EL MUNDO › EL CONFLICTO EN UCRANIA REAVIVA ANTAGONISMOS DE LA ERA DE LA GUERRA FRíA
La Unión Europea y la Casa Blanca acuerdan un paquete de sanciones muy fuertes contra Rusia, a la espera de la respuesta de Putin.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
La famosa foto del apretón de manos entre el entonces presidente de la URSS Mijail Gorbachov y el presidente norteamericano Ronald Reagan pertenece de ahora en más al álbum de los buenos recuerdos de familia. La imagen, tomada el 8 de diciembre de 1987 en la Casa Blanca, muestra a ambos líderes celebrando la firma de un tratado para eliminar los misiles de alcance intermedio. El entendimiento que perdura desde entonces se acabó.
La guerra en Ucrania volvió a reavivar el antagonismo entre los rivales de la Guerra Fría. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea adoptaron una nueva tanda de sanciones contra Moscú para acorralar al presidente ruso, Vladimir Putin, y obligarlo a cesar su apoyo a los separatistas prorrusos desplegados en el este de Ucrania. Como si no tuvieran ninguna responsabilidad directa en este foco de tensión de incalculables consecuencias, el bloque occidental apuró el castigo a Moscú mediante un triple componente: la Unión Europea acordó un paquete de sanciones muy fuertes que atañen al sector financiero, el energético y el militar. A su vez, la Casa Blanca amplió el abanico de medidas de castigo y decidió suspender los créditos a la exportación, así como todo lo ligado a la financiación del desarrollo económico.
Los europeos, cuya implicancia y responsabilidad en la crisis de Ucrania son inmensos, salieron de sus timoratas amenazas para concretar la tercera fase del proceso “represalias” desde que estalló esta crisis. Las sanciones, vigentes durante un año, no tienen precedentes y se concentran esencialmente en el sistema financiero ruso, el embargo de armas y la alta tecnología. Los europeos también pactaron sanciones contra otras ocho personas, que incluye a cuatro allegados a Vladimir Putin. La UE decidió bloquear el acceso a los mercados financieros europeos a las empresas y a los bancos rusos y prohibir cualquier nueva venta de armas, así como la venta de tecnologías sensibles en el campo de la energía. Europa hace caso omiso de su actitud provocadora en Ucrania que fue, en parte, la desencadenante de esta crisis que entra ahora en un fangoso ciclo geopolítico. Siempre es de lamentar que los euromoralistas no hayan actuado con la misma vara frente a la espantosa represión que desató el régimen egipcio cuando derrocó a las autoridades electas luego de la revolución de la plaza Tahrir. “La decisión de hoy era inevitable”, dijo la canciller alemana, Angela Merkel, mientras que el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, declaró que se “trataba de una fuerte señal a las autoridades” de la Federación Rusa.
Las medidas más fuertes son las que afectan a los sectores clave de la economía rusa. En este caso, las empresas rusas tendrán parcialmente cerrado el acceso a los créditos de los bancos europeos y tampoco podrán cotizar en las Bolsas del Viejo Continente. La semana pasada, el BERD, Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, y el Banco Mundial anunciaron que no respaldarían más los proyectos de construcción de infraestructuras en Rusia.
Desde luego, Europa se cuidó muy bien del sector del que depende, o sea, el de los hidrocarburos. Todo lo que le toca a los suministros de gas ruso al Viejo Continente quedó excluido del plan de represalias. Asimismo, no hay ni una sílaba a propósito de los contratos de venta de armas ya firmados con Moscú. Ello quiere decir que todo es para el futuro y que el más que fructuoso contrato firmado entre Rusia y Francia por la venta de dos navíos portahelicópteros franceses Mistral (mil millones de euros) no entra en el paquete.
Se desconoce por ahora cuál será la respuesta de Moscú. Rusia tiene también con qué responder a sus ex amigos y nuevos enemigos, sobre todo en lo que atañe el gas. Varios países del este de Europa dependen en un ciento por ciento del gas ruso. Alemania saca el 30 por ciento de lo que consume de las exportaciones rusas.
Europa operó un giro espectacular en su política de presión blanda. Hasta la canciller Angela Merkel, hostil a subir el tono, se convirtió en una de las principales promotoras del incremento de las sanciones. El derribamiento del vuelo MH 17 de Malaysia Airlines ha sido determinante en este cambio. Occidente acusa a Moscú de haber facilitado los misiles con los que se abatió al avión, argumento rechazado de cuajo por Rusia.
Es innegable que el golpe será duro para una economía rusa ya fragilizada por la crisis y la fuga de capitales (75 mil millones de euros durante el primer semestre de 2014). La tercera parte de los intercambios comerciales de Moscú se hace con la Unión Europea. Por ahora, el sancionado Vladimir Putin mantiene en reserva su respuesta. Es obvio que esta etapa de la crisis está en su fase naciente y que vendrán tiempos aún peores.
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