Jue 03.05.2012

EL MUNDO  › EL PREMIER BRITáNICO SE ENFRENTA A LAS MUNICIPALES

Una dura prueba para Cameron

En medio de la segunda recesión desde 2009 y con una serie de escándalos que han sacudido a la coalición conservadora-liberal demócrata, Liverpool, Salford y sobre todo Londres eligen alcalde hoy.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

A dos años de gobierno el primer ministro David Cameron enfrenta su mayor prueba electoral hoy. En medio de la segunda recesión desde 2009 y con una serie de escándalos que han sacudido a la coalición conservadora-liberal demócrata, Londres, Liverpool y Salford eligen alcalde y unos 181 municipios británicos tienen que renovar el mandato de cinco mil concejales. Una derrota contundente dejaría al gobierno y su estrategia de ajuste fiscal contra las cuerdas, pero el superjueves electoral será también un examen para su rival laborista, el líder de la oposición, Ed Miliband.

Londres es el comicio más importante. A favor de Cameron está que el candidato conservador, el actual alcalde Boris Johnson, tiene un alto índice de popularidad y ha guardado su distancia con el gobierno central. En una campaña muy marcada por la personalidad de los contendientes, Johnson ha logrado mantener su aura de excéntrico conservador, con manerismos de clase acomodada y lenguaje colorido de raigambre popular. El candidato laborista, Ken “El Rojo” Livingstone, una de las figuras más idiosincráticas de la política británica, ha perdido parte de su popularidad debido a revelaciones sobre sus declaraciones impositivas. No cayó bien en el electorado que un político apodado El Rojo, que ha atacado la evasión impositiva de los ricos, utilizara una compañía semificticia para pagar el impuesto corporativo, mucho menor que el de ganancias personales, por sus bien remuneradas columnas periodísticas.

El impacto de esta revelación fue demoledor para Livingstone, que desde febrero está intentando revertir la ventaja que le sacó Johnson en el momento más delicado del escándalo. A fines de marzo el gobierno nacional le dio una mano involuntaria con el presupuesto que anunció el ministro de Finanzas, George Osborne. Rebautizado por la prensa como “impuesto a la abuela” y “presupuesto de los ricos” debido al recorte impositivo a los millonarios y la reducción de ingresos jubilatorios, cristalizó la percepción de un gobierno de ricos que no entendía el impacto que estaba teniendo el ajuste llevado adelante por la coalición. A este espectacular gol en contra se le agregaron a partir de entonces una lista de desatinos que navegan entre la corrupción y la incompetencia: el escándalo de las escuchas telefónicas del grupo Murdoch, un ministro de Cultura en la cuerda floja, caos en los aeropuertos, una ministra del Interior cuestionada y el anuncio la semana pasada de que la economía había caído en recesión.

Con este trasfondo, el mensaje de Livingstone se ha vuelto más nacional que local. Esta semana presentó dos grandes posters de David Cameron y Boris Johnson pintados como marcianos con el slogan “los tories (conservadores) viven en otro planeta”. El líder laborista Ed Miliband, que se juega mucho en las elección, atacó la estrategia de Johnson. “Quiere hacer creer que no es conservador. No se muestra en público con David Cameron y en su programa apenas hay alguna referencia a su propio partido. Pero es un típico alcalde conservador que ha aumentado el precio de los boletos, recortado servicios y apoyado a los ricos de Londres”, dijo Miliband. En los últimos sondeos los laboristas habían achicado la diferencia a unos dos puntos intentando recuperar el voto laborista indeciso que podría inclinarse por la abstención o por aceptar que Boris Johnson es un “conservador diferente”.

Las matemáticas “políticas” de una elección con tantos frentes son complicadas. Una victoria en Londres puede salvar al cada vez más atribulado primer ministro David Cameron. Pero si a esta victoria se le junta una desastrosa elección en los 181 municipios y las otras dos alcaldías, será difícil evitar la percepción de un veredicto a nivel británico sobre la coalición. Para Ed Miliband los números también pueden resultar ambiguos y traicioneros. En un intento de minimizar las expectativas, el laborismo ha dicho que aspira a ganar unas 300 concejalías adicionales, pero los analistas políticos señalan que, a menos que saque unas 700 más que en las últimas elecciones, no puede aspirar a recuperar el poder a nivel nacional. Una derrota en Londres sería un veredicto no sólo sobre Livingstone, sino sobre el mismo Miliband. Y si los nacionalistas escoceses le ganan en el municipio de Glasgow, tótem del laborismo desde principios del siglo XX, el golpe sería todavía más devastador. Dado que la popularidad de Miliband (21 por ciento) está muy por debajo de la de su propio partido a nivel nacional (40 por ciento), crecerá la percepción de que el actual líder es un obstáculo más que una vía para aprovechar la impopularidad de la coalición.

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