Los sindicatos griegos cumplieron ayer con una nueva jornada de 24 horas de huelga en momentos en que el gobierno del primer ministro, Antonis Samaras, negocia con la troika acreedora (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) un cierre del programa griego que no implique un tercer rescate ni más recortes. La protesta, que paralizó el tráfico aéreo y los ferrocarriles, apunta a combatir el elevado desempleo y el desmantelamiento del sistema social. Debido a la participación de los controladores, el espacio aéreo griego estará cerrado hasta hoy. Los ferries que unen El Pireo con las islas egeas tampoco prestaron servicio. Los médicos sólo trataron aquellos casos de urgencia en los hospitales públicos y los autobuses y el metro estuvieron paralizados durante varias horas en Atenas.

El clamor unánime de las columnas de la marcha central, a la que acudieron entre 25.000 y 30.000 personas según la policía y entre 35.000 y 40.000 de acuerdo con los organizadores, fue el rechazo a los recortes, que provocaron el empobrecimiento de los trabajadores. “Contra la pobreza y el desempleo”, “La única ley vigente es el derecho del obrero” fueron algunas de las consignas más escuchadas en medio de las miles de pancartas que expresaban el rechazo a las políticas de la UE y a las medidas que exigen la liberalización del despido. “No al Medioevo laboral” o “Contrato colectivo ya”, decían algunas de ellas.

Los maestros y otros funcionarios estatales, como los empleados del sistema penitenciario y judiciales, también se plegaron a la medida de fuerza. La huelga fue convocada por los principales sindicatos del país, el del sector privado (GSEE) y estatal (Adedy), que organizaron manifestaciones por el centro de Atenas y en el puerto de Tesalónica, en el norte del país.