EL MUNDO › EL EX PREMIER CALIFICó DE “COMUNISTAS Y FEMINISTAS” A LAS MAGISTRADAS QUE SE OCUPAN DE SU DIVORCIO
Il Cavaliere está furioso porque deberá pagarle a su ex esposa, Verónica Lario, una asignación diaria de 100.000 euros. Su verborragia no cayó bien en el mundo judicial, tampoco en el político, en plena campaña.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Berlusconi está furioso con las juezas de Milán que se ocupan de su divorcio y que sentenciaron, en primera instancia, que deberá pagar a su ex esposa, Verónica Lario, una asignación diaria de 100.000 euros. Y en un programa televisivo nocturno, el martes, estalló, definiendo a las magistradas nada menos que como tres “feministas y comunistas”.
Ya se sabe que Berlusconi les tiene un odio particular a los “comunistas”, palabra que él usa indistintamente para todos los que son de centroizquierda y que dispara como el peor de los insultos. Ahora, en plena campaña electoral, insiste en que para que no lleguen al gobierno los “comunistas” –que en la práctica ya no existen–, hay que votarlo a él, no al premier dimisionario Mario Monti. También se conoce su particular resentimiento contra los jueces de Milán que tienen abiertos contra él varios procesos. Los considera aliados de la oposición sólo para perseguirlo y obstaculizar su carrera política. Para no hablar de la palabra “feminista” que usa despreciativamente contra todas las mujeres que critican su estilo mujeriego.
Pero esta vez, según algunos, se le fue la mano. No todos ven con buenos ojos que, en este momento político en que su candidatura está en discusión y en que su alianza de centroderecha está en la cuerda floja, vaya al enfrentamiento con la Justicia y sobre todo con las mujeres, la mitad del electorado. En un programa televisivo de La 7, en el que la conductora Lilli Gruber le hizo preguntas de todo tipo, la cara de Berlusconi se fue poniendo cada vez más tensa. Acusó a la periodista de no escuchar porque insistía con ciertas preguntas que no le gustaban –“¿Está sorda? Si quiere le doy el teléfono de mi otorrino”, dijo sarcásticamente–. Y al llegar al tema de su divorcio, Berlusconi estalló todavía más. Habló de 200.000 euros por día y no de 100.000 como venía diciendo la prensa hasta entonces y añadió “que la sentencia fue decidida por tres juezas feministas y comunistas. Es una decisión que nada tiene que ver con la realidad. Se me pide pagarle 36 millones de euros más una cifra atrasada de 76 millones. Estos son los jueces de Milán que me persiguen desde 1994”, concluyó enojadísimo.
La reacción del mundo judicial no se hizo esperar. En defensa de sus colegas, el presidente de la Corte de Apelación de Milán, Giovanni Canzio, y la presidenta del Tribunal de Milán, Livia Pomodoro, en un comunicado “rechazaron toda insinuación” sobre la no imparcialidad de las juezas que intervienen en la causa de divorcio de Berlusconi, Gloria Servetti, Nadia Dell’Arciprete y Alessandra Cattaneo. “Es conocida la capacidad profesional de estas juezas que trabajan cotidianamente en la delicada materia del derecho de familia”, subrayaron.
Para algunos seguidores de Berlusconi, como la cantante Iva Zanicchi, se trata de “una cifra escandalosa, una vergüenza”. Según ella, esta sentencia en este momento preelectoral es un “nuevo ataque” contra el ex premier. Pero según las leyes de familia italianas, la esposa tiene que recibir una asignación suficiente como para poder seguir manteniendo el mismo nivel de vida. Y dado que Berlusconi es el sexto hombre más rico de Italia...
Verónica Lario no tendrá derecho a nada del patrimonio inmobiliario de Berlusconi pero, de todas maneras, lo más probable es que el Il Cavaliere apele la sentencia. Cuando se conocieron, hace más de 30 años, era una incipiente actriz de teatro en Milán. Hermosa, largos cabellos rubios, labios prominentes. El, Silvio Berlusconi, era ya todo un empresario poderoso, con un matrimonio fracasado y dos hijos. No se casaron, convivieron por casi diez años porque el divorcio de Il Cavaliere y su primera mujer no se había concretado. Ella, sin embargo, abandonó el teatro y se dedicó a él y a los tres hijos que tuvieron. Se casaron en 1990.
Pero fue ella misma, en 2007, quien “oficializó”, por así decir, las acusaciones de mujeriego y frecuentador de menores, además de las famosas fiestas del bunga bunga que empezaban a conocerse. En una carta dirigida al diario La Repubblica de Roma, Lario defendió su “dignidad de mujer” herida por algunas apreciaciones públicas del marido. Dijo además que su esposo estaba “enfermo” y necesitaba ayuda. En mayo de 2009 se inició la causa de divorcio, luego de que otro escándalo saliera a relucir: que su marido frecuentaba a una joven de 18 años de Nápoles.
Ahora Berlusconi tiene otra novia, 49 años menor que él, y con ella organizó el tradicional almuerzo de Navidad en su mansión de Milán, invitando a todos sus hijos y nietos que, al parecer, aceptaron a la joven, oficializando de hecho el noviazgo. Una movida que según las malas lenguas le habrían sugerido sus asesores en materia de imagen, para presentar a los electores un hombre familiar y asentado. Por algo difundieron fotos de esta reunión luego a la prensa.
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