EL MUNDO › EL PAPA BENEDICTO XVI SUSPENDIó LA PENA Y EL MAYORDOMO SALIó DE LA CáRCEL
El Papa concedió la gracia a su ex mayordomo Paolo Gabriele y para eso lo fue a visitar a la cárcel. Gabriele había sido condenado a 18 meses de prisión por robar y filtrar a la prensa una serie de documentos secretos.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
La oficina de prensa de la Santa Sede lo había anticipado hace algunos meses y ayer se concretó. El papa Benedicto XVI concedió la gracia a su ex mayordomo Paolo Gabriele y para eso lo fue a visitar a la cárcel. Gabriele había sido condenado a 18 meses de prisión el pasado 6 de octubre por el robo y divulgación de una serie de documentos secretos del pontífice que pasaron a formar parte de un libro escrito por el periodista Gianluigi Nuzzi, Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI. La Secretaría de Estado vaticana difundió un breve comunicado con la decisión del pontífice, precisando que el Papa fue a visitar a la cárcel a Gabriele el sábado por la mañana para confirmarle su perdón y comunicarle personalmente que había acogido su demanda de gracia, suspendiendo la pena que le había infligido la justicia vaticana.
El encuentro del Papa y el mayordomo duró poco más de 15 minutos y una foto oficial se difundió por todo el mundo, trayendo a la memoria un encuentro similar ocurrido en 1983, cuando Juan Pablo II fue a visitar a una cárcel italiana a quien atentara contra su vida en la plaza de San Pedro en 1981, el turco Ali Agca. Pero en este caso no hubo perdón judicial, sólo espiritual.
El encuentro fue “intenso” y “personal”, indicó el jefe de la oficina de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, precisando además que el ex mayordomo no continuará trabajando ni viviendo dentro del Vaticano pero que el papa “le ofrecerá la posibilidad de retomar su vida con serenidad junto a su familia”, sin indicar sin embargo cómo. Gabriele, de 46 años y que estaba en la prisión del Vaticano esperando ansiosamente la gracia, es casado y padre de tres niños.
La nota de la secretaría de Estado vaticana dijo además que conceder el perdón a Gabriele “ha sido un gesto paternal hacia una persona con la que el Papa había compartido, por varios años, momentos cotidianos de carácter familiar”.
El pontífice también concedió la gracia al segundo acusado, el técnico informático Claudio Sciarpelletti, condenado por encubrimiento en el mismo caso, conocido mundialmente como Vatileaks. Sciarpelletti, condenado a sólo dos meses pero en libertad condicional, volvió a trabajar inmediatamente después de la sentencia en noviembre, pero cambió de oficina, pasando de la Oficina de Informaciones de la Santa Sede a la Oficina de Estadísticas.
Pese a las condenas y a los perdones, muchos, dentro y fuera del Vaticano, piensan que estos procesos no aclararon el verdadero enigma del Vatileaks, es decir el por qué y el para qué docenas de documentos salieron del Vaticano y terminaron en manos de la prensa y si realmente todo fue obra de una sola persona.
El Vaticano quiso que el proceso de Gabriele terminara antes de dos eventos internacionales que concentraron la atención en la Santa Sede: el sínodo de obispos –del 6 al 28 de octubre–, que reunió en Roma a los prelados de todo el mundo para discutir de una tema delicado: la nueva evangelización y el modo de transmitir la fe cristiana, y en segundo lugar el “Año de la Fe”, que el Papa inauguró el 11 de octubre con una misa multitudinaria en la Plaza de San Pedro.
Acusado de “robo agravado”, Gabriele fue condenado en un proceso que duró menos de una semana a tres años de cárcel, pero dada una serie de atenuantes tenidos en cuenta por el Tribunal presidido por Giuseppe Dalla Torre, como el hecho de no tener antecedentes penales y de su foja de servicio precedente, además de haberse declarado culpable de haber traicionado al Papa, la pena fue reducida a un año y medio de cárcel y al pago de los gastos del proceso. De ser ciertas las motivaciones de Gabriele, según él mismo declaró en el juicio, es decir ayudar al Papa porque lo creía manipulado, el problema se revela mucho más complicado y sin aparente aclaración. Basta recordar que fue el propio Benedicto XVI quien encargó en un primer momento a una comisión de cardenales que investigara sobre el Vatileaks, lo que hace suponer que presentía la existencia de otros problemas. El mayordomo habló ante los jueces de siete personas que lo “sugestionaron”, entre las cuales se encuentran dos cardenales. El fiscal Antonio Picardo descartó sin embargo que hubiera cómplices verdaderos. Gabriele “es un hombre sugestionable pero eso no significa que hubiera cómplices”, dijo. Antes de emitir la sentencia, el presidente del Tribunal le preguntó a Gabriele si se declaraba culpable, a lo que aquel contestó: “Dentro de mí siento la convicción de haber actuado por exclusivo amor, diría por visceral amor a la Iglesia de Cristo y a su jefe en la tierra. No me siento un ladrón”, dijo.
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