Vie 14.11.2014

EL MUNDO  › LOS FORENSES ARGENTINOS QUE BUSCAN LOS RESTOS DE LOS JOVENES DESAPARECIDOS EN MEXICO

“Este es un trabajo que toma tiempo”

Según Luis Fondebrider, presidente del EAAF, doce personas del equipo, entre arqueólogos, antropólogos, biólogos, expertos en balística y medicina forense, trabajan hoy para poder reconocer los restos de los 43 estudiantes.

› Por Adrián Pérez

El basurero municipal de Colula, ubicado a 30 kilómetros de Iguala, aparece como una gruesa capa de desperdicios que alfombra un cerro del estado de Guerrero. El esperpento se arroja a cielo abierto. Sobre una de esas montañas de mugre y hedor fue fotografiado esta semana por el diario El País Bernabé Abraham Gaspar. El padre de uno de los normalistas de Ayotzinapa sostiene un machete con la mano derecha, tal vez para abrirse paso entre los matorrales de un Estado que se ensaña con los más vulnerables. Tiene la mirada perdida, lleva la incertidumbre a cuestas. En ese basural, el Equipo Argentino de Antropología Forense busca restos de los jóvenes desaparecidos. La intervención del EAAF en México acumula por lo menos diez años de experiencia en causas vinculadas con violencia estatal, paraestatal o provocada por el narcotráfico.

En ese tiempo, los científicos identificaron a 33 mujeres muertas en Ciudad Juárez y aportaron su experiencia en crímenes cometidos contra migrantes que cruzaron a Estados Unidos, fueron asesinados y sus cuerpos depositados en morgues judiciales al otro lado de la frontera. También establecieron la filiación de víctimas de los carteles de la droga en el estado de Tamaulipas o en el municipio de Tlalmanalco. Doce personas, entre arqueólogos, antropólogos, biólogos, expertos en balística y medicina forense, trabajan hoy para poder reconocer los restos de los 43 estudiantes, de los que no se sabe nada desde fines de septiembre.

En diálogo por vía Skype con Página/12, Luis Fondebrider, presidente del EAAF, señala que en el primer acercamiento a los familiares de los normalistas aztecas –contacto generado gracias a la mediación del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, entre otras instituciones– primó la necesidad de sus parientes de acceder a una investigación independiente de los organismos locales. “Desesperación, dolor y angustia por no saber qué pasó con sus seres queridos son los sentimientos de padres, madres y hermanos de los estudiantes secuestrados en Iguala, así como también en otros casos en los que hemos trabajado”, señala el científico argentino. La primera tarea emprendida por el EAAF fue entrevistarse con los familiares para dar a conocer su labor y explicar las posibilidades que brinda la ciencia forense en este tipo de casos.

Mediante estas entrevistas se buscó recopilar datos ante mortem –nombre y apellido; datos físicos (intervenciones quirúrgicas, ficha dental); fecha, lugar de nacimiento, de desaparición y cómo iba vestido en ese momento– y tomar muestras de sangre ante la eventualidad de realizar análisis genéticos. Sobre las características de la zona donde se llevan a cabo los peritajes, Fondebrider señala que se trabajó en diferentes fosas en la zona de Iguala: algunas se encontraban en áreas boscosas, otras en basureros.

“Son áreas complejas donde básicamente desplegamos el trabajo de arqueología forense para analizar el área, documentar los hallazgos, recuperarlos adecuadamente y, posteriormente, trasladarlos al laboratorio”, describe el antropólogo el proceso de búsqueda. “Es un área que se parece más a lo que hicimos en Arsenales Azcuénaga, en Tucumán (el EAAF identificó a doce personas que fueron asesinadas y enterradas como NN en ese predio militar), que al cementerio de la Chacarita”, detalla la zona analizada y afirma que se corresponde con un área rural, dominada por descampados.

Además, el equipo de antropólogos analiza restos humanos encontrados en tres sitios. De los treinta cuerpos recuperados en Cerro Viejo, veinticuatro fueron excluidos por no estar relacionados biológicamente con familiares de los jóvenes. Los otros lugares donde se lleva adelante la pesquisa son Cerro de Lomas del Zapatero y el basurero de Colula. Por el momento, la cantidad de cuerpos encontrados en esos sitios no puede determinarse. “Estamos justo tratando de establecer cuál es el número mínimo de personas que hay entre los fragmentos hallados”, advierte el especialista, y compara esta etapa del proceso con la labor realizada en el Pozo de Arana (en diciembre de 2008 se descubrieron diez mil fragmentos de restos óseos humanos cremados en ese centro clandestino de detención de la provincia de Buenos Aires).

“Es un trabajo que toma tiempo y es bastante complejo, por eso no sabemos cuándo vamos a terminar”, agrega Fondebrider. Las técnicas de excavación apuntan a ubicar desniveles en el suelo, cambios en la vegetación, restos que pueda haber en la superficie o movimientos de tierra reciente, todos rasgos que permiten determinar si en ese lugar existe una fosa. Aunque no se practican nuevas búsquedas, el especialista no descarta volver a realizar otras excavaciones. “En caso de que surja información sobre otros posibles lugares, analizaremos si regresamos al terreno o no”, sostiene el científico y señala que eso depende, en todo caso, de nuevos indicios que se desprendan de la investigación judicial.

Un equipo de ocho personas analiza actualmente los restos humanos, descubiertos por el EAAF, en el laboratorio antropológico de México DF, en instalaciones de los servicios forenses mexicanos. Con estas técnicas se trata de establecer qué tipo de huesos son, cuál es su estado de conservación y cuáles son los parámetros que tienen para poder determinar cuántas personas hay representadas en ese universo óseo. Consultado sobre el tiempo que demanda la finalización del estudio, el antropólogo argentino señala que no hay un plazo específico y que puede demorar varias semanas. “Se están enviando restos a la Universidad de Innsbruck, en Austria, para que ellos traten de recuperar material genético que pueda ser comparado con las muestras de sangre aportadas por familiares de los estudiantes”, comenta Fondebrider. El fiscal general, Jesús Murillo Karam, cuyo desempeño fue cuestionado por los familiares, no confía en que esos restos puedan ser identificados y afirmó que fueron hallados prácticamente en estado de desintegración.

–¿Qué chances hay de encontrar a los estudiantes mexicanos con vida?

–Estamos trabajando con los restos, esa respuesta no podemos darla nosotros. Nuestro trabajo es investigar los cuerpos que aparezcan en fosas o en superficies. Como cualquier caso de desapariciones recientes, que la persona esté con vida siempre es una posibilidad.

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