EL MUNDO
Abran los paraguas para un nuevo chubasco iraquí
David Kay, jefe de los inspectores de armas norteamericanos en Irak, dirá hoy que no se han encontrado armas de destrucción masiva en el país, que fue el pretexto de Bush para consumar la guerra.
Por Rupert Cornwell *
La administración Bush, todavía sacudida por la filtración sobre la identidad de la agente operativa de la CIA, espera más lluvia radiactiva por la invasión a Irak gracias a un informe que se dará a conocer hoy y que se espera que confirme el fracaso para encontrar armas de destrucción masiva, la principal justificación para la guerra de marzo pasado. Se espera que David Kay, el jefe del Grupo de Reconocimiento iraquí compuesto por 1200 hombres que está llevando a cabo la búsqueda de armas ilegales, diga hoy a los Comités de Inteligencia de la Cámara de Representantes y el Senado que Saddam Hussein puede haber estado haciendo bluff en torno a su posesión de armas químicas y biológicas.
En especial, es probable que Kay enfatice las instrucciones emitidas por Bagdad a los comandantes iraquíes en el terreno poco antes de la guerra, para usar armas químicas contra los invasores. Kay probablemente diga que estas instrucciones, interceptadas por los servicios de inteligencia estadounidenses, fueron falsas, con la intención de que Saddam apareciera como una amenaza mayor de lo que era en realidad. Oficialmente su informe será “no concluyente” y enfatizará la habilidad de Saddam para ocultar sus armas prohibidas. Pero también Saddam puede plantear la posibilidad de que las haya destruido poco después, o aun antes, de la guerra del Golfo de 1991, que barrió sus fuerzas de Kuwait.
A lo sumo, el informe dirá que el dictador iraquí retuvo los medios, en términos de químicos precursores y medios de “uso dual”, para recomenzar rápidamente la producción una vez que se hubieran levantado las sanciones de las Naciones Unidas. Aunque los descubrimientos de Kay, un ex inspector de armas de la ONU y consejero de la CIA, son “provisorios”, sugiriendo que la búsqueda todavía puede dar pruebas de armas ilegales, sólo pueden generar nuevas críticas a la administración y a su empleo de la inteligencia en la preguerra: o bien ésta tenía fallas, o fue deliberadamente exagerada por los halcones de la administración con el fin de reforzar la excusa para la guerra. Esto sucedió días después que el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes controlada por los republicanos lanzara un fuerte ataque sobre la CIA, acusando a la agencia de usar datos “obsoletos y fragmentados” al compilar sus evaluaciones de la amenaza iraquí.
Esta vergüenza coincidió además con el lanzamiento, por parte del Departamento de Justicia, de una investigación penal con acusaciones de que la Casa Blanca filtró el nombre de una agente encubierta de la CIA, aparentemente para vengarse del marido de la agente, el ex embajador Joseph Wilson, un conocido crítico de la guerra. Ayer, los empleados de la Casa Blanca comenzaron a examinar sus informes y sus conexiones telefónicas en busca de información relevante para la investigación. Pero el vocero del presidente Bush dijo que no conocía a nadie que hubiera ido al departamento con información sobre el caso. Ni, hasta donde él sabía, ningún funcionario de la Casa Blanca había contratado asesoramiento legal, un procedimiento de rutina en la escandalosa Casa Blanca de Clinton. La Casa Blanca aceptaría hacer pruebas de polígrafo a los empleados, si el FBI los pidiera.
Aunque Bush ha prometido total cooperación con la investigación, los demócratas insisten en que los funcionarios de carrera del Departamento de Justicia no pueden llevar a cabo una investigación imparcial y le están pidiendo a John Ashcroft, el Fiscal General, que convoque a un fiscal de afuera. Pero los republicanos rechazan estas demandas.
* De The Independent, especial para Página/12.Traducción: Celita Doyhambéhère.
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