EL MUNDO › ENTREVISTA A IÑIGO ERREJON, SECRETARIO POLITICO DE LA FORMACION ESPAÑOLA PODEMOS
El politólogo que coescribió el libro que da cuenta de las ideas que sustentan el programa electoral de Podemos critica a la derecha pero les escapa a las etiquetas ideológicas.
› Por Mercedes López San Miguel
Es el número dos y secretario político de Podemos, el partido que lidera Pablo Iglesias. Iñigo Errejón conoció a Iglesias durante las movilizaciones contra la guerra en Irak que se realizaron en Madrid en 2003, en oposición al gobierno belicista de José María Aznar. Errejón tenía entonces 19 años e Iglesias 24. Se hicieron amigos, trabajaron en el Departamento de Geografía Política y Teoría Política en la Universidad Complutense y, paralelamente, empezaron una militancia hasta el lanzamiento del partido en enero de 2014. El punto de inflexión fue el movimiento de los indignados del que fueron parte, cuyo nacimiento se ubica el 15 de mayo de 2011 en un contexto de severa crisis económica.
Errejón le rehúye a definir a su formación como de izquierda, incluso no termina de convencerle la denominación de “populismo de izquierda” de la politóloga belga Chantal Mouffe. Junto a Mouffe, el politólogo español coescribió el libro Construir pueblo, hegemonía y radicalización de la democracia, que da cuenta de las ideas que sustentan el programa electoral de Podemos. El dirigente vino a Buenos Aires como disertante en un homenaje al intelectual argentino recientemente fallecido Ernesto Laclau, esposo de Mouffe, y autor junto a ella de la obra emblemática Hegemonía y estrategia socialista. En diálogo con Página/12, Errejón habla de su proclama de cambio para poner fin “a la casta que no gobierna para el país”, a la vez que es consciente del peso de la maquinaria de los partidos tradicionales PP y PSOE –primero y segundo en los sondeos– de cara a los comicios generales del 20 de diciembre.
El estratega de Podemos plantea una reforma constitucional para España, que incluya un cambio de la Justicia y señala los objetivos para salir de la crisis y lograr una sociedad más igualitaria. “Estamos por el proceso constituyente y queremos incluir el blindaje de los derechos sociales como el empleo, la energía, el agua y la vivienda”, sostiene Errejón.
–El Partido Popular se ubica primero en intención de votos para las elecciones de diciembre. ¿El español es conservador?, ¿le teme al cambio?
–En mayo de 2011 hubo elecciones municipales y autonómicas, donde la derecha acumuló más poder institucional que en toda la historia de la democracia reciente. Muchos votaron al PP porque se había desgastado el PSOE. Hay mucho voto cínico en España, de gente que acude a las urnas sin ilusión y casi más porque le tiene antipatía al partido de al lado que al suyo. El PP es un partido sólido, que se alinea además con los poderes europeos, que les están diciendo a todos los pueblos de Europa que no hay ninguna alternativa a las políticas de ajuste, que son una necesidad técnica. Por eso golpearon tan duro a Tsipras, porque si él demostraba que había una alternativa a los recortes, que se abría un camino distinto, se les caía la excusa a los gobernantes españoles, europeos y portugueses.
–Tsipras fue elegido con una plataforma antiajuste pero termina aplicando recortes. ¿Por qué Podemos respalda al premier griego?
–En Grecia la batalla que se dio no era económica, era nítidamente política. No era un problema de cuánto debía Grecia a Europa, que para la Unión Europea significaba poco dinero. El FMI, que no es muy progresista, reconoció que los recortes iban a hundir más a ese país. Si una economía no crece no puede pagar y si se la asfixia, la deuda no hace más que crecer. Es una lección que en América latina y en Argentina ustedes aprendieron desde hace tiempo. Lo que estaba en juego era partirle el brazo a Tsipras, romper el mandato popular, e intentar un golpe financiero contra el gobierno. Ahora bien, el acuerdo que ha firmado Tsipras es terrible y somos muy honestos al decirlo; sin embargo, ha salvado medidas, como impedir que no les corten la calefacción o el agua a quienes no pueden pagar en invierno, contra los desahucios (desalojos). Son medidas importantes, pero ha tenido que aceptar condiciones que tienen el objetivo de humillar. El gobierno gana tiempo para aguantar una batalla más larga.
–Algunos números de la macroeconomía de España mejoraron, pero el desempleo es del 23 por ciento. ¿Con qué convence el PP?
–El gobierno de Rajoy reconoce que hay una parte de la población que vive en condiciones muy duras, pero no les está hablando a ellos. Hay casi dos millones de familias sin ninguna cobertura ni por empleo ni por subsidio de desempleo. El gobierno intenta asustar, advierte que si se produce un cambio va a ser una catástrofe, como Grecia o Venezuela. Pero la realidad está cambiando: el PP perdió dos millones y medio de votos en el último año y medio.
–¿Podemos capta el voto del desencantado con el PSOE, y Ciudadanos el del elector desilusionado con el PP?
