Miles de personas salieron a las calles de Santiago y de otras ciudades de Chile para reclamar una asamblea constituyente como fórmula para dotar al país de una nueva Constitución, promesa lanzada por la presidenta, Michelle Bachelet, durante su última campaña electoral. Unas 3500 personas, según la policía, y 10.000 de acuerdo con datos difundidos por los organizadores, marcharon por la Alameda Bernardo O’Higgins, principal avenida de la capital trasandina, para exigir una nueva Carta Magna que surja de las bases de la sociedad chilena. Aunque Bachelet reiteró que una nueva Constitución que sepulte definitivamente la que Augusto Pinochet impuso en 1980 es uno de los pilares de su gobierno, sugirió que el mecanismo se de-sarrolle a través de las instituciones vigentes, con el Parlamento en el horizonte.

Marco Enríquez-Ominami, dos veces candidato a la presidencia y líder del Partido Progresista (PRO), participó en la manifestación y exigió que se instale una asamblea constituyente a través de una reforma constitucional que legalice la convocatoria a un plebiscito, a fin de que la ciudadanía decida el mecanismo para elaborar la nueva Carta Magna. Para Enríquez- Ominami, la coalición oficialista tiene votos para que esa reforma se apruebe. El referente político recordó que hay senadores de la oposición proclives a conversar sobre el asunto.

La idea de la asamblea constituyente tomó forma durante las elecciones presidenciales y parlamentarias del año pasado, cuando sus gestores llamaron a marcar el voto no sólo en el nombre del candidato preferido, sino también con las letras AC. Nunca se supo cuántos votos fueron marcados, pues al no ser una sugerencia propia de la elección, esa opción fue desestimada en el cómputo. Alvaro Ramis, coordinador de la protesta de ayer, expresó su deseo de que la marcha sirva para exigir al gobierno que dé un pronunciamiento claro respecto de los mecanismos de cambio constitucional, tras la promesa de la presidenta Bachelet de una nueva Constitución.

“Decimos que no hay nueva Constitución sin asamblea constituyente, que es el único mecanismo para poder elaborar una Constitución realmente nueva”, agregó. La movilización transcurrió pacíficamente y terminó en un parque ubicado cerca del Palacio de La Moneda, sede del gobierno, donde culminó con un espectáculo artístico.

A fines de septiembre, Bachelet reafirmó su voluntad de avanzar hacia “una nueva Constitución de raíz y contenidos plenamente democráticos” en un discurso ante el pleno de la Asamblea General de Naciones Unidas. La presidenta chilena dijo que su gobierno iba a lanzar una agenda de productividad y crecimiento que impulse la economía, resitúe en el camino hacia el pleno desarrollo a Chile y mostró su deseo de llevar adelante reformas políticas que profundicen la democracia y la legitimidad. “No pretendemos refundar el país”, dijo la jefa de Estado. “Al contrario, reconocemos los grandes avances de las últimas décadas”, agregó Bachelet, pero resaltó la necesidad de llevar a cabo reformas de fondo que den la base indispensable para avanzar hacia un desarrollo más inclusivo y más justo. “Chile no llegará al desarrollo con el lastre de la desigualdad. Eso lo sabemos todos”, añadió.

La protesta en Santiago de Chile fue acompañada por manifestaciones o actos cívicos en Arica, Antofagasta, Calama, La Serena, Valparaíso, Concepción, Temuco, Valdivia, Ancud, Coyhaique y Punta Arenas, entre otras ciudades. Junto a Enríquez-Ominami también participaron los diputados Giorgio Jackson, del movimiento Revolución Democrática, Camila Vallejo, del Partido Comunista, y Maya Fernández, del Partido Socialista, Gaspar Rivas, del opositor partido Renovación Nacional (RN) y Vlado Mirosevic, del Partido Liberal.