Jue 31.10.2013

EL MUNDO  › SEGUN UNA REVISTA ITALIANA, EE.UU. ESPIA EN EL VATICANO

Ni siquiera perdonan al Papa

Entre los 46 millones de llamadas que la NSA habría interceptado entre el 10 de diciembre de 2012 y el 8 de enero de 2013, en Italia, estarían incluidas aquellas desde y hacia el Vaticano, entre ellas las de Bergoglio.

› Por Elena Llorente

Desde Roma

Que se espíen entre los poderes políticos, entre los grupos de poder, incluso dentro de los mismos países, que se espíen entre los grupos industriales, es cosa sabida. Pero que se espíe a la Iglesia Católica, al Papa y a los cardenales, como acaba de revelar una revista italiana, a ojos de muchos parece demasiado.

Por lo visto el Vaticano es considerado por algunos un gran grupo de poder, capaz de hacer cambiar los rumbos de países enteros o de masas de creyentes o de influir poderosamente en ellos y capaz de hacer operaciones financieras que pueden romper ciertos equilibrios, y por eso vale la pena espiarlo. Según la revista italiana Panorama, la National Security Agency (NSA) que ha estado en el centro de un escándalo por haber espiado a medio mundo (o al mundo entero, aún no se sabe), habría interceptado las comunicaciones vaticanas, incluso las del papa Benedicto XVI. Entre los 46 millones de llamadas que la NSA habría interceptado entre el 10 de diciembre de 2012 y el 8 de enero de 2013 en Italia, estarían incluidas aquellas desde y hacia el Vaticano, entre ellas las del papa Benedicto XVI y del futuro papa argentino, el cardenal Jorge Bergoglio. Desde que surgió la noticia y dado que por lo visto la revista Panorama ha tenido acceso a documentación relativa a las interceptaciones, se han elaborado decenas de hipótesis sobre la posibilidad de que los cardenales hayan sido espiados en torno del cónclave, es decir las reuniones preparatorias de la elección del nuevo papa que comenzaron el 4 y terminaron el 8 de marzo, y al cónclave propiamente dicho que se realizó el 12 y 13 de marzo y que concluyó con la elección del primer papa argentino. El portavoz vaticano, padre Federico Lombardi, dijo ayer a los periodistas no saber nada de estas interceptaciones telefónicas y además, aclaró, “no nos preocupa en absoluto”.

Pero, según la revista, las llamadas interceptadas también habrían sido aquellas hacia y desde la Domus Internationalis Paolo VI, una residencia para eclesiásticos que está fuera del Vaticano, donde se hospedaba, entre otros, el cardenal Jorge Bergoglio cuando estaba en Roma. Panorama lanza la hipótesis de que podría haber sido precisamente Bergoglio el centro de atención en la Domus, dado que el futuro papa habría estado bajo control de parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos desde 2005, según revelaron algunos informes de Wikileaks. De acuerdo con Panorama, las llamadas telefónicas hacia y desde el Vaticano, que incluían también aquellas desde y hacia los teléfonos de obispos y cardenales, han sido clasificadas por la NSA en cuatro categorías: Leadership intentions (intenciones de los líderes), Threats to financial system (amenazas al sistema financiero), Foreign Policy Objectives (Objetivos de política exterior), Human Rights (Derechos humanos). Se sospecha que se han monitoreado las llamadas relacionadas con la elección del nuevo presidente del IOR, el alemán Ernst von Freyberg, dado los tremendos escándalos financieros en los que se ha visto implicado en las últimas décadas el banco vaticano. Von Freyberg fue nombrado el 15 de febrero de este año, casi un mes antes de que fuera elegido el papa Francisco quien, de su lado, ha iniciado importantes reformas en los órganos financieros del Vaticano.

Pero aunque el portavoz vaticano transmite tranquilidad, no todos dentro de la Santa Sede se sienten igual y se sabe que la noticia ha causado no poca preocupación. De todas maneras los más viejos habitantes de la Santa Sede saben que ser espiados no es cosa nueva. Los espías abundaban durante el período de los Estados Pontificios –siglos VIII a XIX–, cuando el Papa y sus ejércitos controlaban todo el centro de Italia. Y después, durante la Guerra Fría especialmente, se dice, el Vaticano era un Estado tan espiado como los más importantes de Europa, en particular durante los primeros años del papa polaco, Juan Pablo II. Ahora, de todas maneras, y desde hace varios años, la Santa Sede ha adoptado algunos métodos de protección y cierto software muy sofisticado, sobre todo durante los cónclaves, para impedir escuchas o para obstaculizarlas. Y todo esto se ha incentivado desde el año pasado, cuando estalló el escándalo del Vatileaks, los documentos robados por el mayordomo del Papa y difundidos a la prensa.

En materia de espionaje, en particular en el contexto de lo que ahora llaman Datagate en Europa, todos los países desarrollados dicen asombrarse e indignarse y apuntan el dedo unos contra otros, como si fueran completamente inocentes de un accionar que, en sus más variadas formas, existe desde la Antigüedad. Los antiguos romanos mandaban gente a los mercados para saber qué decían los mercaderes que venían de otros mundos, repartían soldados vestidos de civil entre la gente de los pueblos que conquistaban, infiltraban los ejércitos y las cortes. Claro, sin Internet y sin los medios supersofisticados que hay ahora, la tarea era mucho más lenta y difícil.

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