Jue 23.10.2003

EL MUNDO

Cómo hacer de Irak un lugar más seguro para la América corporativa

La Conferencia de Donantes para Irak se inicia hoy en Madrid, pero lo más jugoso del negocio de reconstrucción ya fue concedido a las corporaciones estadounidenses, entre ellas la que dirigía el vicepresidente Dick Cheney.

Por Rosa Townsend*
Desde Miami

Las empresas de Estados Unidos tienen de partida una posición privilegiada para obtener los contratos de reconstrucción de Irak, al menos las que repartan los dos fondos controlados por Washington, que son los proyectos de mayor envergadura. Uno de los fondos se financia con las ventas de petróleo iraquí –que podrían ascender a 15.000 millones de dólares en el próximo año– y otro con los cerca de 20.000 millones presupuestados por el Tesoro de EE.UU. El tercer fondo, de carácter multilateral, saldrá de los aportes de la Conferencia de Donantes que se inicia hoy en Madrid.
“La idea de la Conferencia de Madrid es hacer la situación confortable para los donantes, pero no creo que cambie mucho la dinámica. Para llegar a Bagdad hay que pasar por Washington”, dijo ayer a este diario Bart Fisher, cofundador del EE.UU.-Irak Business Council y socio de uno de los bufetes de lobby de Washington, Dorsey & Whitney, que representa a varias empresas que aspiran o ya han conseguido contratos. EE.UU. ya ha otorgado los proyectos del primer tramo de reconstrucción pero “quedan miles de millones de dólares por repartir, porque éste va a ser un proceso de tres o cuatro años, asumiendo que todo vaya bien”, señaló por su parte Timothy Mills, ex oficial del Pentágono y socio del estudio Patton Boggs, que igualmente representa a decenas de empresas norteamericanas en los concursos de licitación de obras en Irak. Sólo para las redes de tendido eléctrico, agua potable y alcantarillado hay presupuestados más de 10.000 millones de dólares.
Mills y otras fuentes consultadas critican la falta de mecanismos de transparencia y control, así como la “innecesaria velocidad” con la que se sacan los concursos, que en un gran número de casos dan sólo tres a siete días a las empresas para que presenten sus proyectos. Tales condiciones han convertido el proceso de reconstrucción en un laberinto en el que nadie sabe cómo se otorgan los contratos, ni cuántos hay, ni quién los supervisa. “Quienes se benefician son las empresas con conexiones o las que tienen información (sobre los requisitos de las licitaciones)”, subraya Mills.
Los contratos concedidos hasta el momento confirman la teoría de Mills. Prácticamente la totalidad de los proyectos, por cerca de 4000 millones de dólares, han sido para compañías estadounidenses conectadas, aunque también es cierto que la mayoría de los subcontratos han sido entregados a empresas iraquíes. Halliburton, la corporación que dirigía el vicepresidente Dick Cheney hasta asumir el cargo, ya ha cobrado más de 1400 millones de dólares por obras de reconstrucción de infraestructura petrolera y está en primera fila para el reparto de otros más de 1100 millones para la segunda fase, junto con otras dos norteamericanas, Parsons y Fluor. La reconstrucción de infraestructura no petrolera la realiza la constructora Bechtel por 680 millones de dólares iniciales –Bechtel a su vez ha dado 140 subcontratos, 102 de los cuales los tienen empresas iraquíes que emplean a 40.000 iraquíes–.
BearingPoint, una firma de informática y servicios de consultoría, se encarga de reformar la economía de Irak por 80 millones de dólares. BearingPoint ha subcontratado a su vez parte de las labores con otras empresas americanas, entre ellas Chemonics International Inc., J.E. Austin Associates y Services Group. La reconstrucción de las telecomunicaciones se la reparten Lucent, Raytheon y Northrop Grumman. Y la gestión del Banco de Comercio de Irak se la ha llevado un consorcio internacional encabezado por JP Morgan Chase. En el rompecabezas de concesiones, la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid) –que es la que junto con el Pentágono ha resuelto los concursos– ha decidido contratar hasta la propia supervisión de los contratos.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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