EL MUNDO › ENTRE LAS COLAS PARA SUBSIDIOS Y EL TEMOR AL AJUSTE QUE VIENE Y QUE “NOS HARá LAS PASCUAS, REALMENTE”
Llega al 47 por ciento entre los menores de 30 años y su solución ya es la primera prioridad y promesa en las elecciones. El desencanto y la falta de expectativas ante una victoria conservadora anunciada por las encuestas.
› Por Mercedes López San Miguel
Desde Madrid
En la zona de los Nuevos Ministerios, en la Calle de Orense, hay dos avisos a metros de distancia que cuelgan de los postes de luz. Uno, en rojo, dice: “Pelea por lo que quieres” y pertenece al Partido Socialista Obrero Español. El otro en azul lleva escrito: “Súmate al cambio. El empleo, lo primero” y es del Partido Popular. Atravesando un complejo de varios edificios públicos se accede justamente a la Oficina de Empleo. Las personas que hacen fila parecen ajenas a las consignas de los candidatos Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) y Mariano Rajoy (PP). Es de mañana y hasta las 14 pueden hacer el trámite para cobrar el seguro de desempleo, o “paro”, como lo llaman aquí. O volver el lunes cuando ya hayan pasado los comicios presidenciales.
Mientras espera su turno, Antonio López está parado afuera de la oficina pública, al igual que otros que salen unos minutos para fumar o hablar por el celular. Antonio, 54 años, arquitecto y docente, vino a pedir una prórroga. Hoy se le vence el seguro de desempleo, porque ya pasaron dos años desde que se quedó sin trabajo. El seguro, que dispone cuatro meses por año trabajado, tiene un techo de dos años. Se puede ver una expresión en su cara mezcla de pena y resignación. “Trabajaba en un colegio bachiller como docente. Como era un colegio muy católico, yo no encajaba por mi perfil de divorciado. Me echaron. Dejé unos 300 currículum y nada. Mi ex mujer es comprensiva y afronta los gastos de nuestro hijo pequeño. Yo no puedo.”
Como Antonio López, cinco millones de españoles se quedaron sin empleo, calculado en un 21 por ciento el nivel de desocupación. No es la única cifra que preocupa: el riesgo país ya llegó a los 500 puntos superando a Italia y la economía está estancada, con pronóstico de recesión. Si como indican los sondeos gana cómodamente el conservador Mariano Rajoy, habrá que ajustarse más. Ya lo dijo anteayer el candidato al diario El País: “Mi prioridad son las pensiones. A partir de ahí, habrá que recortar en todo”. Ese todo ambiguo podría incluir, llegado el caso, el subsidio por desempleo. Antonio lo cree así. “Hace falta sacrificio y patriotismo”, dijeron los próceres del PP. “Los empresarios van a contratar con acuerdos precarios. Eso significa retroceder 30 años en la historia. Ahora es una cuestión de dinero e ideología.” Este hombre que peina algunas canas se decepcionó con el gobierno saliente de Rodríguez Zapatero. “En las últimas elecciones voté al PSOE. Me han decepcionado demasiado. Este domingo voto por Izquierda Unida.”
Las últimas encuestas dan como ganador a Rajoy con cerca del 45 por ciento, frente al 30 por ciento de Rubalcaba y un 9 por ciento de Cayo Lara, candidato de Izquierda Unida (IU). Mientras Rajoy anunció que planea rebajas e impuestos a pequeñas y medianas empresas que fomenten la contratación a partir de enero; Rubalcaba prometió crear impuestos a las grandes fortunas y los bancos para financiar planes de empleo. Distanciándose de las propuestas de ambos, Cayo Lara aseguró tener su propio plan de creación de empleo y protección de los parados.
Un señor sale de sellar la tarjeta de subsidio, un sello que se requiere cada tres meses para cobrar la prestación. Francisco Alarcón Cabo tiene 60 años, camina con dificultad. Cuenta que su hijo de 28 también está desocupado. “Vivo con mi hijo que está en el paro. El mes que viene nos quedamos sin subsidio, por eso vine a ver si me jubilan antes por enfermedad (la jubilación se otorga a los 65). ¿Si creo que con un nuevo gobierno algo cambiará? ¡De ningún modo! Son los mismos perros con distintos collares. Voy a votar en blanco”, dice y se va.
Hay quienes opinan distinto. Mohamed Hamidaun, de origen marroquí, imagina que esto del slogan del PP “súmate al cambio” es cierto. “De repente algo cambiará”, afirma y suspira. “Estoy tomando un poco de aire. En mi vida nunca pensé que iba a llevar tres años de paro. Me despidieron de la panadería en la que trabajaba por motivos que no existen. Después me ofrecieron en otro lado trabajar desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana por 40 euros”, se queja Mohamed, con dos hijos que alimentar. Merodea la conversación una señora arreglada que no para de darle pitadas al cigarrillo. Se mete. “Los del PP nos harán más la Pascua: reducirán la paga de los jubilados, reducirán el seguro de desempleo, aumentarán los impuestos.” Hacer más la Pascua significa en una palabra: fastidiar. Francisca García González, de 58 años, siente fastidio. Se enojó cuando quedó sin empleo en el puesto de soldador de componentes electrónicos. “Te encuentras como una inútil aunque no los seas. Toda la vida trabajando y no piensas nunca que vas a llegar a esta situación.” Francisca padece de una enfermedad coronaria y su marido está inválido.
Juan Luis Valera, de 33 años, viene cargando una mochila deportiva. La mochila que le pesa es otra, es la de haberse quedado sin empleo por segunda vez. “Llevo desde el 1º de octubre en paro. Tengo para dos meses de subsidio. Ya antes estuve sin trabajo, pero las cuotas que me quedaron de subsidio no se acumulan. Juan Luis explica que la prestación se cotiza con el último sueldo, que él ganaba como encargado de edificio unos 1400 euros y el subsidio es de poco más de 900. Tiene esposa y un bebé recién nacido.
Los jóvenes son los más golpeados por esta crisis. El desempleo juvenil alcanza el 47 por ciento en España. María García, de 28 años y aspecto de chica de publicidad de yogur, acaba de anotarse en la planilla de desocupados. Periodista de televisión desde julio del año pasado dice que el trabajo se flexibilizó. “Las empresas quieren ahorrar costos, entonces te contratan por un mes o dos. En lo que va del último año tuve siete contratos, trabajando de sitio en sitio. Ahora me queda esperar.”
Los que recién llegan apuran el paso para que la empleada en la recepción los atienda. Entre los que se van, alguno pispea en las paredes del pasillo los carteles pegados a ver si hay un curso en donde anotarse mientras tanto.
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