EL MUNDO › HOLLANDE PRESENTO UN PRESUPUESTO PARA 2013 MARCADO POR UN NIVEL DE AHORRO JAMAS VISTO EN LOS ULTIMOS TREINTA AÑOS
Además de diez mil millones de euros en recortes, habría un aumento de los impuestos de 20 mil millones que, globalmente, recaerá sobre los bolsillos de las familias más pudientes y de las empresas que obtengan más beneficios.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
El socialismo francés acaba de plasmar una versión inédita de la disciplina presupuestaria: el rigor a la izquierda. El presidente François Hollande presentó en el Consejo de Ministros un proyecto de presupuesto para 2013 marcado por un nivel de ahorro jamás visto en los últimos 30 años y por un consecutivo aumento de los impuestos que, globalmente, recaerá sobre los bolsillos de las familias más pudientes y de las empresas que obtengan más beneficios. En total, este plan calificado como “presupuesto de combate” se articula en torno de la recaudación de 20.000 millones de euros de nuevos impuestos y a 10.000 ahorrados en gastos administrativos. Los 20.000 lo pagarán por partes iguales, diez mil y diez mil, las personas con mayores ingresos y las empresas. A esta suma hay que agregarle otros 2500 millones de euros que se ahorrarán en seguro social.
En total, si se adicionan los objetivos de este presupuesto más las medidas votadas en julio pasado, el Ejecutivo apuesta por una recaudación suplementaria de 40.000 millones de euros. El objetivo no es social, sino presupuestario: se trata de llevar el déficit actual, 4,5 por ciento en 2012, al 3 por ciento en 2013. La meta, sin embargo, se apoya en un cálculo de crecimiento del 0,8 por ciento, una variable que los economistas juzgan demasiado optimista y tan incierta como un número de lotería.
Lo cierto es que al cabo de diez años de gobiernos de derecha y de presupuestos conservadores que decapitaron a las clases medias y populares, François Hollande elaboró el primer presupuesto de la izquierda. No hay, desde luego, ninguna reorientación substancial. Se trata siempre de reducir la deuda y los déficit, pero sin sancionar a quienes antes pagaban la cuenta ni desmantelar lo poco que queda del Estado de Bienestar. El Ejecutivo aseguró los más de 24.000 millones que se recaudarán con los nuevos impuestos le corresponderá “únicamente a uno de cada diez ciudadanos y las empresas más grandes”. El cálculo dista de ser verosímil. El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, aseguró el viernes que “90 por ciento de los franceses, las clases medias y populares, no pagarán más impuestos. El esfuerzo lo hará el 10 por ciento que tiene más y, entre éstos, el uno por ciento más rico”.
Sin embargo, Francia sabe hoy que todo el mundo terminará pagando algo, aunque esta vez la redistribución del esfuerzo será más equitativa porque rompe con la política de la víctima única tan común a la derecha cuando está en el poder. La demostración en cifras muestra que el Ejecutivo socialista apuntó sus calculadoras hacia las personas que tienen mayores recursos: las personas que tienen ganancias equivalentes a 150.000 euros (uno por ciento, lo que equivale a 50.000 contribuyentes) aportarán a las cajas mucho más que antes. A partir de 250.000 euros los impuestos se incrementan exponencialmente.
A ello se le agrega una taza de 3 por ciento que sube al 4 por ciento más allá de medio millón de euros de ganancias. Los porcentajes se tornan aún mayores desde el millón de euros. Las 1500 personas que ganan esta suma pagarán una tasa excepcional del 75 por ciento. Antes de que se conozca el proyecto de presupuesto para 2013 los empresarios franceses lanzaron la ofensiva y pusieron en tela de juicio la filosofía de la reforma fiscal. El organismo que agrupa al patronato, el Medef, viene diciendo que la clave está tanto en la reducción del gasto público como de los costos que acarrea mantener un puesto de trabajo.
La situación de Francia es compleja. Hay hoy más de tres millones de desempleados y un crecimiento que se quedó estancado. François Hollande debe a la vez cumplir con sus promesas de justicia social sin perder de vista la deuda y el déficit. El contexto, sin embargo, es adverso. El Instituto Nacional de Estadística (Insee) reveló esta semana que durante el segundo trimestre de 2012 la economía tuvo un crecimiento nulo. El ex presidente liberal Nicolas Sarkozy se fue en mayo pasado, pero dejó una deuda colosal. En los cinco años de su mandato la deuda pasó del 64 por ciento del PIB al 91 por ciento. François Hollande dijo este viernes que el país había tenido “600 mil millones de deuda suplementaria durante el quinquenio precedente. Yo me comprometo a que, a final de mi mandato, no haya ni un euro de más”. La deuda de Francia tiene repercusiones enormes.
Según explicó el gobierno, lo que se ahorrará y se recaudará el año que viene apenas servirá para pagar los intereses de los préstamos contraídos, es decir, unos 46.000 millones de euros. La misión de François Hollande se parece a una de esas películas norteamericanas donde el héroe tiene que hacer un montón de proezas imposibles para sobrevivir y seguir siendo héroe: el jefe de Estado tiene que calmar a los mercados, a Alemania y a la Comisión Europea, celoso guardián de los intereses liberales: al mismo tiempo, Hollande debe corregir el camino trazado por la derecha que gobernó durante la última década y mantener vivo el moribundo Estado de Bienestar. Y como si fuera poco, también le es preciso ser fiel a los compromisos de equidad, justicia y solidaridad.
El primer presupuesto socialista modifica lo realizado hasta ahora por la derecha: dos tercios de las recaudaciones provienen del aumento de los impuestos a los ricos y a las empresas, lo que implica el fin de numerosas exenciones fiscales aprobadas por la derecha para esta categoría. El tercio final sale de los recortes en los gastos administrativos. Menos los ministerios de Educación, Justicia y Seguridad, todos los demás pasarán al régimen del ahorro. Los socialistas están produciendo una película nueva: “Los aventureros de las arcas vacías”. Por ahora, la cuenta la pagan los ricos. Sin embargo, recién se conoció el primer capítulo de una producción que puede deparar muchas sorpresas. Los fondos no salen de la nada y es muy posible que, de una u otra forma, todo el mundo termine pagando algo.
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