El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, hoy cumple un año en su mandato y sigue teniendo una alta popularidad. Según las encuestas, el 70 por ciento de los colombianos aprueba su gestión, contra el 75 por ciento que tenía cuando asumió. Aunque le critican la inflación y el desempleo, que llega al 14 por ciento, el apoyo a Uribe supera al que tuvieron sus antecesores luego de un año en el poder.
Asumió el 7 de agosto, en medio de una ola de atentados de la guerrilla. Inmediatamente marcó sus diferencias con su antecesor, Andrés Pastrana, que intentó negociar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hasta febrero del 2002. La estrategia militar de Uribe consiste en fortalecer el ejército, pedir ayuda internacional e implementar redes de informantes y ofertas de diálogos de paz. También promueve la deserción de guerrilleros y paramilitares. Casi 2000 combatientes han entrado al programa gubernamental que ofrece beneficios económicos y protección a los que dejen las armas. Según los analistas, la estrategia de Uribe ha significado “el aislamiento de la guerrilla y de los paramilitares”. El año pasado, estos últimos anunciaron su entrada a un proceso de paz que debe terminar a fines del 2004. Pero las posiciones de Uribe son objeto de críticas crecientes de los organismos de derechos humanos.