EL MUNDO › AL LIDER LABORISTA LO DEFINEN COMO UNA MINICORPORACION QUE SE NUTRE DE DAR CONFERENCIAS, CONSULTORIA Y MANEJO DE EMPRESAS
Desde que renunció a su cargo de primer ministro, en 2007, Tony Blair acumuló una fortuna calculada en torno de los 100 millones de dólares, complementada con un abanico de propiedades de alrededor de 40 millones.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
En la danza de los millones pocos bailan mejor que los ex primer ministro del Reino Unido. Al abandonar 10 Downing Street, la no fumadora Margaret Thatcher pasó a ganar unos 500 mil dólares anuales como consultora de Philip Morris. En esa puerta giratoria que une el más alto nivel de función pública con la más lucrativa actividad privada, su sucesor, el también conservador John Major, pasó a integrar el directorio del Carlyle Group, una inversoría global. Pero es el coartífice de la invasión a Irak en 2003, el ex premier laborista Tony Blair, el que ha llevado este arte a su máxima expresión.
Desde que renunció a su cargo de primer ministro, en 2007, Blair acumuló una fortuna calculada en torno de los 100 millones de dólares, complementada con un abanico de propiedades de alrededor de 40 millones. Una de las fuentes de esta buena fortuna ha sido su nombramiento, no bien abandonó 10 Dowing Street, como enviado especial del Cuarteto en el Medio Oriente (Estados Unidos, Unión Europea, Naciones Unidas y Rusia) gracias al decisivo respaldo del entonces presidente George W. Bush (“Blair se la jugó por mí”).
Como cualquier lector medianamente informado de asuntos internacionales sabe, no ha habido grandes avances en la pacificación del Medio Oriente desde esa fecha, pero según el libro Blair Inc: the man behind the mask, de los periodistas Francis Beckett, David Hencke y Nick Kochan, que se publicó ayer, la región ha resultado económicamente providencial para el ex primer ministro.
El emir de Kuwait le pagó 40 millones de dólares en cuatro años por servicios de consultoría. Abu Dhabi desembolsó un millón y medio por año por su “asesoría estructural global”. Según Blair Inc hay un acuerdo secreto con la empresa saudí PetroSaudi en 2010 por sus buenos oficios de relaciones públicas con China que le reporta 60 mil dólares por mes y un 2 por ciento de comisión sobre cualquier contrato firmado. Entre los distintos contratos que están en el dominio público se encuentran:
- El directorio de J. P. Morgan Chase por unos 3 millones de dólares anuales.
- Zurich Insurance por unos 800 mil anuales.
- Kazajastán: 13 millones por año por asesoramiento económico y de gobernanza.
La lista es larga y en plena campaña para las elecciones del 7 de mayo ha encontrado nuevos capítulos, como el documento publicado recientemente por el dominical The Sunday Times, del grupo Murdoch, con una propuesta de sociedad por 45 millones de dólares con los Emiratos Arabes Unidos. En enero, un diputado conservador, Andrew Bridgen, presentó una moción parlamentaria para que los ex primer ministros se rigieran por el mismo código de conducta ética que gobierna su actuación pública. “El Medio Oriente está en llamas y él sigue beneficiándose con sus contratos. Está dañando la imagen británica”, señaló Bridgen.
En el laborismo también hay voces críticas. En una muestra de apoyo de cara a las elecciones del 7 de mayo, Blair donó unos 1700 dólares per capita a 106 diputados que deben triunfar en reñidos distritos electorales para poder elegir al líder partidario Ed Miliband como primer ministro. No todos aceptaron los fondos. En su cuenta de Twitter, Lesley Brennan, candidata de Dundee East, Escocia, indicó que por puro “instinto” no iba a aceptar la donación. “Lo discutimos con el equipo. Dundee East no acepta las mil libras”, escribió.
La maquinaria Blair permanece impertérrita a estos reveses. En 2003 hubo un tormentoso escándalo político por la adquisición de dos departamentos en Bristol, por un millón de dólares, con la ayuda de un oscuro personaje que le había facilitado un descuento. Un año más tarde, todavía primer ministro, adquirió una casa en el centro de Londres por casi seis millones de dólares con un depósito que superaba ampliamente su sueldo. Hoy Tony Blair no sufre esas pequeñas ignominias: compra en efectivo.
El ex primer ministro ha puesto sobre la mesa unos tres millones de dólares para las casas de dos de sus hijos y un millón para la de una hermana suya. En octubre pasado, su esposa, Cherie, adquirió 10 departamentos en Manchester y 14 en la ciudad costera South Port, además de una casa de campo en Buckingamshire.
Las consultorías no son su única fuente de ingresos. Al igual que Bill Clinton, Blair gana fortunas con sus conferencias: unos 15 millones de dólares, según Blair Inc. El Washington Speakers Bureau, que cuenta también a George W. Bush entre sus oradores públicos, y el All American Speakers Bureau le pagan más de 300 mil dólares por aparición pública, pero el dinero no hace milagros.
La fama de “silver tongue” (labia de plata) que tenía como político no lo ha acompañado en sus conferencias, que se parecen a las banalidades que puede pronunciar un gurú de autoayuda para los poderosos. “Cuando no se sabe qué va a pasar, cuando otros sienten incertidumbre o dudan, cuando el resultado mismo está en discusión: allí es cuando aparecen los líderes”, dijo recientemente a una audiencia de adoradores chinos en Beijing.
El manejo de esta creciente fortuna se hace por los canales usuales para los ricos y famosos. Según los autores de Blair Inc, hay una red de 12 entidades legales con testaferros que maneja Bircham Dysson Bell, un buffet de abogados especializados en las finanzas de multimillonarios. El contador Richard Murphy, fundador de Tax Justice International, señala que Blair es prácticamente invisible en sus compañías. “Es imposible encontrarlo a pesar de que es el dueño de todas las compañías. Es el arte de las finanzas offshore”, señala Murphy.
En un extracto de su libro Blair Inc, los autores arriesgaron una definición de Blair que va mucho más allá del líder laborista que ganó tres elecciones consecutivas. “Por la mañana es el gran negociador del Medio Oriente, por la tarde es el empresario que lubrica relaciones y auspicia grandes contratos. En esencia, hoy Blair es una minicorporación que le sigue sacando el jugo a su viejo trabajo de primer ministro.”
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