Mar 24.06.2003

EL MUNDO  › HABLA ANTONIO NAVARRO WOLFF, EX GUERRILLERO Y SENADOR COLOMBIANO

“Ni se les ocurra una intervención”

Antonio Navarro Wolff, ex guerrillero colombiano y actual senador, con uno de los índices de popularidad más altos del país, advierte en este reportaje de Página/12 que el ingreso de tropas extranjeras a su país sería un gran error, y sobre la “vietnamización del conflicto”.

› Por Carlos Noriega

“Las FARC no son terroristas, son un grupo guerrillero con objetivos políticos”, sentencia Antonio Navarro Wolff, ex guerrillero del M-19 y actual senador colombiano, a contracorriente del discurso dominante en la clase política colombiana, según el cual esa organización es terrorista y hasta narcoterrorista. Luego de que el M-19 firmara un acuerdo de paz con el ex presidente Belisario Betancourt a fines de los años ‘80, Navarro pasó de guerrillero a ministro de Salud en 1990, y luego a alcalde electo de Pasto, su ciudad natal. Ahora se ha convertido en uno de los senadores con mayor respaldo popular. Página/12 dialogó con él durante un breve paso por Lima.
–¿El gobierno colombiano está en capacidad de derrotar militarmente a la guerrilla?
–Una victoria militar del Estado sobre la guerrilla es improbable; yo diría, incluso, que es imposible. Es cierto que el Estado tiene ahora claramente la iniciativa militar, pero las FARC han demostrado que pueden defenderse simplemente no dando blanco, partida en grupos pequeños.
–¿La ofensiva militar desatada por el gobierno de Uribe no ha logrado debilitar a las FARC?
–Las FARC han sido un poco debilitadas, pero su estructura de comando está intacta. Predigo con entera seguridad que va a haber una negociación, porque ésa es la única salida posible al conflicto colombiano.
–¿Qué hizo fracasar el proceso de paz iniciado por el ex presidente Pastrana?
–Así es, en ese proceso de paz las FARC cometieron el error de extrapolar las impresionantes victorias militares que lograron entre los años ‘95 y ‘98, y pensaron que podían ganar la guerra, por eso manosearon el proceso de paz y nunca lo hicieron andar de verdad, porque apostaron a una victoria militar en el futuro. Eso fue una gran torpeza y sufrieron una derrota política. El pueblo colombiano quedó convencido de que las FARC burlaron la esperanza de paz que vivió el país. Con eso, las FARC ayudaron sin querer queriendo, como diría “El Chapulín Colorado”, a elegir a Uribe con un claro mandato para combatir militarmente a la guerrilla.
–Y ahora es el gobierno de Uribe el que parece convencido de que puede lograr una victoria militar...
–Se da una situación curiosa: los civiles del Estado piensan que pueden ganar, pero los militares piensan que no pueden hacerlo. Los militares tienen más claro que todo este esfuerzo es para presionar a que haya un diálogo, mientras los civiles, que conocen menos del conflicto, están más convencidos por su propia propaganda de que pueden ganar. Y ése es un gran error.
–¿Las FARC todavía piensan que pueden ganar la guerra?
–Es muy difícil saberlo, porque las FARC no han hablado recientemente. Tal vez un sector mayoritario de su dirigencia todavía sigue apostando a la victoria militar.
–¿Qué experiencias del proceso de paz del M-19 con el gobierno colombiano podrían ser útiles en la actual coyuntura?
–No es conveniente comparar ambas realidades. Son circunstancias y momentos históricos distintos, organizaciones distintas, propuestas distintas y, por lo tanto, el camino también va a tener que ser distinto.
–¿Qué opina del acuerdo adoptado por el Grupo de Río de encargarle a Naciones Unidas buscar un acuerdo de paz con las FARC con la advertencia de tomar otras acciones si esta opción no progresa?
–Que la ONU participe en la búsqueda de la paz me parece necesario, pero si esas otras acciones a tomar en caso de que las FARC no acepten esa propuesta significan, como dijo el presidente Chávez, una intervención militar en Colombia, entonces sería una barbaridad inaceptable.
–¿Qué tan cercana cree que está esa posibilidad?
–Bueno, el presidente Chávez estuvo en esa reunión y dijo que eso se había discutido. Desde aquí quiero decirle al presidente Kirchner y a todos los presidentes de la región que ni piensen en cometer esa burrada. Si en Colombia llegaran a participar tropas extranjeras, eso se convertiría en una guerra de liberación nacional, lo que le haría un gran favor a las FARC. En lugar de derrotarlas, las fortalecería.