–Un siete por ciento de nuestro voto proviene del PP. Es poco, pero teniendo en cuenta quienes somos, el nivel de polarización que hay con nosotros, es un dato interesante. De cada cien que votan a Podemos siete vienen el PP. Otra premisa en la que descansa el gobierno es que los españoles hemos tocado fondo, y lentamente vamos a ir remontando. Pero Rajoy se ha comprometido con Bruselas a hacer ajustes después de las elecciones, y el FMI ha dicho que nuestro mercado laboral todavía es muy rígido.
–¿Qué propone Podemos para salir de la crisis?
–Hay que romper con la teoría del derrame, que si uno gana mucho se derramará hacia abajo. En nuestro país el problema fundamental es que no se recupera el consumo de las familias. La economía española nunca se ha basado fundamentalmente en las exportaciones, se ha basado en el consumo interno, que ha caído drásticamente porque han caído los salarios. Las reformas laborales han erosionado los convenios colectivos, los asalariados tienen menor capacidad de negociación: los recortes en sanidad y pensiones hacen que la gente tenga que destinar dinero a cosas que antes estaban cubiertas. Planteamos que hay que derogar las reformas laborales del Partido Popular y la anterior del Partido Socialista, que hay que restablecer las condiciones de trabajo que combatan la precariedad, que hay que hacer un plan de rescate ciudadano, que no podemos tener familias sin cubrir. Con ello va a aflorar dinero para el consumo interno. Desde que llegó al poder el PP no para de crecer la deuda, ya es el cien por ciento del PBI, porque cuanto más se asfixia la economía, más tenemos que endeudarnos. Nosotros decimos que hay que hacer al revés, que hay que renegociar tramos, plazos e intereses de la deuda, y darle prioridad al rescate social de los sectores más vulnerables y aplicar una política activa del empleo. Hay que hacerle un giro de 180 grados a la política económica actual. Los ejemplos latinoamericanos de esta última década son útiles. Hemos visto que en América latina precisamente porque se distribuye, se crea empleo.
–¿Piensa en Argentina?
–Sin duda. Sin idealizar ningún proceso, aquí hubo un modelo de inclusión democrática, para expandir la ciudadanía, no como una formalidad que te da derecho a votar, sino como sentido de pertenencia y protección, que te hace parte del juego político. Ha habido una política que ha movido masivamente a sectores, sacándolos de la pobreza e incorporándolos al consumo.
–Chantal Mouffe definió a Podemos como populismo de izquierda, ¿se identifican con esa denominación?
–Creo que hay que diferenciar los términos que se usan en la descripción académica y en la batalla política. Creo que las élites liberales y conservadoras acariciaron durante un tiempo la utopía de concebir una democracia sin pueblo, electores que se comportan como consumidores, que no tienen lazos comunitarios, que no se apasionan por la política. Eso con la crisis se ha roto. En Podemos creemos que la incompetencia de parte de las izquierdas en Europa le han regalado el campo de las identidades nacionales a la extrema derecha. La gente de a pie, los trabajadores, los sectores populares, la gente sencilla fue muy golpeada y se les han roto sus lazos de pertenencia, y que necesita un sentido de identidad y de soberanía. Si nosotros no activamos la pasión de ser en común, de pertenencia colectiva, lo va a hacer el fascismo. Queremos dar esa pelea.
–¿Por qué Podemos no hizo una alianza con Izquierda Unida?
–Nosotros ofrecimos construir las candidaturas regionales con personas valiosas de distintas procedencias, jóvenes, jueces, deportistas, desempleados. Para estas elecciones hicimos lo mismo y va a haber gente de Izquierda Unida en nuestras listas. No queríamos hacer una coalición de izquierdas, porque creemos que el tipo de mayoría popular es mucho más amplia que una etiqueta de izquierda. La palanca que puede ayudar al cambio es Podemos con más gente.
–Hubo acusaciones de financiación del chavismo a Podemos.
–Nos golpeó a todos porque era injusto, y de modo individual a Monedero. El caso se demostró falso, pero estos casos que se arman tienen el objetivo de golpearte en lo político. El ataque sale tres semanas en portadas de diario, y cuando el juez dice que no hay nada ilegal eso sale publicado en un recuadro chiquito. Algunos hemos trabajado en Venezuela como politólogos, dando asesorías en diferentes ámbitos. Nuestros adversarios políticos construyen una especie de identificación, de que queremos que España sea Venezuela. Eso es una estupidez.
–Ustedes plantean una reforma constitucional. ¿Incluye a la Justicia?
–Hay que reformar la Justicia para separarla del Poder Ejecutivo. Tenemos una Justicia muy poco independiente, así es como los casos de corrupción que involucran al PP no se instruyen o tardan dos años en salir, o acaban condenando a dirigentes de medio pelo. El PP se financió de forma ilegal durante 18 años, y el tesorero (Bárcenas) fue a la cárcel. ¿Alguien se cree que no lo sabían Aznar y Rajoy? Si no lo sabían no pueden gobernar por incompetentes, y si lo sabían son unos corruptos. Con una Justicia más eficaz e independiente podríamos avanzar en casos de guante blanco, el problema en España es que los ricos defraudan, le entregan obras públicas al que le paga una comisión del tres o cuatro por ciento.
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