013.
Nacido en Varese (norte de Italia) hace 68 años, Monti fue nombrado senador vitalicio por el presidente Napolitano hace dos días, tal vez para darle más posibilidades de empaparse del mundo político. Y ayer, en su primera aparición en el Senado, fue recibido con un caluroso aplauso. Estimado académico y rector de la Universidad Bocconi de Milán, Monti se formó también en la Universidad de Yale, en Estados Unidos. No es la primera vez que es llamado para rescatar al Estado italiano de algunos de sus problemas económicos. Desde 1981 fue asesor de varias comisiones parlamentarias que se ocuparon de temas relativos al crédito, a las finanzas, a la inflación y la deuda pública. En 1994 y en 1998 fue comisario europeo, es decir miembro de la comisión ejecutiva y de vigilancia del derecho comunitario. De ahí también su prestigio internacional.
De hecho, cuando el nombre de Monti empezó a circular, los mercados financieros se tranquilizaron, atribuyendo mayor credibilidad al Estado italiano, precisamente el problema por el que Berlusconi ha sido bochado. Desde el jueves, en efecto, después de un alza alarmante de los intereses de los títulos del Estado italiano, el nombre de Monti, dicen los expertos, hizo de por sí bajar esos intereses. Monti cuenta con el apoyo tácito de casi todos los partidos de oposición.
Berlusconi trata de encontrar un acuerdo con su gente, algunos de los cuales quieren elecciones inmediatas mientras otros apoyan a Gianni Letta, su fiel consejero, como parte del gobierno. El principal aliado de Berlusconi, la Liga Norte, dijo que no apoyará al nuevo primer ministro. “Tenemos que dar el apoyo al gobierno técnico. Pero no- sotros le podemos sacar el oxígeno a Monti cuando queramos”, habría dicho Berlusconi en la reunión que mantuvo con la dirección de su partido antes de ir al Quirinal. Y la frase causó no poca alarma.
El gran desafío será la jornada de hoy. Napolitano, la oposición y el mundo empresarial quieren que el nuevo gobierno sea formalmente establecido antes de que abran las Bolsas europeas mañana.
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