EL MUNDO › LA PRESIDENTA DILMA ROUSSEFF INICIA SU SEGUNDO MANDATO CON UNA DECISION POLITICA DE FONDO
Luego del ajuste fiscal, sobre el cual hay abundancia de noticias y escasez de informaciones, Dilma mencionó la reforma del mercado “oligopólico” de noticias y entretenimientos como una prioridad del próximo gobierno.
› Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
En su condición de presidenta reelecta, Dilma Rousseff manifestó por primera vez, en extenso, la decisión de impulsar un debate nacional sobre el marco regulador de los medios masivos, tema que se había esquivado durante su primer mandato puesto que ensayó una convivencia pacífica (que no fue) con el grupo empresarial Globo, receloso de cualquier norma que acote sus privilegios. Luego del ajuste fiscal, sobre el que hay abundancia de noticias y escasez de informaciones, y el nombramiento de los ministros que integrarán el gabinete, que son los temas excluyentes en las próximas semanas, la presidenta mencionó la reforma del mercado “oligopólico” de noticias y entretenimientos como uno de los asuntos importantes del próximo gobierno que formalmente comenzará el 1º de enero.
Una eventual ley sólo será aprobada luego de “una discusión con la sociedad, para esto se requieren consultas públicas, quiero abrir un proceso de discusión en el primero o segundo trimestres del año próximo”, afirmó Dilma.
“La libertad de prensa es la piedra fundamental de la democracia, esto es básico. Pero hay que decir que la libertad de prensa no tiene nada que ver con la regulación” de industria de la información.
“No se puede confundir regulación económica con regulación de contenidos”, precisó Dilma y reforzó “cuando hablo de regulación pienso en los oligopolios y monopolios que pueden existir en cualquier sector. ¿Por qué la energía y el petróleo tienen regulación y los medios no pueden tenerla?”.
La presidenta, que en 2013 suspendió una visita de Estado a Washington en repudio al espionaje de la agencia NSA, anticipó que planea un “amplio debate a ejemplo de lo que ocurrió con el marco civil de Internet”, aprobado por el Congreso luego de que Brasil denunció ante la ONU las “violaciones a nuestra soberanía” e inició negociaciones para tender un cable de fibra óptica hacia Europa, como forma de evitar que sus datos sean almacenados en Estados Unidos.
Las palabras de Dilma, publicadas el viernes en una entrevista al diario O Globo, revelan una decisión política de fondo, inédita en los 12 años de gobiernos petistas: iniciar la transición hacia la democracia mediática, pese a la oposición de las empresas defensoras de un modelo al que se puede caracterizar como alegal, ya que en Brasil carece de una legislación específica.
Esto constituye un caso de exclusión comunicacional atípico, sin equivalentes entre las potencias europeas donde coexisten grupos privados y grandes cadenas estatales (herencia del Estado de Bienestar) y los países latinoamericanos gobernados por líderes progresistas, quienes comprendieron que para consolidar la democracia en un sentido amplio, en muchos casos recientes, es imprescindible desmontar estructuras mediáticas concentradas e incorporar nuevos actores a través de medios públicos con financiamiento generoso.
Columnistas del Grupo Globo definieron al proyecto que aún no comenzó a ser debatido como “tentación totalitaria del PT”, al que acusan de seguir las “enseñanzas del régimen bolivariano conocido por perseguir a la prensa independiente”.
Lenguaje similar, y en ocasiones más virulento, emplea la imaginativa revista Veja.
Reinaldo Azevedo, que publica un exitoso blog en ese semanario, proclamó la semana pasada que “los golpes también se dan con el respaldo de los votos... Hitler es un ejemplo”, y denunció al gobierno de urdir un plan “maquiavélico” para imponer un régimen de partido único, “inspirado en las enseñanzas del pensador Antonio Gramsci”.
Durante la campaña Dilma había dado señales sobre su intención de adoptar una posición más enérgica en materia de medios, un tema al que le había prestado poca atención durante sus primeros cuatro años de mandato. Antes de ello el PT y Lula ya habían manifestado su respaldo a una ley.
Por su parte, el candidato del polo conservador Aécio Neves se posicionó contra cualquier regulación y, asumiendo como suyo el discurso de la Asociación Brasileña de Empresas de Radio y Televisión, rechazó las “amenazas a la libertad de expresión a las que nos tiene acostumbrados el PT” .
Un hecho que posiblemente explica la decisión de ir a fondo, anunciada el viernes por Rousseff, fue el montaje urdido por Veja, de Editorial Abril, con la anuencia del resto de los medios, para boicotear el triunfo petista del 26 de octubre.
El viernes 24 de ese mes, cuando todos los sondeos indicaban que la presidenta había aumentado su ventaja sobre Neves, a unos 8 puntos, fue anticipada la edición sabatina de Veja con una denuncia posiblemente falsa que involucraba a Dilma y Lula con una red de corrupción en la petrolera Petrobras.
La maniobra, que se sumó a otras perpetradas en los últimos meses, seguramente fue orquestada con la oposición y recibió una sanción del Tribunal Superior Electoral, medida que no impidió un clima de desinformación y rumores lesivos para la candidata finalmente reelecta por sólo tres puntos de diferencia.
En su reciente entrevista, la mandataria no mencionó abiertamente a Veja (que por estos días impulsa un impeachment), pero indirectamente la comparó al tabloide News of the World, del magnate Rupert Murdoch, que dejó de ser publicado luego de un escándalo por escuchas ilegales revelado en 2011.
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