EL MUNDO › OPINION
› Por Agustín M. Romero *
En el marco del 65º aniversario de la aprobación de la “Partición” del territorio del entonces Mandato Británico, que dio origen un tiempo después a la creación del Estado de Israel, y otro árabe, que nunca fue creado, Palestina fue admitida por la Asamblea General de las Naciones Unidas como un “Estado observador no miembro” de ese organismo. El pedido de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se da en medio de la tregua entre Israel y el grupo Hamas. La iniciativa del presidente Mahmud Abbas busca alcanzar dos objetivos: por un lado retomar la iniciativa diplomática que fuerce a Israel a volver a la mesa de negociación y, por el otro, volver él al centro de la escena local e internacional para reemplazar el liderazgo de Hamas de la tapa de los diarios en vista de la próximas elecciones presidenciales en el territorio palestino, la cual se viene postergando desde hace varios meses.
No fue difícil para la ANP contar con el número suficiente de votos para elevar su status en la ONU si tomamos en cuenta dos elementos. El primero de ellos fue lo que ocurrió en noviembre del 2011, cuando una amplia mayoría de naciones apoyaron el pedido de admisión para que Palestina sea miembro de la Unesco. El segundo elemento es el aumento del apoyo que en distintas regiones del mundo se viene dando a la cuestión palestina. El mejor ejemplo de ello es América latina y dentro de ella el Mercosur, que desde hace varios años y bajo el liderazgo de Argentina y Brasil viene apoyando la necesidad de crear un Estado palestino de acuerdo con las distintas resoluciones de la ONU, el mismo proceder que se reclama para el caso de la soberanía de las Islas Malvinas.
Una de las consecuencias más importantes que genera el cambio de status en la ONU es que la ANP deja de liderar la “entidad” Palestina y pasa a dirigir los destinos del “Estado” palestino. Este cambio en la definición de actor internacional también traerá aparejado que los enviados palestinos en el mundo diplomático se conviertan de representantes en embajadores, situación que en nuestra región viene ocurriendo desde hace muchos años. Lo mismo ocurrirá con los edificios diplomáticos de los distintos países en Palestina, lugar donde Argentina posee su representación desde que el ex presidente argentino Néstor Kirchner firmara el decreto para la apertura de una Representación Diplomática Argentina en Palestina, en septiembre de 2005. En Argentina se abrió la primera Misión Diplomática de Palestina en 1995 y se inauguró la primera Embajada de Palestina el 15 de noviembre de 1999.
El gran interrogante que gira alrededor de la jugada palestina es si los pasos dados primero en la Unesco y ahora como miembro observador serán buenos antecedentes para que la ANP busque ingresar más adelante a otros organismos de la ONU o si incluso llevaría la iniciativa al Consejo de Seguridad para que se evalúe su ingreso como el miembro pleno número 195 de ese foro multilateral.
Finalmente, si bien el aumento del status de los palestinos en la ONU es el mayor logro diplomático alcanzado por su dirigencia desde el discurso de Arafat en la Asamblea General de la ONU en 1974 (donde sostuvo: “Vengo con el fusil del combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano”), el cambio de status que hoy logran los palestinos no implica un mínimo avance en la resolución de los temas de fondo del conflicto con Israel. Para que se discutan los temas de las fronteras, refugiados, Jerusalén y asentamientos se necesitará una vuelta a la mesa de negociación directa entre israelíes y palestinos. La última jugada de Abbas en la ONU deberá esperar algún tiempo para ser evaluada como un paso positivo o negativo en esa dirección. Hasta ahora, desde aquel discurso de Arafat en la ONU, nada ha cambiado.
* Profesor en la carrera de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires y en la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad de Belgrano.
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