EL MUNDO › OPINIóN
› Por Mercedes López San Miguel
Con el triunfo del No Alexis Tsipras les ganó una pulseada a sus socios europeos y a la oposición griega. Hace tan sólo seis meses el líder de Syriza llegó al poder con promesas de cambio para una Atenas sometida a las recetas de austeridad dictadas por los acreedores internacionales y la consecuente inestabilidad de la dirigencia helena.
A diferencia de los últimos tres gobiernos del conservador Costas Caramanlis, el socialista Giorgos Papandreu y el también conservador Antonis Samaras, el izquierdista Tsipras enfrentó las imposiciones de ajuste de los anteriormente conocidos como troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) y, al ver la intransigencia de sus socios, pateó el tablero y llamó a un referéndum para que fuera el pueblo el que decida si acepta o no continuar en el camino de los recortes.
En noviembre de 2011, Papandreu amagó con convocar a una consulta popular sobre el paquete de rescate, pero dio marcha atrás y cedió ante la presión de los mercados y de los líderes europeos. Su sumisión volvió impopular al socialista que había hecho campaña bajo el lema “Devolveremos la sonrisa a Grecia”. Durante su gobierno, Caramanlis fue acusado de falsear las cuentas del déficit griego con el apoyo de Samaras. El rotundo No de ayer estuvo también dirigido a los viejos partidos y rostros de la oposición, que hicieron campaña por el Sí, alineados con el Eurogrupo.
Para la Unión Europea y el FMI resultó imperdonable que el gobierno de Tsipras jugara una carta democrática ante la negativa de los acreedores de alcanzar un acuerdo lo suficientemente bueno para ellos –no para el pueblo griego– que evitara empujar a Atenas al borde del default. En vano el gobierno de Syriza pidió al Fondo que extendiera el plazo de pago de la cuota de 1600 millones de euros: el martes pasado el país heleno entró en moratoria, uniéndose a Somalia, Sudán y Zimbabwe.
Aunque Tsipras insistió en que la votación no tenía que ver con el euro o con Europa, la derecha europea y los medios de comunicación afines comenzaron con una campaña de miedo, advirtiendo a los griegos que la consecuencia de respaldar a Syriza sería la tan temida Grexit (salida de Grecia de la zona euro).
La victoria del No marca un antecedente en el Viejo Continente de participación del pueblo en la macroeconomía. Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, el partido español aliado de Syriza, habla de punto de inflexión. “Cuando el Eurogrupo expulsó a Varoufakis (ministro de Finanzas griego) de la reunión sólo dejó dos alternativas: la autoritaria y la democrática. La autoritaria impedía que el pueblo fuera consultado. La democrática se impuso. Grecia marca un punto de inflexión: la solución pasa por confiar en el pueblo.”
Podemos siente la victoria de Syriza como propia, dado que ambas formaciones plantean una Europa menos dependiente de los mercados. “Mañana si el Eurogrupo pretende mantener sus exigencias, ignorando el resultado, tiene enfrente al pueblo griego y a todos los demócratas europeos”, sostiene Monedero. Y agrega el politólogo español: “El resultado del referéndum nos obliga a todos a decir ‘basta al chantaje’ y agranda la brecha entre los políticos europeos y la ciudadanía”.
Aunque los socios de Grecia apostaron a que Tsipras perdiera el referéndum, el líder de Syriza obtuvo un contundente voto de confianza que lo fortalece a la hora de negociar.
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