EL MUNDO › MADURO Y TREINTA JEFES DE ESTADO DESPIDIERON A CHAVEZ EN UN FUNERAL DE ESTADO COLMADO DE EMOCION
Con palabras que conmovieron a la audiencia, el heredero político de Chávez juró defender su legado político delante del féretro en el que yacían los restos del líder fallecido y mirando a los mandatarios que hicieron la guardia de honor.
› Por Mercedes López San Miguel
Desde Caracas
Tributo, homenaje, emoción. “No ha habido en 200 años un presidente más vilipendiado, injuriado y atacado vilmente que el comandante”, dijo Nicolás Maduro, elevando la voz, durante el funeral de Estado de Hugo Chávez, al mediodía de ayer. “No pudieron ni las mentiras ni el odio, ¿por qué? Porque nuestro comandante tenía el escudo más poderoso: su verdad, su pureza de amor de Cristo”, siguió diciendo el heredero político de Chávez delante del féretro en el que yacían los restos del líder fallecido y mirando a los mandatarios que se encontraban en las primeras filas de la capilla ardiente en la Academia Militar de esta ciudad. Entre ellos, aliados regionales como el presidente cubano Raúl Castro y sus pares de Bolivia y Uruguay, Evo Morales y José Mujica.
Mirando a Raúl Castro, el líder venezolano habló del hermano del mandatario cubano, Fidel, mentor y amigo del comandante bolivariano. Dijo que Chávez le contó a Fidel historias de Venezuela en un avión presidencial. Y que Fidel le contestó: “Ten la seguridad de que tú y yo moriremos victoriosos con nuestros pueblos de pie”. El salón explotó en aplausos. Tomando la espada de Simón Bolívar, Maduro gritó: “¡Hemos roto el maleficio de la traición de la patria!”.
Antes de sus palabras, los 30 jefes de Estado que participaron del funeral habían pasado frente a la capilla ardiente para rodear el féretro, formando una guardia de honor. Uno a uno, Sebastián Piñera, Michell Martelly, Ollanta Humala y Rafael Correa pasaron al frente. El más aplaudido fue el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, quien besó el ataúd. El único que caminó en silencio fue el heredero de la corona de España, Felipe de Borbón. No estuvieron presentes la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ni su antecesor Lula da Silva, que habían llegado a esta ciudad en la tarde de anteayer. Adujeron, según publicó la prensa local, que tenían compromisos por el Día Mundial de la Mujer.
Como momento emotivo, la orquesta sinfónica tocó temas que escuchaba Chávez como “Marisanto”, cuya letra habla de su abuelo, o “Linda Barinas”, una melodía que alude a la región de la que es oriundo el mandatario. Hubo lugar también para la fe. El activista por los derechos de los afrodescendientes, ex candidato presidencial y reverendo norteamericano Jesse Jackson pidió que Estados Unidos y Venezuela puedan tender nuevos puentes durante la breve oración que ofició en el funeral. “Nos encomendamos a Dios porque esperamos que pueda tender puentes entre EE.UU. Y Venezuela ... que podamos avanzar juntos hacia un territorio más elevado.”
Las únicas presencias del gobierno norteamericano fueron los legisladores demócratas Gregory Meeks y William Delahunt. El martes, horas antes del anuncio del deceso de Chávez, Maduro había denunciado al gobierno de Barack Obama por querer poner en marcha un plan desestabilizador y había expulsado a dos funcionarios estadounidenses de este país.
Roy Chaderton, embajador de Venezuela ante la OEA, que participó en el funeral de Estado, dijo a esta enviada que era escéptico sobre ese vínculo. “Es permanente el plan de desestabilización de Estados Unidos, como parte de la rutina. Ellos no quieren convivir con democracias que siguen otro camino y al adversario lo consideran un enemigo. Aquí se aplicó el sabotaje, la violencia, y no pudieron.” Chaderton señaló que existe un doble juego de Washington. “Ellos quieren por un lado normalizar las relaciones diplomáticas y, por el otro, andan desestabilizando. Son incurables.”
El embajador ante la Organización de Estados Americanos comparó el funeral de Chávez con el de Eva Perón. “La muerte de Eva como la de Chávez son fenómenos políticos y sociales de una trascendencia enorme.” Y enfatizó el legado que deja el presidente bolivariano. “Chávez nos deja con una herencia que vamos a cumplir: seguir adelante con la justicia social, la democracia, educación y salud gratuitas, derechos humanos e inclusión. Tengo el corazón roto, pero la determinación intacta.”
Unas butacas más atrás, el intelectual panameño Nils Castro dijo a este diario que la ausencia del líder venezolano representa un nuevo comienzo político. “Es una pérdida y a la vez un relanzamiento. La enorme movilización popular es la primera jornada electoral de los comicios que vienen.”
Al mismo tiempo, Nils Castro destacó el rol de Chávez para América latina. “Chávez cambió el modo de hacer política para los latinoamericanos, quizás algunos demorarán en entenderlo, pero es un hecho que a partir de la ofensiva iniciada por él hay otro modo de enfrentar las relaciones internacionales por parte de nuestra región, hay una inmensa cuota de autodeterminación y soberanía que se ha ganado. Fue el abrecaminos, el primero que traspasó el muro e inició esta época.”
Ayer, bajo los rayos de un sol implacable, miles de venezolanos continuaron llegando al Paseo de los Próceres en donde las filas se bifurcaban y los ánimos estaban más calmados, después de que el gobierno dispusiera siete días más de velatorio en la capilla ardiente. Una chica que calzaba tacos parecía inmune al calor y la espera, y dispuesta a la reflexión. “Hay que seguir su legado. El pueblo está vivo y un pueblo dolorido puede más que una persona.” La estudiante de derecho de 23 años, Marinel Canizalez, dijo que escuchó las palabras del ahora presidente encargado. “Vamos a votar por Maduro porque es el hombre seleccionado para continuar la revolución. Nunca había venido a una manifestación, pero por primera vez sentí que debía estar.”
Unos metros más atrás, Margarita Martínez, enfermera, llevaba un muñeco de Chávez vestido con uniforme militar. “Este hombre, mi presidente, dio la vida por su pueblo y por la revolución. ¡Nosotros tenemos que dar la vida por él!.” Mientras tanto, en la fila, la gente coreaba “Chávez no murió, Chávez no murió!”.
Al salir de la capilla ardiente Nely Manrique no paraba de llorar. “Yo lo vi esta mañana, estaba muy bello”, sollozó. “Usted sabe que no era muy bello, pero estaba lindo, lindo.” La mujer había venido desde Barquisimeto, lejos de Caracas.
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