Por sexto día consecutivo, Brasil vivió ayer una jornada de protestas, concentradas en esta ocasión en la capital, donde cientos de personas chocaron con la Policía en plena inauguración de la Copa Confederaciones de fútbol (ver página 31). La manifestación en los alrededores del estadio Nacional, en el que jugaban las selecciones de Brasil y Japón, dejó al menos 27 heridos y 16 detenidos. Los participantes vulneraron el fuerte esquema de seguridad que supuso el despliegue de 10.000 policías y soldados de las tres fuerzas armadas. Esas tropas tenían apoyo de helicópteros y hasta de un avión no tripulado, equipados con cámaras que registran todos los movimientos en un perímetro de unos tres kilómetros en torno al estadio y que las envían en tiempo real a un moderno centro de control inaugurado el pasado jueves por la presidenta Dilma Rousseff. Las refriegas entre policías y manifestantes ocurrieron a las puertas del estadio y crearon cierta zozobra entre los miles de hinchas que se dirigían hacia el coliseo de la capital para disfrutar del espectáculo futbolístico.