–En ese caso, ¿usted pensaría en volver a tomar las armas para combatir esa intervención?
–Bueno, sería una invasión extranjera y la defensa de la patria es algo que todos tenemos que ejercer.
–El Grupo de los Ocho también dio su apoyo a la política de mano dura de Uribe. ¿Estas victorias políticas podrían llevar a Uribe a decidirse a pedir una intervención militar internacional?
–Sin duda, con ese apoyo internacional el gobierno ha logrado una victoria política y diplomática, pero me niego a creer que sean tan torpes de transformar ese respaldo internacional en una invasión a Colombia. Eso sería la vietnamización del conflicto.
–¿Cómo reaccionarían los militares colombianos ante esa posibilidad?
–Los militares son muy orgullosos y no creo que estén dispuestos a eso.
–Para usted, ¿las FARC son un grupo terrorista o narcoterrorista, como han sido calificadas por el gobierno colombiano e incluso por otros gobiernos?
–Lo primero que hay que decir sobre esto es que el lenguaje que está usando el gobierno es una sucesión de insultos para pretender descalificar al adversario, y eso es un error. Las FARC no son terroristas, siguen siendo un grupo guerrillero con objetivos políticos que está metido en un conflicto muy complejo, que realiza actos terroristas, pero que ésa no es su forma principal de actuar. Lo que hay dentro de su lógica de comportamiento de uso de las armas son actos terroristas aislados. En la búsqueda del apoyo norteamericano después de los atentados del 11 de septiembre, se ha vuelto popular para los gobiernos luchar contra el terrorismo. Pero en esos calificativos de terroristas o narcoterroristas hay mucho más de propaganda que de realidad. Si la guerrilla colombiana fuera terrorista como Al-Qaida, entonces no habría solución; pero todos sabemos, empezando por el gobierno, que en realidad eso no es así.
–¿Cuáles son los efectos del Plan Colombia?
–El Plan Colombia es una soberana equivocación en la lucha contra el narcotráfico. Se está fumigando a los campesinos con la idea de que así le van a quitar dólares a la guerrilla, cuando lo que hay que quitarle no son dólares sino personas que la apoyan. Es una barbaridad pensar que fumigando a la gente se la va a poner de lado del Estado.
–¿El Plan Colombia está llevando a muchos campesinos afectados por esas fumigaciones a enrolarse en las FARC?
–Claro. Hay un estudio reciente de una Universidad de Bogotá que señala que cuando las fumigaciones son exitosas, aumenta el reclutamiento de las FARC, porque quedan desempleados una serie de jornaleros que viven de recoger las hojas de coca y ellos se están metiendo en las FARC. Las fumigaciones son una grave equivocación impuesta de manera miope por EE.UU.
–¿Cuánto apoyo popular conservan las FARC?
–Han perdido prácticamente todo el apoyo que tuvieron en las ciudades y en los sectores medios de la población, pero mantienen una base social campesina; si no la tuvieran, ya habrían desaparecido.
–¿Hay un retroceso democrático en Colombia con Uribe?
–Sí; la política del gobierno es exclusivamente militar y hay una especie de obsesión por la aplicación de la fuerza y por la restricción de libertades y de derechos, que no sólo no va a ser útil para combatir a la guerrilla sino que va a resultar contraproducente.
–¿Y cuál es la relación actual entre Uribe y los paramilitares?
–Los paramilitares hicieron campaña por Uribe y votaron por él. Pero la actitud de Uribe hacia los paramilitares no ha sido igualmente entusiasta, por lo menos abiertamente no los defiende. Ahora están negociando. Si los paramilitares le tienen confianza suficiente a Uribe como para negociar con él y desmovilizarse, entonces que lo hagan.
–Si las FARC llegaran a un acuerdo de paz con el gobierno y se incorporaran a la vida política legal, ¿usted es partidario de integrarlas a ese proceso de unidad?
–En el M-19 nunca fuimos marxistas leninistas como son las FARC; nosotros éramos una organización nacionalista, revolucionaria. No sé si podríamos ponernos de acuerdo con ellos si se firma la paz.
–¿Pero se siente más cerca de las FARC que de Uribe?
–Por supuesto, claro. Pero no es obligatorio que actuemos juntos.

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