EL MUNDO › BRASILIA FORMó PARTE DE UNA RED DE 16 BASES DE ESPIONAJE DE LAS AGENCIAS NORTEAMERICANAS
El gobierno de Rousseff calificó de grave la denuncia surgida de los documentos revelados por el “topo” Edward Snowden y pidió explicaciones a Washington. El Departamento de Estado confirmó que hubo conversaciones entre ambos países.
Brasilia formó parte de una red de dieciséis bases de espionaje que operaban los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Se trata de la única de América latina, según documentos obtenidos por el ex agente de la CIA Edward Snowden, divulgados ayer por el diario O Globo. “Funcionó en Brasilia, por lo menos hasta 2002, una de las estaciones de espionaje en las que agentes de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) trabajaban en conjunto con la Agencia Central de Inteligencia (CIA)”, indicó la nota.
El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff calificó de extremadamente grave la denuncia y pidió explicaciones a Estados Unidos. Por su parte, la embajada norteamericana en Brasilia dijo que espera las instrucciones de Washington para pronunciarse, aunque el Departamento de Estado confirmó que hubo conversaciones entre los gobiernos de ambos países. La base de espionaje de Brasilia era la única en América latina y una de las dos que tenían espías de la NSA y la CIA designados para trabajar en conjunto en ese programa, llamado Special Collection Service (SCS) o servicio especial de recopilación de información. El otro equipo trabajaba en Nueva Delhi. Las bases estaban “dedicadas a un programa de recolección de información a través de satélites de otros países que, al igual que la fibra óptica, son fundamentales para las comunicaciones”. Brasil no tiene ningún satélite propio, sino que alquila ocho.
Para espiar oficinas extranjeras en Estados Unidos, la inteligencia estadounidense utilizaba programas operados a partir de implantes físicos en las redes digitales privadas y en computadoras. Tres programas sirven para interceptar señales digitales, copiar lo que aparece en los monitores de la computadora y hacer copias del contenido de los discos duros. El trabajo pasaba por convertir esas señales de inteligencia captadas en el exterior a partir de oficinas oficiales de Estados Unidos como embajadas y consulados, según lo publicado por O Globo.
“No hay números precisos, pero en enero pasado Brasil quedó un poco atrás de Estados Unidos, que tuvo 2300 millones de llamadas y mensajes espiados”, señaló el diario. Con la noticia, Rousseff convocó de inmediato a una reunión con seis de sus ministros en Brasilia. El canciller Antonio Patriota leyó una nota oficial en la que manifestó la grave preocupación del gobierno y descartó la posibilidad del gobierno brasileño de modificar su posición en relación con el pedido de asilo político de Snowden. “El gobierno norteamericano está demostrando disposición para el diálogo, lo que considero alentador, a pesar de que tenemos que profundizar nuestras discusiones”, consideró, con la intención de calmar los ánimos. “El espionaje representa un crimen contra la ley brasileña y contra la Constitución. Nuestra Constitución garantiza el derecho a la intimidad y privacidad”, indicó el ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo.
Por otra parte, el gobierno estadounidense se pronunció sobre el tema ayer a través de la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki. “Puedo confirmar que hemos hablado con funcionarios brasileños sobre estas alegaciones. Planeamos continuar nuestro diálogo con Brasil a través de los canales diplomáticos normales, pero ésas son conversaciones que por supuesto mantendremos en privado”, indicó Psaki. “Trabajamos con Brasil en un amplio espectro de asuntos, y esperamos que podamos continuar las discusiones y las soluciones a través de los canales diplomáticos normales”, agregó.
La Comisión de Relaciones Exteriores del Senado anunció que se propone convocar al embajador Tomas Shannon, a fin de que explique las supuestas actividades de espionaje. “Tenemos que verificar la veracidad de las informaciones que han sido publicadas en la prensa, pues si fueran confirmadas, se trata de algo gravísimo”, declaró el presidente de esa comisión, Ricardo Ferraço.
“Tenemos que debatir la protección del secreto, de nuestro sistema cibernético, la contratación de satélites, todo eso tiene que ser discutido. Con eso pretendemos obtener información y que el gobierno entienda que la legislación debe ser perfeccionada para garantizar la protección del secreto, la intimidad de las personas físicas y jurídicas de Brasil”, sostuvo Ferraço, quien indicó además que tiene previsto invitar a la sesión extraordinaria de hoy al periodista Glenn Greenwald, que recibió los documentos de Snowden.
La Policía Federal y la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) iniciaron ayer una investigación para ver si empresas presentes en Brasil permitieron a la NSA acceder a la red de comunicaciones locales. “Anatel instauró un proceso de fiscalización con el objetivo de investigar si las empresas de telecomunicaciones establecidas en Brasil violaron, de alguna forma, el secreto de datos y de comunicaciones telefónicas. Cabe aclarar que el secreto es un derecho garantizado por la Constitución, por la legislación y por la regulación de Anatel, y su violación es susceptible de ser castigada en las esferas civil, criminal y administrativa”, destacó Anatel en un comunicado.
Durante una visita a Brasil, a finales de mayo, el vicepresidente estadounidense Joe Biden había dicho que su país esperaba el inicio de una nueva era en las relaciones bilaterales. Está prevista una visita de Estado de Rousseff a Estados Unidos el 23 de octubre, la primera de un mandatario brasileño desde 1995.
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