EL MUNDO › EL PARLAMENTO FRANCéS VOTó A FAVOR DEL PLAN DE RESCATE GRIEGO
El Frente de Izquierda de Mélenchon fue el único que votó en contra en Francia. La sensación entre los analistas europeos es pesimista, ya que descreen de que la fórmula que el Eurogrupo le impuso a Atenas le permita salir de la crisis.
› Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París
“La troika consiguió la mitad de su cometido. El estrangulador plan de los acreedores de Grecia (FMI, Banco Central Europeo, Comisión Europea) precipitó la rebelión de la mitad de la dirección de Syriza justo el día en que varios parlamentos europeos, entre ellos el de Grecia, votaban a favor o en contra del plan pactado en la madrugada del 13 de julio. “Delirante”, “inocuo”, “descabellado”, “irrealista”, los calificativos negativos poblaban ayer la mayor parte de los comentarios de economistas y expertos en la prensa francesa. En París, el voto parlamentario a favor del plan de rescate griego pasó sin dificultades. Una mayoría de 412 votos a favor y 69 en contra aprobó este dispositivo. Muchos, principalmente los parlamentarios de la izquierda, lo hicieron sin convicción y azorados por la confusión que se desprende de lo que se asemeja a una tutela de Grecia y a la decapitación de Syriza. El Front de Gauche (Frente de Izquierda, de Jean-Luc Mélenchon) votó en contra. François Asensi, un diputado del Frente de Izquierda, decía: “Grecia está en estado de ocupación. Este acuerdo es un golpe de Estado institucional que empeorará las condiciones de vida de los griegos”.
En Atenas, el mismo primer ministro Alexis Tsipras dijo que no “creía” en dicho acuerdo. El jefe del Ejecutivo francés, Manuel Valls, aseguró en la Asamblea Nacional: “Francia no abandona a Grecia”. No existe un riesgo real de que en los demás países que votan el plan de rescate el juego parlamentario bloquee su aplicación, excepto si el Parlamento alemán lo veta. Hay, de hecho, una cláusula interna que excluye la eventualidad de un veto. El Mecanismo europeo de Estabilidad prevé que un dispositivo de ayuda puede ser validado si los países que representan el 85 por ciento de su capital están de acuerdo con él. Finlandia, por ejemplo, es el país más opuesto al plan, pero apenas pesa un 1,7 por ciento del capital. Alemania pesa el 26 por ciento; Francia, 20 por ciento.
La sensación dominante es en todas partes negativa. Pocos creen que con la descabellada fórmula que el Eurogrupo le impuso a Atenas el país salga del marasmo en el cual se encuentra. Más bien, las apuestas están abiertas y parlamentarios y analistas se preguntan cuánto tiempo tardará Grecia en salir del euro. La idea alemana de una salida “organizada” de Atenas de la Zona Euro ha ganando muchos adeptos entre los dirigentes europeos. Una suerte de resignación pesada cubre la mayor parte de las declaraciones. Europa está, de hecho, deprimida.
El manotazo alemán dejó una sensación de impotencia y de susto. La demostración de fuerza de Berlín, la obediencia del resto de los países de la Zona Euro, la más que cruel evidencia de que Europa está controlada por un grupo (el Eurogrupo) fuera de cualquier supervisión democrática, que no es producto de ninguna mayoría, que carece de mandato y, también, de la más mínima legitimidad institucional pero imputa sus políticas a una consecuente masa de ciudadanos, han producido un impacto considerable. Cada día que pasa enreda la madeja. Sobre la pertinencia misma del plan, hasta el FMI emitió sus dudas. En un documento del Fondo Monetario Internacional filtrado en Bruselas, el FMI dice claramente que la deuda griega es “totalmente inviable”. El organismo de crédito internacional calcula que dentro de dos años el endeudamiento griego, incluso después del rescate, llegará “cerca del 200 por ciento del PIB” (177 por ciento actualmente). El informe del Fondo, de cuyo contenido los ministros de Finanzas del Eurogrupo ya estaban al corriente el sábado pasado cuando negociaban con Atenas en Bruselas, respalda la posición de Tsipras sobre la necesidad de reestructurar la deuda. El FMI se pronuncia sin rodeos a favor del “alivio de la deuda en una proporción muy superior a la que se consideró”. El FMI plantea la idea de “fuertes quitas”, pero concluye diciendo que “les corresponde decidir a los socios europeos”. En su discurso ante la Asamblea Nacional, el primer ministro francés, Manuel Valls, dijo: “El tratamiento equilibrado de la deuda es vital para Grecia, para que el país pueda contemplar un futuro que no se limité a reembolsar”. Por ahora, sin embargo, Europa cerró las puertas de ese futuro.
Las críticas son hoy legión. En ellas prevalece un sentimiento: la troika quiso derribar al gobierno de Syriza y hacer con ello un ejemplo para neutralizar a todas esas izquierdas que se asoman en el horizonte del hastío europeo. Ese ya nefasto pacto de Bruselas es analizado con suma virulencia por economistas de todos los sectores. En un riguroso análisis publicado por el matutino Libération y firmado por dos economistas, Dany Lang y Hélène Tordjman, ambos escriben: “Desde el giro liberal de los años 80, Europa muestra un rostro cada vez más duro, gris, moroso, con una visión del proyecto europeo de contador egoísta. (...) A la falta manifiesta de legitimidad democrática, Europa añade la pobreza de una visión fría y calculadora, al servicio de la finanza internacional antes que de los pueblos”.
“El referendo griego revela aún algo peor: cuando ya estaba larvada y escondida en el lenguaje administrativo, la violencia de las ‘Instituciones’ tecnocráticas apareció a plena luz. Con ello le asestó un golpe grave a la soberanía y a la dignidad de un país miembro de la Zona Euro. Y ello, sin resolver ninguno de los problemas.” La troika, la Eurozona y su modelo financista de la sociedad cumplieron con uno de sus propósitos: hacer tambalear el sistema político griego, debilitar a Syriza, empujar a Tsipras al vacío y la renuncia, provocar manifestaciones, caos y violencia, hacer que se derrame la sangre sobre los adoquines de una democracia malherida. Europa promovió un golpe de Estado financiero, brutal, humillante, descabellado. Ni este ni el próximo Ejecutivo podrán pagar esa deuda. Europa lastimó su propia invención, pisoteó sus credos y se ridiculizó ante el mundo entero. La cuna de la democracia hirió de muerte a su creadora en una mezcla de violencia financiera, oprobio, incompetencia, indolencia y la inocultable complicidad de sus instituciones con esta crisis que está arrasando un país entero y un proyecto político hacia el barranco de la derrota.
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