Martes, 17 de septiembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › AMERICAN PSYCHO > LA MATANZA PONE EN EVIDENCIA LA FALTA DE UNA LEY MáS ESTRICTA
El Congreso norteamericano rechazó en abril pasado un proyecto apoyado por el presidente Barack Obama que buscaba fortalecer la legislación sobre armas de fuego, como ser la prohibición de algunas armas semiautomáticas.
La matanza de ayer volvió a desnudar la legislación vigente en Estados Unidos sobre el control de armas. En ese sentido, el Congreso de ese país rechazó en abril pasado un proyecto de ley apoyado por el presidente Barack Obama que buscaba fortalecer las leyes sobre posesión de armas de fuego. Tras el revés recibido en la votación, el mandatario demócrata acusó a algunos legisladores de ceder a las presiones del lobby pro armas, liderado especialmente por la Asociación Nacional del Rifle.
En lo que significó una derrota para los partidarios de leyes más estrictas sobre armas, el Senado estadounidense rechazó el 17 de abril último la enmienda que pretendía ampliar la verificación de antecedentes para todos los compradores de armas. La mayoría de los senadores también se opuso a una propuesta para prohibir algunas armas semiautomáticas similares a las armas de asalto militares. “Si este Congreso rechaza escuchar al pueblo estadounidense... el verdadero impacto que tendrán vendrá de los votantes”, dijo Obama, quien, a su vez, calificó esa jornada como un “día muy vergonzoso para Washington”. “Hace unos meses, tras la tragedia de Newtown, este país adoptó el compromiso de luchar contra la violencia armada. Hace unos minutos, una minoría de senadores ha decidido que proteger a las familias y a los niños no merece la pena”, señaló el presidente estadounidense instantes después de la votación. Aunque la enmienda recibió 54 votos a favor y 46 en contra no logró avanzar, ya que todos los textos necesitan un mínimo de 60 votos favorables para continuar el trámite en la Cámara alta. “En lugar de apoyar este compromiso, el lobby de las armas y sus aliados mintieron sobre el proyecto de ley y presionaron a algunos senadores, que temen por su reelección”, criticó Obama.
La iniciativa encarnaba la apuesta más ambiciosa de la legislación más dura sobre el control de armas presentada en el Congreso estadounidense en los últimos veinte años. Además recogía una de las principales apuestas para la reducción de la violencia armada defendidas por el presidente Obama. El proyecto había sido promovido por el demócrata Joe Manchin y el republicano Patrick Toomey y representaba la mayor esperanza de consenso en el Congreso para avanzar con la legislación de control de armas. “Hice lo que creía correcto para nuestro país”, dijo Toomey tras el recuento de la votación. Familiares de víctimas de masacres como la de Newtown, Aurora y Virginia Tech se habían reunido en las horas previas a la votación con los legisladores. Muchos de ellos, incluso, estuvieron presentes en el recinto durante la votación desfavorable.
La oposición más fuerte al proyecto estuvo liderada por la influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés), organización defensora de la Segunda Enmienda constitucional, que consagra el derecho a portar armas. El vicepresidente de la organización, Wayne LaPierre, había asegurado poco antes del debate que se encontraban en una “larga batalla” para proteger los derechos de los ciudadanos que están “asediados” por el gobierno del presidente Obama. James Porter, presidente de la NRA, dijo, en ese entonces, que Obama estaba “amenazando a todos los senadores demócratas que apoyan a la organización” e instó a los miembros a mantener la influencia de cara a las elecciones legislativas de 2014. Luego de la derrota parlamentaria, el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, aclaró que “este debate no ha terminado, no ha hecho más que comenzar”.
Cuatro meses antes de la discusión en el Congreso, se había registrado la masacre en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, donde fueron asesinados veinte niños y seis adultos. El hombre responsable de la matanza, Adam Lanza, usó una versión civil del M-16, un arma automática de uso muy extendido en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Tras la tragedia se reanudó fuertemente el debate sobre la necesidad de poner límites a la libre circulación de armas entre la población civil. El presidente Obama se había comprometido, luego de la masacre, a realizar “acciones significativas” para poner fin a este tipo de masacre. En ese entonces, Obama lamentó las muertes y concluyó que había que unirse “para tomar acciones significativas para evitar más tragedias como ésta”. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, planteó, por su parte, la necesidad de “medidas concretas” para el control de armas. “El país necesita que (Obama) envíe una ley al Congreso para arreglar este problema. No basta con reclamar una acción significativa. Necesitamos una acción inmediata”, reclamó Bloomberg.
Estados Unidos sufrió una epidemia de violencia armada en las últimas tres décadas que incluye más de 60 incidentes de tiroteos masivos desde 1982, la mayoría de ellos con armas semiautomáticas o fusiles de mano comprados legalmente.
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