Podría ser una revancha de Osama bin Laden (o, al menos, de sus seguidores). Al menos 50 personas resultaron heridas (y, de acuerdo a algunos testimonios, algunas habrían resultado carbonizadas) en tres explosiones que ayer por la noche sacudieron Riad, una de las cuales se produjo en un complejo donde viven ciudadanos estadounidenses y occidentales, según diversos testimonios. Las deflagraciones se produjeron horas antes de la llegada, hoy, del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, a Riad, última etapa de su gira por Medio Oriente. También ocurren dos semanas después de que Estados Unidos anunciara el retiro de sus tropas del reino saudita, donde los islamistas consideraban un insulto la presencia militar norteamericana inaugurada tras la Guerra del Golfo de 1991, y es el primer atentado antiestadounidense de importancia desde el desenlace de la segunda, con la rápida victoria de las fuerzas angloamericanas y el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein.
La informaciones anoche se filtraban con cuentagotas, debido al tradicional hermetismo de la casa real saudita, cuyo régimen es uno de los más cerrados del mundo. No obstante, y gracias a las informaciones suministradas por testigos, podía colegirse que se trataba de un atentado de magnitud. Luego de varias horas de ocurridas las explosiones, las ambulancias “siguen evacuando a numerosas víctimas, aparentemente heridas”, señalaron los testigos. Hasta anoche, se carecía de informes aproximados sobre la cantidad de víctimas. Un residente del complejo AlHamra, donde viven principalmente ciudadanos norteamericanos y occidentales, dio parte de una fuerte explosión, provocada al parecer por un coche bomba. El testigo refirió que “hombres armados llegaron en un coche, dispararon contra los guardias y penetraron en el complejo, haciendo explotar el vehículo”, declaró a agencias occidentales el testigo, Awadh Al-Qahtani. El corresponsal en Riad de la televisión AlArabiya (de capitales saudíes, con sede en Dubai), afirmó sin mayores precisiones que varios cuerpos carbonizados fueron trasladados a diversos hospitales de Riad.
Habitantes del barrio de Gharnata, situado en el mismo sector, indicaron que también se produjo una explosión en oficinas de la empresa norteamericana “Venyl”, cuyos especialistas forman a la Guardia Nacional saudita comandada por el príncipe heredero Abdalá ben Abdel Aziz. Un incendio se declaró en el lugar, adonde fueron enviadas ambulancias, agregaron esas fuentes. En Washington, un funcionario del Departamento de Estado afirmó que el gobierno estadounidense creía que fueron tres coches bomba los que explotaron frente a un complejo residencial de Arabia Saudita, donde viven ciudadanos occidentales. Las deflagraciones parecieron sincronizadas para anteceder en pocas horas a la llegada del secretario de Estado norteamericano Colin Powell a Riad, en la última etapa de una gira por Medio Oriente en la que no logró su propósito de reactivar las negociaciones de paz de Israel con los palestinos, Siria y el Líbano. El funcionario del Departamento de Estado no dijo si la visita de Powell será cancelada por las explosiones.
El pasado 1º de mayo el Departamento de Estado instó a los ciudadanos estadounidenses a abstenerse de viajar a Arabia Saudita, alegando posibles preparativos de atentados. Antes del alerta, un estadounidense que trabajaba en una base naval saudita fue tiroteado. Arabia Saudita, que es la primeras reserva petrolera del mundo, es el país de origen del multimillonario terrorista Osama bin Laden. Aunque oficialmente Bin Laden está en desgracia en el reino, se cree que parte de los 6000 príncipes de Arabia Saudita están detrás de la financiación de su red terrorista AlQaida, una organización de tipo horizontal que opera en decenas de países, que fue responsable de los atentados del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington, y que luego de ser expulsada de Afganistán habría encontrado refugio en el vecino Pakistán. A Al-Qaida se atribuyeron también los atentados de 1998 contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, y recientes ataques contra blancos occidentales enIndonesia y Filipinas, que también caen dentro de su radio de influencia, y donde también la organización persigue la instauración de teocracias islámicas fuertemente represivas, como el derrocado régimen de los talibanes que le daba santuario en Afganistán. Gran parte de estos atentados se produjo con coches bomba, lo que estimulaba anoche las especulaciones de que la red estaría detrás de los ataques de Riad.
Dos semanas atrás, el secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld, en una visita a Riad, anunció de manera sorpresiva el fin de la presencia militar estadounidense en el reino saudita y el traslado de sus fuerzas al vecino emirato de Qatar. Durante la fase de preparativos de la guerra contra Saddam Hussein, Arabia Saudita se rehusó a permitir que fuerzas norteamericanas usaran el país como rampa de lanzamiento de la invasión. También se negó a permitir el empleo contra Irak de la base aérea Príncipe Sultán, uno de los centros militares más sofisticados y modernos de que Estados Unidos disponía en el mundo.
Las fuerzas estadounidenses habían sido instaladas en el reino tras la guerra de 1991, y como forma de resguardar a Arabia Saudita, cuyas fuerzas militares son mínimas, de una posible agresión del Irak de Saddam Hussein. Ahora, el extremismo parece haber redoblado su apuesta.