EL MUNDO › PIETRO ANTONIO VALENTINO, PROFESOR DE ECONOMíA DE LA UNIVERSIDAD LA SAPIENZA DE ROMA
El economista Valentino afirma que las políticas de ajuste, con los recortes y los numerosos aumentos de impuestos que supusieron, empeoraron la coyuntura en varios países como Italia y España.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Las políticas de austeridad impuestas en varios de los diecisiete países de la Zona Euro no han hecho sino profundizar la crisis económica. Esta frase lapidaria rodó por las redacciones de toda la prensa mundial esta semana cuando se dieron a conocer las cifras oficiales del crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto). Varios de los estados de la Zona Euro disminuyeron su PIB una vez más en este último trimestre, confirmando la recesión. Entre ellos Italia, que se mantuvo siempre en negativo (-0,2 por ciento), y España (-0,3%), mientras Francia y Alemania crecieron un 0,2 por ciento cada una. Algunos economistas como Pietro Antonio Valentino, profesor de Economía de la Universidad La Sapienza de Roma, coinciden en que las políticas de ajuste, con los recortes y los numerosos aumentos de impuestos que supusieron, han empeorado las cosas. “La recesión se ha profundizado no sólo porque la gente tiene menos dinero para comprar sino porque, previendo que la situación puede empeorar, trata de reducir sus gastos al máximo”, dijo en una entrevista con Página/12.
Según los economistas, se puede hablar de recesión cuando un país pasa al menos dos trimestres con el PIB negativo. Para salir de ella se requiere una serie de políticas y de inversiones que no todos en Europa están dispuestos a afrontar. Este y otros temas urgentes serán el centro de la reunión que los jefes de gobierno europeos harán el 22 (mañana) y 23 de noviembre en Bruselas.
–El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, aludiendo a la recesión dijo recientemente que había que hacer recortes, pero no aumentar los impuestos, cosa que en cambio han hecho varios países profundizando la crisis, incluida Italia.
–En efecto, si se aumentan los impuestos se reduce todavía más la demanda interna y en consecuencia también el PIB. El problema es que para hacer que se recorte sólo lo superfluo, todo lo que no sirve, se requiere un control más eficaz del gasto público.
–Pero si se recorta tanto, mucha gente corre riesgo de quedar desocupada...
–No necesariamente. Se trata de recortar los costos del mundo político, por ejemplo, o las consultorías que a menudo usa el Estado, mientras los empleados públicos cuya tarea fuera declarada no necesaria podrían ser destinados a otras áreas más útiles. Haciendo los recortes correctamente se podrían reducir los impuestos y aumentar así el rédito de las familias. Aquí en Italia se ha hecho todo lo contrario, porque se quería limitar la especulación internacional, emparejando el presupuesto del Estado y reduciendo la deuda pública, y el modo más rápido según ellos era aumentar los impuestos.
–¿La Unión Europea controla las políticas económicas de los distintos países para evitar estos descalabros?
–Existe alguna coordinación de esas políticas, pero no es suficiente. Se habla de reforzar esa coordinación para poder implementar medidas económicas comunes ya que, hasta ahora, prácticamente cada país decidía por su cuenta. Se supone que recibirán más poderes los comisarios europeos (integrantes de la Comisión Europea o Poder Ejecutivo de la Unión Europea, hasta tanto se designe un nuevo comisario que se ocupe específicamente de políticas económicas.
–Es claro que los graves problemas económicos por los que atraviesa Europa no se resuelven en dos días, pero ¿qué habría que hacer según usted para salir de la crisis?
–En algunos de estos países para salir de la crisis habría que hacer una renovación de su infraestructura industrial. Me refiero a España por ejemplo, pero también a Italia. En Italia se producen cosas muy tradicionales como los textiles, que padecen la competencia de las nuevas economías industrializadas como India y China. Alemania sufre mucho menos esta competencia porque produce tecnología y autos de gran nivel, por ejemplo.
–Este sería un plan que daría frutos a largo plazo. ¿Y a corto plazo?
–Creo que se tendría que hacer una política europea a largo plazo sosteniendo las innovaciones y la investigación científica y tecnológica. A mediano plazo se deberían financiar una serie de mejoras a nivel de las telecomunicaciones y promover inversiones infraestructurales mientras, contemporáneamente, se debería poner en práctica una seria revisión de los gastos del Estado que signifique mejoramiento y reestructuración de la burocracia pública. A corto plazo, en cambio, creo que hay que hacer obras públicas para sostener el rédito de las familias y estimular el consumo. Esto sostendrá el crecimiento del PIB, además de reducir la desocupación. No me refiero a grandísimas obras cuya iniciación requiere años, sino a planos rápidos como, por ejemplo reparar las calles y veredas de Roma que hoy por hoy dan pena.
–¿De dónde saldría el dinero para financiar todos estos proyectos?
–De la venta de bonos europeos, pero también interesando a inversionistas extranjeros, por ejemplo de China o de los países árabes.
–Para usted, en síntesis, es muy importante la visión europea...
–En una fase de crisis, cada país cree que puede defenderse solo. En cambio, cada uno se puede defender mejor si se une a los demás. Es necesario tener una visión europea, una gran visión estratégica sobre el rol de Europa en el mundo, especializar los países, integrarlos cada vez más, haciendo cada vez más similares las políticas internas y las respectivas burocracias.
–En esta situación, ¿el euro tiene algún futuro?
–Yo creo que sí, sobre todo si se comprende la necesidad de una política económica común. Si se quieren hacer políticas separadas, el euro no sirve más, porque sólo da ventajas a los países fuertes.
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