Mar 13.05.2003

EL MUNDO

Primera baja política británica por el apoyo de Tony Blair a George W.

Clare Short, la popular ministra de Desarrollo Internacional del gobierno británico, y frecuente portavoz de los puntos de vista de la izquierda del laborismo, renunció ayer a su cargo.

› Por Marcelo Justo

”La resolución del Consejo de Seguridad que negociaron secretamente contradice las declaraciones que formulé en la Cámara de los Comunes acerca de la autoridad legal que precisa una potencia de ocupación y sobre la necesidad de un proceso liderado por la ONU para establecer un legítimo gobierno iraquí. Esto vuelve imposible mi permanencia en el gobierno.” Con estas palabras contundentes la ministra de Desarrollo Internacional de Gran Bretaña Clare Short presentó su renuncia ayer, convirtiéndose en la primera baja que sufre el gobierno de Tony Blair tras la victoria militar de la alianza angloestadounidense sobre el gobierno de Saddam Hussein.
La renuncia de Short, aceptada inmediatamente por Blair, es el último capítulo del creciente distanciamiento de ambos en torno de Irak y expone a la luz del día la discrepancia entre la retórica legalista del primer ministro británico, que tanto antes como después del conflicto buscó justificar su conducta en el derecho internacional, y la realidad de una alianza británica con Estados Unidos que, como potencia hegemónica planetaria, jamás cedería a la ONU el protagonismo ganado en la guerra. La gota que colmó el vaso de la ex ministra de Desarrollo Internacional fue el proyecto de resolución que presentaron Estados Unidos y Gran Bretaña el viernes pasado ante el Consejo de Seguridad. El proyecto relega a las Naciones Unidas a un papel secundario y subalterno y deja todo el poder en las potencias triunfantes –Estados Unidos y Gran Bretaña– que serán las encargadas de gobernar el lugar y administrar los fondos que obtenga Irak por la exportación de su petróleo.
En la renuncia Short acusa al primer ministro Blair de haber faltado a un compromiso de palabra asumido con ella poco antes del inicio de la guerra en Irak. En ese momento, Short estuvo a punto de dejar el gobierno porque la guerra no tenía la autorización de una resolución de la ONU. La entonces ministra decidió quedarse en el gabinete de Blair porque quería “ayudar en la reconstrucción de Irak”. El texto de la renuncia alude ahora a una promesa que el primer ministro le habría hecho sobre la etapa post Saddam. “Me temo que ha incumplido las promesas que me hizo sobre la necesidad de un mandato de la ONU para formar un legítimo gobierno iraquí”, dice Short en su renuncia.
El gobierno negó que hubiera existido un pacto entre Blair y Short para evitar su dimisión en vísperas de la votación de la Cámara de los Comunes en marzo sobre la guerra en Irak, y defendió el proyecto de resolución presentado el viernes pasado. La posición oficial al respecto es que la resolución otorga un papel central a la ONU y que los poderes especiales que tienen las potencias de ocupación son los que confiere el derecho internacional en situaciones como la que vive hoy Irak. Una media hora después de que Short anunciara su dimisión, la oficina del primer ministro anunció el nombre de su reemplazante: la baronesa Valerie Amos. La baronesa tiene el perfil adecuado para sustituir a la popular Short. Es la primera mujer de raza negra en alcanzar el gabinete y proyecta un aura progresista en un gobierno que no se ha diferenciado mucho en su política de un conservadurismo popular. En más de una oportunidad el primer ministro Tony Blair puso al secretario de Estado Colin Powell como ejemplo de la igualdad de oportunidades que existía en Estados Unidos y que faltaba en Gran Bretaña.
El pequeño terremoto político que provocó la renuncia de Short quedó neutralizado por otros dos hechos. Al no dimitir antes de la guerra, Short perdió autoridad moral y desilusionó al importante movimiento antibélico británico. Al mismo tiempo, su relación con el primer ministro quedó tanresquebrajada que los medios locales consideraban inevitable su partida en la reorganización de gabinete que Blair anunciará antes del receso del verano europeo. Según puntualizaron ayer varios analistas, que citaban la celeridad del nombramiento de su reemplazante como prueba de la voluntad del primer ministro de mostrarle la puerta, Short “se fue antes de que la echaran”. A pesar de estos atenuantes, la amarga virulencia del texto de renuncia y la alusión a una palabra dada y traicionada, abrirán aún más las profundas heridas que la guerra produjo en el Partido Laborista y en el conjunto de la sociedad británica.

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