EL MUNDO › MULTITUDINARIA MANIFESTACION DE INDIGNADOS EN LAS CALLES DE LISBOA
Mareas de manifestantes corearon consignas y pancartas contra la troika –la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI)– y el gobierno nacional, ondeando banderas de Portugal.
Más de un millón de portugueses ganaron ayer las calles de Lisboa en protesta contra los recortes y la política de ajuste del gobierno. Profesores, jubilados, trabajadores de la sanidad, políticos y grupos feministas se sumaron a las manifestaciones convocadas por los indignados lusos en Portugal, movilización rotulada como la más multitudinaria de los últimos dos años.
Mareas de manifestantes corearon consignas y pancartas contra la troika –Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI)– y el Ejecutivo, y ondearon banderas lusas con una franja negra como símbolo de luto por la crisis que atraviesa el país. Gritos como “Passos a la calle”, “el pueblo unido jamás será vencido” o “Grecia llegó aquí” se unieron a lemas contra la troika como “fuera de aquí, FMI” o “entroikados y revoltados”. Las manifestaciones transcurrieron sin incidentes relevantes, aunque hubo al menos dos detenidos en Oporto e insultos y tensión en Lisboa entre un grupo de manifestantes y agentes de policía. La protesta fue convocada principalmente a través de las redes sociales pero también, por primera vez, a través de carteles y propaganda en las calles de las principales ciudades lusas. El lema de la expresión popular fue “O Povo é quem mais ordena” (El pueblo es el que manda), uno de los versos del himno de la revolución lusa de 1974, que derrotó a la dictadura fundada por António de Oliveira Salazar y se convirtió otra vez en símbolo del descontento ciudadano. La canción fue coreada al final de la marcha, en la plaza del Terreiro de Paco, la más grande de la capital lusa, y en una veintena de ciudades de Portugal, así como en otras fuera del país, como Barcelona, Madrid, Boston, Londres, París, Atenas y Estocolmo.
A través de esta manifestación, los indignados denunciaron que el primer ministro, Pedro Passos Coelho, cedió la soberanía nacional ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) que, en mayo de 2011, a petición del anterior gobierno socialista, prestaron a Portugal 78 mil millones de euros para evitar su bancarrota. Esta vez, la marcha por las calles de la capital portuguesa coincidió con la presencia de representantes de la troika, que realizan la séptima evaluación al programa de asistencia financiera, y que exigen una polílica de ajuste que el gobierno aplica. Varios gremios profesionales y grupos civiles se han sumado a las denominadas mareas sectoriales para participar en la protesta.El principal sindicato luso, la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), también movilizó a sus afiliados, según declaraciones de su líder, Armenio Carlos. Participaron igualmente diputados de los partidos de la izquierda portuguesa –el Socialista, el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista–, así como los presidentes de las tres principales asociaciones profesionales de militares. Los organizadores calcularon que salieron a la calle en todo el país más de un millón de personas y, aunque las autoridades lusas no dieron datos sobre las manifestaciones, las emisoras de radio y televisión locales consideraron las de ayer como las más multitudinarias registradas en el país.
El Ejecutivo conservador ganó las elecciones anticipadas un mes después y puso en marcha un duro programa de austeridad, con ajustes y reformas para cumplir los acuerdos suscritos. Veinte meses después, la coalición conservadora de gobierno soportó dos huelgas generales y varias multitudinarias protestas ciudadanas y sindicales, por lo que sufre un gran desgaste en popularidad y las encuestas la sitúan por detrás del Partido Socialista en las intenciones de voto. Portugal tiene datos económicos que empeoran constantemente, lo que ayuda a comprender la alta adhesión a la protesta: la tasa de desempleo se disparó al 17,6 por ciento, el doble que hace tres años, y el Producto Bruto Interno (PBI) sufrió una caída del 3,8 por ciento, la peor en varias décadas, en el último trimestre de 2012. El gobierno no hizo comentarios sobre la marcha de ayer, pero la semana pasada Passos Coelho ratificó su determinación de mantener las políticas de austeridad.
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