El gobierno conservador de Portugal presentó un plan de ajuste para 2013 con uno de los mayores impuestazos en la historia democrática del país. El paquetazo, que incluye nuevos recortes sociales, se impuso pese a las últimas protestas contra las políticas de austeridad neoliberales. Mientras el oficialismo presentaba el presupuesto dentro del Parlamento, unas 2000 personas se manifestaron frente al edificio para exigir la renuncia del gobierno y protestar contra los acreedores internacionales de la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La troika de prestamistas otorgó el año pasado al país un paquete de ayuda por 78.000 millones de euros para que intentara superar la crisis de endeudamiento; ahora la UE y el FMI juegan un papel central en la elaboración de las medidas de austeridad que exasperan a la sociedad.

Para el año próximo, Lisboa pretende aumentar el impuesto sobre la renta y cobrar una tasa especial del 4 por ciento sobre los salarios brutos. La tasa más baja pasará de este modo del 11,5 al 14,5 por ciento, al tiempo que la más alta subirá, según los planes, del 46,4 al 48 por ciento, y además será efectiva para la parte de los salarios que superen los 80.000 (hasta ahora 153.000) euros. Sólo con estas medidas, el gobierno piensa obtener ingresos adicionales de 2800 millones de euros en 2013. Pero además tiene proyectado reducir más las jubilaciones, aumentar los impuestos sobre los inmuebles, los vehículos y la gasolina, bajar los gastos públicos en concepto de pagos por desempleo y seguro contra enfermedad y gastar menos en educación.

En este marco, el primer ministro, Pedro Passos Coelho, afirmó que es imprescindible mantener el camino de la austeridad. “El país necesita corregir ese desvío sin pedir más dinero y sin solicitar un segundo rescate”, subrayó el líder conservador. “Pese a los malos momentos, el partido se encuentra saliendo adelante en términos nacionales”, agregó el premier. Los portugueses vienen acatando desde el año pasado varios paquetes de austeridad. Las medidas de ahorro adoptadas hasta ahora por el gobierno de Passos Coelho llevaron a una profunda recesión y dispararon el desempleo a un record histórico del 15,9 por ciento.

El ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, dijo en Lisboa que entendía los temores de la población, pero que no había margen de maniobra, dado el aumento previsto de la deuda pública a un 120 por ciento del Producto Bruto Interno para este año. Poco antes de la conferencia de prensa ofrecida por Gaspar, el gobierno de centroderecha presentó su proyecto de presupuesto de austeridad en el Parlamento nacional. A comienzos de la noche se comenzaron a reunir cientos de personas frente al edificio del Parlamento, la “Assembleia da República”, para protestar y exigir la renuncia del gobierno.

El proyecto de presupuesto será debatido en el Parlamento en los próximos días y, más tarde, será sometido a votación. El moderado Partido Socialista (PS), la principal fuerza de oposición, calificó al paquete de “nuevo ataque brutal contra la clase media” y reiteró que votará contra el borrador de presupuesto. Los nuevos proyectos de austeridad del gobierno no solo son criticados duramente por la oposición, por los sindicatos y por representantes de la Iglesia Católica. Organizaciones empresariales e incluso políticos de la coalición de gobierno advirtieron que las medidas, de ser aprobadas por el Parlamento, tendrán más efectos recesivos para la debilitada economía lusa.