EL MUNDO › CONTRA EL DESPILFARRO POR EL MUNDIAL 2014
Un grupo de organizaciones no gubernamentales preparó una protesta en la final de la Copa de las Confederaciones, que se jugará hoy en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Organizaciones sociales convocaron a una nueva manifestación para la final de la Copa Confederaciones que se jugará hoy, mientras la aprobación al gobierno de Dilma Rousseff cayó 27 puntos en tres semanas, por lo que se ha cancelado la presencia de la mandataria en la ceremonia de clausura. El Comité Popular del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 ratificó que hará hoy una manifestación en las cercanías del estadio Maracaná –donde Brasil y España disputarán la final del torneo– por los gastos del Mundial.
El representante de la organización no gubernamental Justicia Global e integrante del Comité, Renato Cosentino, dijo que espera que la marcha no se encuentre con ningún tipo de impedimento policial para llegar hasta el estadio, aunque aclaró que los organizadores no intentarán vulnerar un eventual cordón policial. La marcha comenzará con una concentración en la Plaza Saens Peña, a un kilómetro del estadio, y desde allí seguirá rumbo al Maracaná, cerca del comienzo de la final del torneo, a las 19 hora local.
Un contingente de 10.600 policías y 7400 militares de apoyo protegerá la final de la Copa Confederaciones entre Brasil y España en Río de Janeiro, que será el epicentro de una ola de protestas durante el partido final.
El tamaño del despliegue queda claro en comparación con los 5646 agentes que patrullan usualmente las calles de las ciudades de Río de Janeiro y Niteroi, que están unidas por un puente y donde viven unos siete millones de habitantes. Dentro del estadio habrá otros 1300 guardias privados, después de que el Comité Organizador local de la Copa anunciara un aumento de los efectivos. Algunas de las protestas de las últimas semanas han sido dispersadas por la policía con gases lacrimógenos después de que los manifestantes intentaran atravesar el cerco en torno de los estadios y terminaron en batallas campales con incendios y saqueos. Ese fue el caso en Fortaleza y, especialmente, en Belo Horizonte, donde hubo enfrentamientos entre manifestantes y agentes durante los encuentros de semifinales.
Por otro lado se conocieron ayer los resultados de una encuesta que refleja que la aprobación del gobierno cayó 27 puntos, del 57 por ciento de consultados que la juzgó buena o excelente en la primera semana del mes, al 30 que le da ahora esos calificativos. El sondeo de Datafolha, del diario Folha de Sao Paulo, evalúa al gobierno como un todo y no a la imagen personal de Rousseff, y registra que se elevó del 9 a 25 por ciento el nivel de brasileños que considera mala o pésima la gestión del Ejecutivo. La nota promedio dada al gobierno cayó de 5,8 a 7,1 en tres semanas, y sobre la posición de la presidenta ante las protestas, el 26 por ciento consideró que fue mala, el 32 por ciento la midió excelente o buena y para el 38 fue regular.
Las manifestaciones, que se iniciaron con la protesta contra el aumento del transporte público en San Pablo, fueron invadidas por sectores de clase media que reclamaban contra la corrupción y por los críticos a la organización del Mundial 2014 y de la Copa Confederaciones.
El sondeo de Datafolha muestra también un apoyo masivo, del 68 por ciento, a la propuesta de un plebiscito para favorecer una reforma política. Rousseff debió retroceder de su posición de reforma constitucional específica sobre asuntos del sistema político luego de la falta de acuerdo con su principal aliado, el PMDB del vicepresidente Michel Temer, que controla la presidencia de las dos cámaras del Congreso. Rou-sseff trabajará para revertir la caída de 27 puntos que mostró la encuesta, según afirmó hoy el ministro de las Comunicaciones, Paulo Bernardo, quien se reunió con la mandataria en el Palacio de la Alvaorada, junto a la titular de Comunicación Social, Helena Chagas, y al de Educación, Aloízio Mercadante.
Por lo pronto, medios locales adelantaron que Rousseff no irá mañana a la final del Copa en Río, tras haber sido abucheada en el partido inaugural del torneo, el 15 de junio. Pese a que la movilización no estaba dirigida expresamente contra Rousseff, que tendió la mano a los manifestantes, la explosión de un descontento hasta entonces oculto le ha ocasionado una importante erosión política que la obliga a resguardarse de los acontecimientos públicos de carácter masivo.
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