EL MUNDO › ENTREVISTA A PETER GRANT, ESPECIALISTA EN ECONOMIA Y DEPORTES DE LA CASS BUSINESS SCHOOL DE LONDRES
Mientras el primer ministro británico David Cameron apuesta sus fichas a los Juegos Olímpicos y habla de un beneficio de veinte mil millones de dólares y cincuenta mil puestos de trabajo, el profesor Grant se muestra escéptico.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
Con el Reino Unido hundido en su segunda recesión en tres años, con tres trimestres consecutivos de crecimiento negativo y una Europa convulsionada, el gobierno del primer ministro David Cameron apuesta sus fichas a los Juegos Olímpicos. “Van a significar un beneficio de unos 13 mil millones de libras (20 mil millones de dólares)”, indicó recientemente el primer ministro. En consonancia con su estrategia de abrir nuevos mercados, Cameron se reunirá con 17 jefes de gobierno durante los Juegos, comenzando con China y siguiendo por Brasil, dos objetivos estratégicos de la Coalición Conservadora-Liberal Demócrata. Este optimismo tuvo una primera ratificación con el anuncio la semana pasada de que se habían creado unos 50 mil puestos de trabajo en Londres gracias a las olimpíadas. El mero peso numérico de los cientos de miles de personas que visitarán Londres debería tener un efecto multiplicador sobre diversos sectores de la economía, pero en diálogo con Página/12 el especialista en economía y deportes de la Cass Business School de Londres Peter Grant se mostró escéptico respecto de los beneficios de los Juegos.
–La realización de grandes eventos deportivos siempre despierta esta expectativa de rédito económico. A nivel oficial hay mucho optimismo. ¿Por qué es escéptico?
–No hay ninguna prueba de que eventos deportivos como los Juegos Olímpicos o las copas mundiales de fútbol favorezcan una economía. Los estudios que se han hecho al respecto son bastante claros. La idea de regenerar una parte de la ciudad, como se está haciendo con el este de Londres, causa un indudable beneficio económico, pero no se debe a los Juegos. Se podría haber conseguido lo mismo simplemente invirtiendo el dinero.
–Es cierto que muchas obras se podrían haber hecho sin las olimpíadas de por medio. Pero el impacto a nivel de turismo es indudable.
–Lo que sucede con esta masiva llegada de gente es que los que vienen para las olimpíadas no vienen antes o después: hay una caída del turismo previa y posterior al evento. La gente que viene a ver las olimpíadas, ve Londres y no vuelve el año siguiente. Es cierto que aparentemente va a venir una gran cantidad de turistas chinos y esto puede crear un efecto importante de apertura de Londres a ese nuevo mercado: la clase media china.
–Las Olimpíadas de Atenas en 2004 costaron más de 11 mil millones de dólares. Un año más tarde el déficit fiscal griego se había disparado a un 5 por ciento y el crecimiento económico había caído del 4,2 a un 2,8 por ciento. Estos megaeventos, ¿pueden ser perjudiciales para la economía?
–En el caso griego no se les puede echar la culpa a las olimpíadas de lo que pasó. Es posible que haya tenido algún pequeño efecto negativo, pero hoy estarían en el mismo lugar que están aun si no hubieran tenido los Juegos Olímpicos. En realidad no hay ningún estudio que muestre que un gran evento deportivo tiene un efecto positivo o negativo sobre una economía. En general el efecto tiende a ser neutro. A menos que el país quede muy endeudado, como en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976, que dejaron a la ciudad con una deuda muy grande que terminó de pagar trece años más tarde. Pero a raíz de este caso y del cambio en los modelos de patrocinamiento de los eventos, no ha habido casos posteriores de impacto negativo.
–Al mismo tiempo, el gobierno se va a reunir con los jefes de Estado de 17 países para impulsar su relación estratégica con nuevos mercados. Esto puede tener un efecto positivo.
–No cabe duda de que estas reuniones pueden tener un efecto positivo y le dan al gobierno una posibilidad de impulsar su política económica. Ahora es muy difícil de cuantificar cuánto de esto se traduce en beneficio económico concreto y palpable. En este sentido creo que el beneficio de los juegos no debe entenderse en términos puramente económicos. Hay que pensarlo en términos políticos, sociales, de proyección global. Un juego olímpico o una copa del mundo puede ser muy importante para el posicionamiento global de un país. Se puede decir que un país que puede organizar un evento de esta magnitud es una nación organizada con proyección mundial. Siempre y cuando las cosas salgan bien. Porque si las cosas no salen bien, la imagen internacional puede quedar por el piso.
–¿Cuáles son los principales peligros para un país organizador?
–El terrorismo y el transporte. El temor a atentados terroristas sobrevuela la mayoría de los grandes eventos deportivos, que dedican gigantescos presupuestos a garantizar la seguridad del público y los participantes. Los Juegos Olímpicos de Munich 1972 marchaban de maravillas hasta que irrumpió el conflicto palestino-israelí. Hoy se recuerda ese evento por el secuestro y asesinato de once atletas del equipo de Israel a manos de Septiembre Negro: los records deportivos, la organización han caído en el olvido.
–A nivel de seguridad ha sido todo un poco caótico en estas olimpíadas. Grandes ejercicios militares y misiles en los techos de las casas, pero la multinacional de seguridad G4S, a cargo de la seguridad, acaba de reconocer que tiene 3500 guardias menos que lo que necesitaba y el ejército va a tener que hacerse cargo de cubrir esos puestos.
–Es un caso indudablemente extraordinario. En momentos en que hay mucho desempleo, el G4S no pudo cubrir esas plazas con la cantidad de ex personal policial y del ejército calificado que hay en el Reino Unido. El problema de G4S fue que usó un modelo inadecuado. El modelo “just in time” se aplica bien en el mundo manufacturero para producir las cosas justo en el momento en que se necesitan, pero no en el caso de la seguridad. Es decir, se tenía que entrenar a la gente con suficiente anticipación –de uno a tres meses– y no a último momento, no “just in time”. Cuando intentaron hacerlo se dieron cuenta de que tenían ese agujero de unos 3500 puestos. Si no pasa nada, probablemente nos olvidemos del asunto. Si llega a suceder algo, será un golpe muy duro.
–En cuanto al transporte, hay bastantes problemas también. En abril se hablaba de dos y tres horas de espera en los aeropuertos. Si sucede eso en los juegos, será un fiasco.
–Hubo problemas, pero por el momento parecería que se están solucionando. Por supuesto, esto puede ser clave para cómo recordemos los juegos. Por el momento no ha habido nada terrible.
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