EL MUNDO › AL MENOS 95 MUERTOS EN ANKARA, EN EL PEOR ATENTADO TERRORISTA DE LA HISTORIA TURCA
Dos explosiones sacudieron los alrededores de la estación central de tren de Ankara. Justo allí se celebraba una manifestación opositora en favor de la paz, y para denunciar el conflicto entre las fuerzas turcas y los rebeldes kurdos.
Al menos 95 personas murieron ayer en Ankara en un doble ataque suicida perpetrado contra una manifestación de la oposición pro kurda, en lo que fue el peor atentado de la historia turca. Tras un primer balance de 86 muertos, posteriormente el propio primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, confirmó que el balance ascendió a 95 víctimas mortales y 246 heridos, 48 de los cuales se encuentran en cuidados intensivos. Anoche el atentado todavía no había sido reivindicado por ninguna organización. Solo en Estambul, más de 10.000 personas salieron a las calles para repudiar el ataque.
Poco después de la diez de la mañana, dos fuertes explosiones sacudieron los alrededores de la estación central de tren de Ankara. Justo allí se celebraba una manifestación opositora en favor de la paz, y para denunciar la reanudación hace tres meses del conflicto entre las fuerzas turcas y los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). A esa hora, se estaban congregando las delegaciones de sindicatos y partidos políticos de izquierda, entre ellos la principal formación pro kurda del país, el HDP, que confluyeron de toda Turquía para participar en la manifestación. Las detonaciones fueron tan fuertes que hicieron estallar las gruesas ventanas del edificio ferroviario y, en segundos, cientos de personas quedaron salpicadas por una lluvia de restos humanos. Ahment Onen, un jubilado de 52 años que presenció el momento de la tragedia, relató lo ocurrido. “Escuchamos una explosión fuerte y después otra más pequeña. Hubo un gran movimiento de pánico, y luego vimos cadáveres en la explanada de la estación”, señaló.
La cadena de información NTV difundió imágenes de video de un aficionado donde se ve a manifestantes cantando y bailando tomados de la mano, y que de pronto caen al suelo por la potencia de la deflagración. “Vi a un hombre con la pierna arrancada, tumbado en el suelo. También vi una mano seccionada sobre el asfalto”, dijo un testigo, Sahin Bulut, miembro de la Asociación de Ingenieros de Estambul.
El premier Davutoglu afirmó que las autoridades no recibieron ninguna reivindicación del atentado. No obstante, señaló con el dedo a tres movimientos que a su parecer podrían ser posibles autores: el PKK, el Estado Islámico (EI) y el partido Frente Revolucionario de Liberación del Pueblo (DHKP-C), de extrema izquierda. “Existen pruebas claras que demuestran que este ataque fue perpetrado por dos kamikazes”, afirmó el primer ministro.
Por su parte, el copresidente del HDP (Partido Democrático de los Pueblos, pro kurdo), Selahttin Demirtas, señaló que se trató de una masacre terrible cometida por bárbaros. “Estamos confrontados a un Estado asesino que se ha transformado en una mafia”, dijo.
El presidente islamo-conservador Recept Tayyip Erdogan prometió una respuesta contundente contra sus autores. “Condeno este atentado abyecto contra nuestra unidad y la paz de nuestro país”, dijo. “El ataque no se distingue en nada de los actos de terror contra otros ciudadanos inocentes, funcionarios, policías y soldados”, afirmó en referencia a los ataques de la guerrilla kurda.
Además de la gran movilización en Estambul, vigilada por un fuerte dispositivo policial, hubo protestas en las ciudades de mayoría kurda, como Diayarkibir, Izmir (oeste), Batman, Urfa y Van (sudeste). Dos horas después de las explosiones, los agentes tuvieron que disparar al aire para dispersar a los manifestantes encolerizados por la muerte de sus compañeros en las explosiones que gritaban “policías asesinos”. La compañía estadounidense Twitter anunció “dificultades de acceso” a ese sistema de mensajería rápida en el país, como ya sucedió en otras ocasiones en el pasado.
El antecedente más cercano al ataque de ayer tuvo lugar el pasado 20 de julio, cuando un atentado suicida atribuido al grupo Estado Islámico (EI) mató a 32 militantes de la causa kurda en la ciudad turca de Suruç, muy cerca de la frontera con Siria. Tras ese ataque arreciaron los enfrentamientos entre el ejército turco y los rebeldes del PKK, que hicieron volar por los aires un frágil alto el fuego vigente desde marzo de 2013. Más de 150 policías o soldados murieron desde entonces en atentados atribuidos al PKK. Las autoridades turcas afirman por su lado que “eliminaron” a más de 2000 miembros del grupo rebelde en sus operaciones de represalia.
Sin mencionar el atentado, el PKK anunció ayer la suspensión de sus actividades antes de las elecciones, que están previstas para noviembre. “Nuestro movimiento decretó un periodo de inactividad de nuestras fuerzas de guerrilla, salvo si nuestros militantes y combatientes son atacados”, aunció en un comunicado la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), que agrupa a todos los movimientos rebeldes. “No haremos nada que pueda impedir unas elecciones justas”, añadió el movimiento. En las legislativas del 7 de junio el partido de Erdogan perdió la mayoría absoluta que tenía desde hace 13 años, en parte gracias al buen resultado del HDP. Tras fracasar las negociaciones para formar un gobierno de coalición, Erdogan convocó unas elecciones anticipadas en las que espera recuperar la iniciativa.
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