Jue 06.03.2014

EL MUNDO  › TENSIóN MILITAR POR LA OCUPACIóN DE CRIMEA Y MUCHA DIPLOMACIA PARA TRATAR DE DESACTIVAR EL CONFLICTO

Rusia y Occidente juegan al límite en Ucrania

Estados Unidos anunció medidas de apoyo militar a los países de la OTAN del este de Europa y la Unión Europea ofreció prestar 11.000 millones de euros a las nuevas autoridades ucranianas.

Rusia estrechó ayer aún más su cerco militar en torno de Crimea y su canciller se negó a reunirse con su par de Ucrania durante una jornada de contactos diplomáticos de alto nivel pero escasos avances, en París, para tratar de resolver una de las mayores crisis europeas desde la Guerra Fría. En respuesta al despliegue ruso en la región ucraniana de Crimea, Estados Unidos anunció medidas de apoyo militar a los países de la OTAN del este de Europa que limitan con Rusia y la alianza atlántica decidió poner bajo revisión su cooperación militar con Moscú y suspender toda reunión militar y civil con el Kremlin.

En Bruselas, en tanto, la Unión Europea (UE) ofreció ayer un préstamo de 11.000 millones de euros a las nuevas autoridades antirrusas de Ucrania condicionado a que el país, cuyas finanzas están al borde del colapso, reforme su economía y alcance un acuerdo de asistencia con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Rusia y Occidente están enfrascados en uno de sus mayores conflictos en décadas a raíz de una crisis política en Ucrania, que incluyó la destitución del presidente prorruso Viktor Yanukovich luego de tres meses de protestas por su decisión de no firmar un acuerdo de asociación con la UE por presunta presión de Moscú.

Las nuevas autoridades de Ucrania, una estratégica ex república soviética por donde pasa el gas ruso que consumen la industria y los hogares de Europa, afirman que Rusia ocupó militarmente Crimea, la única región ucraniana de mayoría rusa y donde Moscú tiene anclada su flota del Mar Negro. Moscú rechaza esa acusación y sostiene que las tropas que bloquean los principales cuarteles y bases militares de la península de Crimea no son soldados que responden al Kremlin, sino autodefensas locales que rechazan al nuevo gobierno nacional en Kiev.

Pero los argumentos de Moscú no convencen a nadie dentro y fuera de Ucrania y, por eso, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, intentó ayer sentar frente a frente al canciller ruso, Serguei Lavrov, y su nuevo par ucraniano, Andriy Deshchytsia, durante una jornada de intensa diplomacia, en París. Pese a los esfuerzos del funcionario estadounidense, Lavrov se negó a reunirse personalmente con Deshchytsia, ya que el Kremlin no reconoce al nuevo gobierno surgido en Kiev. “Si somos indulgentes con aquellos que intentan gobernar a nuestro gran, amable e histórico vecino, tenemos que entender que un mal ejemplo es infeccioso”, dijo el canciller ruso en España, horas antes de llegar a París.

Tras reunirse por separado con Lavrov, con el canciller ucraniano y otros cancilleres europeos, Kerry dio una conferencia de prensa en París y, pese a no tener resultados concretos para anunciar, adelantó que hoy se volverá a reunir con Lavrov en Roma. “Creo que hoy fue muy productivo. Sin prometer nada que aún no es definitivo... quiero ser realista. Este es un momento duro, difícil y muy serio. Prefiero estar donde estamos hoy que donde estábamos ayer”, aseguró Kerry, citado por la cadena de noticias BBC.

Las gestiones diplomáticas en Francia estuvieron acompañados por dos anuncios orientados a aumentar la presión a Moscú. Por un lado, la oferta de la UE de entregar 11.000 millones de euros en los próximos años al nuevo gobierno proeuropeo de Kiev, la misma cifra que Rusia le había prometido hace sólo un par de meses a Yanukovich, antes de que el depuesto mandatario renunciara a firmar el pacto de asociación con los Veintiocho.

Por otro lado, la OTAN reforzó ese apoyo a las nuevas autoridades de Kiev con una promesa de mayor cooperación militar y dejando la puerta abierta para reiniciar el proceso de reformas para aceptar a Ucrania como un miembro pleno.

Además, la alianza militar occidental sancionó el despliegue militar ruso en Crimea cancelando la participación de Moscú en lo que iba a ser la primera misión conjunta entre la OTAN y Rusia y anunciando una revisión de toda su cooperación militar con Moscú. Pero los anuncios en Europa no lograron frenar la escalada y distender la situación en Ucrania.

En la ciudad de Donetsk, en el este del país, unos 300 manifestantes prorrusos volvieron a tomar ayer la sede del gobierno, apenas horas después de que las autoridades nacionales lograran recuperar el control del edificio. En el este de Ucrania, una importante porción de la población habla ruso y se siente más cercana a la ex metrópolis soviética que a los sectores europeístas en Kiev y la parte occidental del país.

Esta división territorial se volvió aún más patente con la intensificación de las medidas de control fronterizo mutuo que implementaron ayer las autoridades ucranianas y crimeas. El nuevo gobierno en Kiev argumentó la necesidad de “impedir la infiltración de provocadores que ayuden a la cúpula prorrusa en la península autónoma”, según explicó el vicejefe del servicio de fronteras, Pavel Shicholin.

Paralelamente, las autoridades de la región autónoma de Crimea cercaron en las inmediaciones de Sebastopol, la más rusa de las ciudades de la península ucraniana, a los últimos focos de resistencia leales a las Fuerzas Armadas de Kiev. Por su parte, la flota rusa del Mar Negro bloqueó el puerto de Sebastopol y no permitió la entrada del buque insignia de la Armada ucraniana, ya que sus comandantes se negaron a sumarse a la nueva Marina de Guerra de Crimea.

Pero la tensión en la convulsionada península ucraniana no se refleja solamente en las grandes maniobras militares. El enviado del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y un grupo de observadores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) fueron acosados y agredidos en la región por manifestantes prorrusos, algunos de ellos armados. El enviado de la ONU, el holandés Robert Serry, fue increpado por un grupo de milicianos cuando salía de una base ucraniana bloqueada, y ante las amenazas tuvo que refugiarse en un café en la ciudad de Simferopol.

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