EL MUNDO › EL PAPA CELEBRO MISA EN LA VISPERA DE LA PASCUA
El Papa bendijo el fuego que había en un brasero, el que luego sirvió para iluminar el cirio pascual, una vela gigante. Pidió por los cansados, decepcionados y tristes.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Una fuerte señal de esperanza para los que se han alejado de la religión, a los que se sienten “cansados, decepcionados, tristes”, a los que se asustan de la novedad, dio el papa Francisco anoche en la basílica de San Pedro, en ocasión de la celebración de la vigilia pascual que conmemora, según la tradición católica, la resurrección de Jesús.
Recordando a las mujeres que habían ido a visitar la tumba de Jesús y quedaron sorprendidas y perturbadas por su ausencia porque había resucitado, el pontífice recordó: “¿Acaso no nos pasa así también a nosotros cuando ocurre algo verdaderamente nuevo respecto de lo de todos los días? Nos quedamos parados, no lo entendemos, no sabemos cómo afrontarlo. A menudo, la novedad nos da miedo, también la novedad que Dios nos trae, la novedad que Dios nos pide”.
La ceremonia comenzó a las 20.30 hora italiana con la llamada “bendición del fuego” en el atrio de la basílica de San Pedro. El Papa bendijo el fuego que había en un brasero, el que luego sirvió para iluminar el cirio pascual, una vela gigante con la que luego se encenderán teóricamente todas las velas que se usarán en las celebraciones religiosas durante el año. La basílica, mientras tanto, que estaba llena de gente pero a oscuras como símbolo del dolor por la muerte de Jesús el Viernes Santo, luego se fue iluminando lentamente con las velas que los fieles y los cardenales y obispos que asistieron a la celebración iban encendiendo.
“Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos acaso con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos que no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a él”, dijo el Papa en la homilía.
“Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la seguridad de que él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere.” Las campanas de San Pedro comenzaron a sonar cuando la celebración llegó al momento que simbolizaba la resurrección y la basílica se iluminó por completo. En la ceremonia de la vigilia pascual fueron bautizados cuatro jóvenes (un italiano, un albanés, un ruso y un estadounidense de origen vietnamita).
Ayer por la mañana, la televisión vaticana había transmitido un videomensaje del Papa en ocasión de la exposición del Santo Sudario, también conocida como “Sacra Sindone”, el lienzo que según la tradición –porque algunos estudios con carbono 14 en los años ’90 dijeron que se trataba de una tela de la Edad Media– envolvió a Jesús cuando fue bajado de la cruz y que se conserva en la catedral de Turín, en el norte de Italia. El lienzo conserva marcas y manchas que hacen un dibujo del rostro de una persona y de heridas de clavos, como tenía Jesucristo. Hacía cuarenta años que el Santo Sudario no era expuesto públicamente pero fue autorizada por el papa Benedicto XVI, quien indicó a este año 2013 como el Año de la Fe.
“Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables... Sin embargo, el rostro del Santo Sudario transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana. Es como si dejara transparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios”, dijo Francisco, que concluyó el mensaje con una oración de San Francisco de Asís. Hoy, el Papa celebrará en la plaza de San Pedro la misa de Pascua, la más esperada de estas ceremonias y que cierra la Semana Santa. Al concluir la misa impartirá la bendición Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo, que un Papa imparte normalmente sólo dos veces por año, en Pascua y en Navidad.
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