EL MUNDO › LULA Y DILMA CONMEMORARON EL DECIMO ANIVERSARIO DEL SUBSIDIO BOLSA FAMILIA
La ayuda financiera de al menos 35 dólares por mes concedida por el Tesoro beneficia actualmente a 13,8 millones de familias pobres. La presidenta Rousseff reiteró su compromiso de acabar con la pobreza extrema.
Dilma Rousseff y su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva celebraron ayer en Brasilia el décimo aniversario del plan Bolsa Familia. La presidenta de Brasil calificó esa iniciativa como “el más grande programa de inclusión social del mundo”, que permitió sacar a 36 millones de personas de la pobreza extrema. “Este es un programa que recién ha cumplido diez años en un país donde la injusticia existe desde hace cinco siglos”, sostuvo Lula, quien atribuyó a prejuicios las críticas al programa. En ese sentido, el ex presidente precisó que el dinero invertido en gente, en salud, en alimentación, no es gasto, sino inversión. El plan seguirá mientras haya una sola familia pobre en este país, aseguró el ex mandatario. En sus discursos, tanto Rousseff como Lula atacaron duramente a quienes insisten en presentarse como detractores del programa, a los que responsabilizaron de los problemas sociales del país.
“Mi guerra fue contra el hambre”, recordó Lula, ex sindicalista y obrero metalúrgico que llegó al poder en Brasil en 2003, cuando el mundo discutía sobre la guerra en Irak. En aquel entonces, el ex mandatario había dicho que el dinero gastado en ese conflicto “permitiría llevar programas de transferencia de renta a 1500 millones de personas de todo el mundo durante diez años”. En el mismo tono, Rousseff sostuvo que el programa Bolsa de Familia es la puerta de salida de la miseria y la gran puerta de entrada a un mundo de futuro y esperanza. La presidenta también advirtió: “Nadie que ha gobernado de espaldas al pueblo tiene legitimidad para atacar el combate a la desigualdad que hemos realizado”. Según datos difundidos por el gobierno, la ayuda financiera de al menos 35 dólares por mes concedida por el Tesoro beneficia actualmente a 13,8 millones de familias –unos 50 millones de personas, un cuarto de la población total del país–, y permitió al país reducir en 36 millones el número de personas que viven en pobreza extrema. Una condición para recibir la ayuda del Estado es que los niños de los hogares beneficiados asistan a la escuela.
Tanto la presidenta como su antecesor y padrino político trataron de rechazar las críticas según las cuales la ayuda oficial es “una limosna” que desestimula a los pobres a buscar trabajo y mejorar su nivel de vida. “Es más difícil derrotar al prejuicio que derrotar al hambre. La crítica más cruel decía que el Bolsa Familia estimularía la pereza, el vagabundeo, pero el 70 por ciento de los beneficiarios del Bolsa Familia tiene empleo, y usa el dinero para mejorar su ingreso”, explicó Lula.
Asimismo, Rousseff sostuvo que el programa no es limosna ni caridad. “Es transferencia de renta de nosotros, los que pagamos impuestos, a una parte de la población con la cual acumulamos una deuda”, manifestó. Según datos del Ministerio de Desarrollo Social, a lo largo de sus diez años de vigencia el programa logró reducir los índices de mortalidad infantil y mejorar el desempeño escolar de los niños de las familias beneficiadas.
“Nunca tantos niños pudieron demostrar su valor: los hijos de los beneficiarios del Bolsa Familia tienen tasa de aprobación igual y tasa de abandono de la escuela menor que el promedio de los demás alumnos del país”, enfatizó Rousseff.
“Ha sido un programa muy importante, principalmente por su dimensión: favorece a casi 14 millones de familias, la parte más vulnerable de la población brasileña, a un costo que ronda apenas el 0,5 por ciento del PIB”, explicó el profesor del Centro de Investigación de Historia Contemporánea de la Fundación Getulio Vargas, Jimmy Medeiros. Durante la conmemoración, Rousseff reiteró su compromiso de acabar con la pobreza extrema y la ministra de Desarrollo Social, Tereza Campello, afirmó que el gobierno busca identificar aún a unas 600.000 familias que todavía vivirían en la miseria.
La realización del evento levantó críticas de la oposición. “Es un acto electoral a favor de Rousseff, de cara a su posible reelección en las presidenciales de octubre de 2014”, lanzó el diputado Vanderlei Macris, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que gobernó Brasil hasta 2002 y se atribuye la base de los programas sociales de Lula.
“Le interesa a Rousseff y al (gobernante Partido de los Trabajadores) PT mantener el programa Bolsa Familia bien vivo en la mente de los electores más pobres”, afirmó por su parte el columnista de Folha Fernando Rodrigues. Las encuestas muestran a Rousseff como favorita para las elecciones, principalmente entre los sectores más pobres.
El moderado crecimiento económico y una inflación anual por encima del cinco por ciento han generado cuestionamientos sobre si los beneficios sociales podrían retroceder. Para Medeiros, no obstante, si la inflación continúa controlada en esos niveles y el salario mínimo sigue ajustándose por encima de la inflación, las pérdidas de beneficios se minimizarían.
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