EL MUNDO › FUERTE CRUCE SOBRE LA CRISIS MIGRATORIA ENTRE EL VATICANO Y LA DERECHA CONSERVADORA
Desde principios de 2015 habrían muerto en el Mediterráneo al menos 2300 migrantes, 500 más que el año pasado. Según la OIM, a fines de agosto serán unos 250.000 los refugiados que habrán llegado este año por distintas vías a tierras europeas.
Página/12 En Italia
Mientras exponentes de la Iglesia mantienen una polémica con los políticos italianos, a los que acusan de no hacer lo suficiente para ayudar a los miles de inmigrantes que siguen llegando a la península, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dio a conocer ayer el último estudio de sus expertos que afirma que desde principios de 2015 han muerto en el Mediterráneo al menos 2300 migrantes, 500 más que el año pasado. Según la OIM, a fines de agosto serán unos 250.000 los refugiados que habrán llegado este año por distintas vías a tierras europeas para pedir asilo, superando ampliamente la cifra del 2014, que en todo el año fue de 219.000 migrantes.
Integrada por 157 países, la OIM tiene su sede principal en Suiza, pero cuenta también con oficinas en Italia y otros países. La organización internacional dijo también en un comunicado que desde principios de 2015, 102.000 migrantes atravesaron el canal de Sicilia –el espacio de unos cien kilómetros que separa la isla de Sicilia de Libia, en la costa norte africana–, al que caracterizó como “la ruta más mortal del mundo” para quien escapa de la violencia, los desastres y la pobreza. De todas maneras, aclaró que el desierto del Sahara, por el que pasan camiones de traficantes repletos de nigerianos, eritreos y somalíes, entre otros, para llegar a las costas de Libia y embarcarse hacia Europa, podría ser peor, pero el problema es que no hay datos suficientes como para poder hacer cálculos precisos ni previsiones. “La situación en el Mediterráneo es muy preocupante”, subrayó el portavoz de OIM, Joel Millman. Por su parte, el director general de la OIM, William Swing, indicó que si bien ha habido progresos, al reforzarse las operaciones de rescate Tritón, organizada por la Unión Europea, “hay que hacer más para ofrecer al apoyo adecuado a las personas desesperadas que ponen su vida en manos de los traficantes sin escrúpulos”. Si bien Italia es uno de los países que más migrantes ha recibido vía mar, el record le corresponde a Grecia que, agregados a sus infinitos problemas económicos, ha recibido este año 134.988 refugiados provenientes de Turquía como país de paso, aunque los principales países de origen son Siria, Eritrea, Afganistán, Nigeria y Somalia.
En cuanto al rol desempeñado por Italia y sus políticos en toda esta tragedia, Monseñor Nunzio Galantino, secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, haciéndose eco de los innumerables mensajes y alusiones del papa Francisco a favor de los inmigrantes, en una entrevista con Radio Vaticana tuvo palabras muy duras para con los políticos. “Nosotros como italianos deberíamos distinguir entre la realidad y la percepción que de ella tenemos –dijo–. Escuchamos que se habla de que es ‘insoportable’ el número de las personas que piden asilo político. En mi opinión ésta es una actitud que viene alimentada por esos ‘comerciantes de poca monta’ que con tal de conseguir votos dicen cosas extraordinariamente insípidas. Sé que la recepción (de los inmigrantes) es un esfuerzo, sé que es difícil abrir la propia casa, abrir el propio corazón, abrir la propia realidad.” El obispo recordó además que Jordania, un país que tiene poco más de seis millones de habitantes y que acababa de visitar, ha recibido más de dos millones de refugiados. “Y no porque ellos tienen más medios. Probablemente porque tienen sólo un corazón más grande”, indicó.
Las palabras del obispo Galantino desencadenaron un infierno. Los políticos italianos, sobre todo de la derecha conservadora de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, y La Liga Norte, se ensañaron con el prelado y con el papa Francisco, al que alguno de ellos le dicen que, ya que tanto habla a favor de los refugiados, por qué no los recibe en el Vaticano, que es un Estado con territorio propio (aunque de poco más de 1 km2). Giorgio Silli, el responsable de temas migratorios de Forza Italia, en una carta abierta a Galantino, dijo –hablando como católico practicante, aclaró– que “es fundamental acoger, indispensable alimentar y curar, pero es impensable e imposible hacerlo con un número infinito de personas”. Siempre dentro de la derecha, otros sugirieron al papa Francisco que hiciera una llamada a los premier Merkel, de Alemania; Hollande, de Francia; Rajoy, de España, y Cameron, de Inglaterra, exhortándolos a recibir más migrantes, dado que esos países han puesto límites mayores de lo que se esperaba. Roberto Maroni, de la Liga Norte y actual presidente de la región Lombardía, ha propuesto hacerle juicio al gobierno de centroizquierda de Matteo Renzi que permite la “entrada incontrolada de clandestinos”. Para algunos intendentes y presidentes de regiones, la situación es desesperante, no quieren saber más nada con los migrantes, como el presidente de la región Veneto, Luca Zaia, que le propuso al Papa que escuche a los sacerdotes que viven en su región porque piensan igual que él. Pero algunos intendentes están a favor de los pobres refugiados, como el alcalde de Florencia, Dario Nardella, que el 11 de agosto, día que conmemora la liberación de la ciudad del nazi-fascismo, comparó a los inmigrantes con la Resistencia. “Los que buscan desesperadamente la libertad y para eso atraviesan el mar sabiendo que corren serios riesgos, no son menos dignos que nuestro partisanos que llevaron adelante la Resistencia”, dijo.
Mientras el gobierno italiano ha mantenido un discreto silencio sobre toda esta polémica, algunas organizaciones humanitarias como Emergency salieron a defender a Galantino y al Papa. “El Vaticano ha hecho bien al llamar la atención de Italia sobre la recepción de los inmigrantes. Nuestro país podría hacer más pero con la ayuda de Europa –dijo la presidenta de esa organización, Cecilia Strada–. Creo que el Vaticano se ha manifestado sobre un aspecto ético sobre el que tiene autoridad para hablar. Es un principio y un deber el recibirlos y dejar de tratar a los que intentan llegar, escapando de situaciones peores, como si fueran ciudadanos de serie Z, que merecen ser dejados morir en el mar.”
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