Al menos 31 personas murieron y 94 resultaron heridas en un atentado explosivo ocurrido en la localidad china de Urumqi, en la provincia occidental de Xinjiang. Los atacantes se abalanzaron en dos camionetas todoterreno contra un grupo de compradores que se encontraba en un mercado local, en el céntrico parque Renmin, y lanzaron explosivos antes de estrellar los vehículos, uno de los cuales explotó. El presidente chino Xi Jinping urgió a castigar con severidad a los terroristas que perpetraron el ataque, ocurrido en medio de las tensiones políticas y sociales en esta región debido a las aspiraciones independentistas de la comunidad uigur. También el presidente ruso, Vladimir Putin, quien regresó esta semana de China, condenó el ataque, al que calificó como un “crimen horrible y sangriento”.

El atentado se produjo en uno de los momentos de la jornada en que los mercados chinos de frutas, verduras y carnes son más frecuentados. Fotos supuestamente tomadas en ese lugar –en el centro de la ciudad, cerca del Parque del Pueblo– y colgadas en la red social Weibo, equivalente chino de Twitter, mostraron cadáveres en una calle de tres vías, llamas y una nube de humo que ascendía sobre los tenderetes de un mercado. “Hubo varias explosiones poderosas en el mercado matutino ante el Palacio de la Cultura de Urumqi”, afirmó el autor de un mensaje Weibo, agregando que había visto la escena a menos de 100 metros de distancia.

Si bien nadie reivindicó el hecho, las autoridades apuntan a militantes separatistas de esa provincia, que en los últimos meses perpetraron varios ataques.

Urumqi es cuna de un fuerte movimiento separatista y hogar de una minoría religiosa: los uigures, musulmanes de lengua turca que forman la principal etnia de esta región semidesértica, pero rica en recursos mineros. Tras la llegada en las últimas décadas de millones de personas de la etnia Han –chinos “de pura cepa”– a la región, los uigures dicen ser hostigados por las autoridades, que están olvidados por la bonanza económica y que son víctimas de una severa política represiva contra su religión y su cultura.

En Xinjiang los uigures separatistas buscan establecer un Estado independiente llamado Turkestán oriental. Esta etnia sigue tradicionalmente una versión moderada del Islam, aunque muchos habitantes de esa región adoptaron algunas prácticas similares a las de Arabia Saudita o Afganistán, como la utilización del velo por parte de la mujeres.

El conflicto étnico y nacionalista, que en el último año se cobró la vida de alrededor de cien personas, parece haber ingresado en una nueva fase en el último tiempo. Hasta 2013 los ataques armados estaban circunscriptos a esa zona del noroeste chino pero, a partir de octubre, tras un atentado contra turistas filipinos en la plaza Tiananmen en Beijing, este arco se amplió y los hechos de violencia aumentaron en sofisticación y frecuencia.

En marzo, 29 personas que estaban en la estación de Kunming (capital de la provincia sureña de Yunnan) fallecieron y 143 resultaron heridas por las cuchilladas asestadas durante un asalto realizado por un grupo de separatistas de Xinjiang, señaló el gobierno. La policía respondió con disparos y mató a cuatro de los atacantes, entre ellos una mujer. Un ataque con arma blanca y explosivos ocurrido el 30 de abril, en el último día de una visita del presidente chino Xi Jinping a la región, dejó un muerto y 79 heridos frente a la estación de Urumqi. Dos de los atacantes murieron haciendo estallar sus explosivos.

El atentado de ayer tuvo lugar un día después del anuncio de que 39 personas detenidas en Xinjiang, bajo la acusación de haber difundido videos terroristas, fueron condenadas a penas de hasta 15 años de prisión.