Más de medio millón de fieles asistió bajo un sol abrasador a la misa que el papa Francisco ofició ayer en Guayaquil, la primera en la gira de ocho días que lo llevará también a visitar Paraguay y Bolivia, según cálculos de autoridades locales. En la homilía, que tuvo lugar en el parque Los Samanes, el jefe de la Iglesia católica destacó el valor de los lazos. “Lo mejor para la familia está por venir, aunque todo parece derrumbarse, recen y esperen”, pidió el pontífice durante la misa. El Papa afirmó que desde la pareja se forma la familia, en la que se aprende “a amar, a pedir perdón, a perdonar, a construir una cultura de vida compartida y de respeto a quienes nos rodean”.

Antes de iniciar la ceremonia litúrgica, el religioso recorrió el parque con el papamóvil, que no se detuvo para que Jorge Bergoglio pudiera acercarse a los peregrinos, tal como ocurrió en su visita a Brasil, en 2013, donde intervino en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).Los fieles, muchos de ellos pasaron la noche en el parque, alzaron sus rosarios, fotos del papa argentino, cirios y otros recuerdos para que fueran bendecidos por Francisco. Se calcula que alrededor de 250.000 personas acamparon en la noche del domingo al lunes en Los Samanes, de 379 hectáreas, para asegurarse un lugar cerca del altar. Antes del recorrido en el vehículo papal, los bomberos lanzaron agua con mangueras para refrescar a los fieles, que esperaron a Francisco sofocados por las altas temperaturas, que llegaron a promediar los 30 grados.

Según Francisco, el trabajo por los más pobres en países asolados por la crisis es una de las tareas principales de la Iglesia católica y de su pontificado. “Dios siempre se acerca a la periferia de aquellos que se quedaron sin vino”, señaló en uno de los momentos clave de su oración. Durante la misa, el Papa estuvo acompañado por autoridades eclesiásticas, mientras que en las primeras filas se ubicaron las autoridades civiles. A ambos lados del altar fueron colocadas imágenes del Cristo del Consuelo y de la Virgen María de Guayaquil, de mucha devoción en la ciudad ecuatoriana, y que fueron trasladadas desde sus santuarios hasta el lugar de la homilía.

Después de oficiar la misa, el Papa continuó su agenda en Guayaquil con una visita al santuario del Señor de la Divina Misericordia, el segundo templo más grande de la ciudad, donde se reunió con niños con capacidades diferentes, enfermos terminales, ancianos y religiosos. Se estima que más de 13 millones de los 14,6 millones de ecuatorianos están bautizados. Llegó hasta el santuario en un Fiat Idea, solicitado por él para recorridos sin el papamóvil. A lo largo de los 13 kilómetros de distancia entre el aeropuerto y la iglesia se vieron personas apostadas al borde del camino que intentaron ver al papa pasar en su vehículo.

El pontífice arribó a las 9.45 hora local (11.45 hora argentina) al Aeropuerto José Olmedo de Guayaquil, donde fue recibido por un grupo de niños con las banderas del Vaticano, a quienes saludó uno por uno y hasta se sacó una selfie con algunos. En la alfombra roja sobre la pista aérea también estuvo el alcalde local, el opositor Jaime Nebot, que declaró huésped de honor al pontífice y le entregó la llave hecha de una aleación de plata fina y oro de 18 quilates, de 23 centímetros de longitud, con el escudo de la localidad dentro de un círculo de 24 perlas.

Quito le otorgará hoy los mismos honores reservados para jefes de Estado y personalidades importantes que visiten Ecuador. El alcalde de la capital, Mauricio Rodas, hará lo propio hoy en la plaza de San Francisco, ubicada en el centro histórico, tras un encuentro que mantendrá Francisco con representantes de la sociedad civil. La llave en este caso fue fabricada en bronce y bañada en plata y tiene talladas la cúpula de la Catedral de la capital en el mango. Será entregada en el interior de una caja de madera de cedro de 18x12 centímetros y cuatro de alto que en la parte superior tiene una placa de metal con el escudo de la ciudad forjado en alto relieve y un broche de metal.