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› BUSH NO CONVENCIO EN UN AMBIGUO DISCURSO DONDE SOLICITO EL RESPALDO DE LA ONU
Ahora se pide la ayuda de los “irrelevantes”
Hace un año, George W. Bush amenazaba a las Naciones Unidas con convertirse en “irrelevantes” si no apoyaban la guerra contra Saddam Hussein. No lo hicieron, EE.UU. fue a la guerra casi solo y ayer fue el turno de Bush de pedir ayuda a quienes antes despreció.
Por José Manuel Calvo *
Desde Nueva York
Acosado por las exigencias de aliados como Francia, Alemania y Rusia y por la presión de las críticas en Estados Unidos, el presidente George W. Bush pidió ayer a Naciones Unidas ayuda para la reconstrucción de Irak sin ofrecer a cambio un calendario concreto de transferencia del poder de la fuerza angloamericana al Consejo de gobierno iraquí. Tenso, el presidente –vestido con traje oscuro y corbata azul– parecía notar el escepticismo con el que algunas delegaciones escuchaban sus palabras en la asamblea, y su mensaje fue enérgico, pero a la defensiva. Además de justificar la guerra y reclamar la cooperación internacional, Bush pidió al Consejo de Seguridad una resolución contra la proliferación de armas. Sin mencionar a Irán ni a Corea del Norte, Bush afirmó que “la letal combinación de regímenes fuera de la ley, redes terroristas y armas de destrucción masiva es un peligro que no puede ser ignorado o despreciado”.
Hace un año, Bush habló en esta asamblea para decir al mundo que la ONU corría el riesgo de convertirse en irrelevante si no asumía con decisión la tarea de desarmar a Saddam Hussein. Ahora, el presidente estadounidense hace su interpretación de los acontecimientos que desembocaron en la guerra: “El Consejo de Seguridad tuvo razón al exigir la destrucción de las armas y al amenazar con graves consecuencias en caso contrario; gracias a la actuación de la fuerza angloamericana, hoy Irak es un país libre”, señaló Bush, que reconoció el desacuerdo de algunos países, agradeció el apoyo de otros –las cámaras mostraron imágenes del jefe de gobierno español, José María Aznar, y del jefe de Estado francés, Jacques Chirac– y, en todo caso, no se detuvo mucho en ello: “Ahora tenemos que trabajar juntos. Vayamos hacia delante”.
¿Qué significa ir hacia adelante, cuando está en el proceso de negociación de una nueva resolución de la ONU que debería ampliar el papel de la ONU y crear una fuerza militar multinacional? El presidente no sacó de dudas. Su respuesta ante las presiones francesas y alemanas de que la transferencia de soberanía a los organismos iraquíes sea “cuestión de meses, no de años”, presiones repetidas ayer tanto por el presidente francés en su discurso como por el canciller Gerhard Schroeder ante la prensa, fue clara en la ambigüedad: el proceso debe ser ordenado y democrático, dijo Bush, “y tiene que desarrollarse de acuerdo con las necesidades de los iraquíes, sin que los deseos de otros lo aceleren o lo retrasen”. Chirac fue el más duro al enfatizar que “en un mundo abierto, nadie puede aislarse, nadie puede actuar solo en nombre de todos y nadie puede aceptar la anarquía de una sociedad sin reglas. No hay otra alternativa que las Naciones Unidas”. En ese sentido, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, condenó la doctrina de guerra preventiva de Washington.
En cuanto al nuevo papel de la ONU en Irak, uno de los debates más complicados de la nueva resolución, Bush sólo sugirió las tareas de “ayudar en el desarrollo de la Constitución, en la formación de funcionarios y en la organización de elecciones libres y justas”. El presidente no pareció desanimado por la inexistencia hasta el momento de armas de destrucción masiva en Irak y dijo que se está en el proceso de entrevistar a iraquíes y de analizar informes del viejo régimen “para conocer la extensión completa de los programas de armas”.
Bush, que se dirigía tanto a la comunidad internacional como a la opinión pública estadounidense, cada vez más perpleja y crítica con el desarrollo de la posguerra, había comenzado situando el debate en el marco del desafío terrorista, recordando los atentados del 11 de septiembre y los principales ataques de los últimos dos años, incluido el que sufrió la ONU en Bagdad hace un mes, para reiterar que no cabe la neutralidad frente al terror.
Todo ello no es discutido por nadie, pero el efecto es cada vez menor. La última encuesta CNN/Gallup arroja datos preocupantes para la Casa Blanca: el índice de rechazo de Bush es ahora compartido por el 47 por ciento de la población, cuando esa cifra era sólo del 36 por ciento en verano y del 25 por ciento después de terminar la guerra. De manera complementaria, según el sondeo, solamente la mitad de los estadounidenses cree ahora que vale la pena luchar en Irak –porque el 89 por ciento dice que la guerra no ha terminado–, frente al 63 por ciento que creía en agosto que merecía la pena, y el 89 por ciento de abril.
Bush no pasó por alto la otra situación de Medio Oriente y, sin mencionar a Arafat, dijo que “la causa palestina es traicionada por líderes que se aferran al poder pero que alimentan viejos odios y destruyen la buena voluntad de otros”. Bush reiteró su compromiso con la creación de un Estado palestino y pidió a Israel que hiciera un esfuerzo para crear las condiciones que lo permitan. En su fase final, el presidente estadounidense hizo un llamamiento en favor de la lucha contra el sida y contra las diversas formas de moderno esclavismo, especialmente el esclavismo sexual.
Mientras tanto, el Consejo Provisional de gobierno de Irak ocupó ayer los puestos reservados a Irak en la Asamblea General de Naciones Unidas, los puestos que el pasado año por estas fechas y los años anteriores estaban ocupados por los representantes del régimen de Saddam Hussein. Ahmad Chalabi, presidente rotatorio del Consejo y favorito de Washington, hablará la próxima semana ante la Asamblea. Junto a él se sentaban ayer Adnan Pachachi y Hoshyar Zebari, responsable de Asuntos Exteriores. Estaba prevista la presencia en Nueva York de Akila al-Hashemi, una de las tres mujeres del Consejo, pero fue gravemente herida en un atentado en Bagdad el pasado fin de semana. “A pesar de ello, el Consejo quiere llevar a la ONU su mensaje de esperanza, paz y democracia”, señalaba un comunicado oficial.
El Consejo en general y Chalabi en particular han recibido numerosas críticas sobre su dependencia de Estados Unidos. Seguramente para intentar maquillar esa impresión y para ganar peso en el seno del Consejo, Chalabi ha declarado a The New York Times que quiere ya una transferencia de poder en los importantes ministerios de Economía y Seguridad y que va a proponer en su discurso que el Consejo tenga una representación permanente, y no provisional, en la ONU. Chalabi se muestra además contrario a que haya más tropas extranjeras en Irak y reclama transferencias inmediatas.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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