Vie 10.10.2003

EL MUNDO  › MURIERON 9 PERSONAS POR UN COCHE-BOMBA Y MATARON A UN AGENTE ESPAÑOL

Bagdad es un infierno para los ocupantes

Un coche-bomba que estalló ante una comisaría acabó con la vida de 9 personas, y un agente de la inteligencia española fue asesinado. La violencia continua vuelve a poner en cuestión los argumentos estadounidenses de que la situación se está estabilizando.

Por Elizabeth Nash y Andrew Buncombe *

Hombres armados asesinaron ayer en Irak a un agente de inteligencia español mientras huía de su casa en Bagdad descalzo y en paños menores. En otro incidente en la capital iraquí, nueve personas murieron y 45 resultaron heridas cuando un terrorista suicida puso en marcha un coche- bomba frente a la estación de policía. Ambos ataques fueron los últimos de una serie que ha socavado los esfuerzos de Estados Unidos por estabilizar el país y han hecho que se replantearan preguntas sobre la viabilidad de la ocupación.
Jose Antonio Bernal era el auxiliar del agregado militar en la embajada de España en Irak y miembro de la agencia de inteligencia española, el Centro Nacional de Inteligencia. Por lo menos tres hombres se detuvieron afuera de su casa en un Opel marrón ayer a la mañana temprano, y un hombre vestido con el característico turbante negro de los musulmanes chiítas golpeó la puerta de entrada del sargento Bernal. El diplomático abrió la puerta él mismo, en calzoncillos, y “lo empujó al clérigo y corrió hacia la calle y hacia la izquierda”, según un mecánico que vio lo que estaba ocurriendo. Un guarda de seguridad de una escuela en la misma calle dijo que los hombres habían sacado pistolas y persiguieron a Bernal unos cuarenta y cinco metros. “Lo persiguieron por la calles disparando sus armas contra él todo el tiempo. Una bala le dio en el cuello, se cayó y murió en la calle. Los tres hombres regresaron al automóvil y salieron a la disparada”, dijo el guarda.
Bernal, de 34 años, había vivido en Bagdad durante más de dos años, uno de los dos diplomáticos españoles que permanecieron en sus puestos durante la guerra. Estaba casado y tenía una hija pequeña, pero su familia había regresado a España hacía unos pocos meses. “Este fue el primer acto terrorista contra un ciudadano español”, dijo Ramón Gil-Casares, el secretario de Estado de la Cancillería de España, después del ataque. “No sabemos por qué abrió la puerta, si era porque conocía a uno de ellos. Era un profesional en materia de seguridad, y no debería haber abierto la puerta habiendo tenido ese tipo de entrenamiento.” España desplegó recientemente tropas en Irak, lo que da una pista de los motivos del grupo atacante.
El ataque con bomba fue en un barrio pobre chiíta conocido como Sadr City, anteriormente Saddam City, en el noreste de Bagdad. El atentado fue llevado a cabo cuando 50 oficiales de la policía se habían reunido afuera del complejo para cobrar su salario. Los testigos dijeron que un Oldsmobile blanco corrió hacia el complejo y que, a pesar de los esfuerzos de los oficiales que abrieron fuego contra él, se incrustó contra un vehículo estacionado y estalló. “Corrí y me golpeé la pierna. Cuando miré hacia atrás, todo lo que pude ver era fuego”, dijo a los reporteros uno de los oficiales heridos, Khalid Sattar Jabar, desde su cama en el hospital. El oficial dijo que pudo ver al conductor, y lo describió como un hombre con barba y mucho cabello. Dentro de la estación, un sargento de policía que sufrió heridas en las piernas, Saad Drawal al-Dharaji, dijo que un imán local había amenazado con tomar acción contra la estación de policía salvo que entregara a algunos policías como “castigo” por haber servido bajo Saddam. El policía dijo que el imán le había dicho: “Nos vengaremos por esto”.
Una mezquita cercana advertía a la gente que abandonara el área por temor a un segundo automóvil bomba. “Fue una enorme explosión y todo se oscureció por los escombros y la arena. Fui arrojado al suelo”, dijo Mohammed Adnan, de 35 años, un vendedor de melones. Al final del ataque el área alrededor del complejo era una escena de devastación, con automóviles de policía destrozados que habían sido desparramados alrededor del lugar de la bomba y los escombros llenando un gran patio frente al edificio de un piso de la policía.
Bernal es el segundo muerto español en Irak desde que la fuerza de invasión liderada por Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein. El capitánde la marina Manuel Martín-Oar murió de heridas recibidas en el bombardeo de los cuarteles de la ONU en Bagdad en agosto. Martín-Oar era responsable de la coordinación de la asistencia humanitaria, y era el nexo entre las organizaciones asistenciales y la ONU.
El gobierno conservador de José María Aznar apoyó la guerra del presidente Bush, a pesar de la masiva oposición entre los españoles, y envió unas 1300 tropas para las tareas de pacificación. Pero Gil-Casares dijo que no había un claro motivo que justificara el ataque a Bernal. “No sabemos todavía si lo buscaron porque lo conocían personalmente o si fue porque era miembro de la embajada española o simplemente porque era un occidental y sabían dónde vivía”, declaró.
En septiembre pasado, después del ataque a la ONU, Gil-Casares dijo que la embajada española en Bagdad había contratado iraquíes para fortalecer la seguridad de los diplomáticos. Pero Bernal no tenía guardia de seguridad en su casa, y la corresponsal del diario El País de Bagdad, Angeles Espinosa, confirmó que el diplomático nunca estaba acompañado por un guardaespaldas.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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