EL MUNDO › ACUSADO DE CORRUPTO, EL JEFE DE DIPUTADOS MANTIENE SU PODER Y MANEJA LA AGENDA PARLAMENTARIA EN BRASIL
Pese a todas las acusaciones y presiones, el diputado dispone de un arma de altísimo poder: de él depende, exclusivamente, que se abra o no un proceso en el Congreso que podrá llevar a la suspensión del mandato de Dilma Rousseff.
› Por Eric Nepomuceno
Página/12 En Brasil
Desde Río de Janeiro
Nada ha sido dicho públicamente, pero tampoco hubo algún tipo de desmentida. Así Brasilia fue sacudida por la advertencia que Eduardo Cunha lanzó a algunos de sus más fieles aliados: si el procurador general de la República, Rodrigo Janot, pide a la Corte Suprema que lo suspenda de la presidencia de la Cámara de Diputados, inmediatamente él aceptará un pedido de apertura de proceso político contra la presidenta Dilma Rousseff, que podrá provocar la pérdida de su mandato.
Entre asesores de la mandataria se considera que la amenaza es real. Y más: que Cunha, acosado como está, es un hombre sin control ni límites. El violento chantaje explícito practicado por él no hace más que confirmarlo. Ayer, el Consejo de Etica de la Cámara de Diputados recibió una denuncia formal presentada contra Eduardo Cunha. La representación oficial pide que el Consejo suspenda su mandato parlamentario por “quiebra del decoro”. El diputado es acusado de haber mentido a la Comisión Parlamentaria de Investigaciones, al afirmar que no tenía ninguna cuenta secreta en el exterior. Mentir a una CPI es, acorde al reglamento interno de la Cámara, “grave quiebra del decoro” y la pena prevista es la suspensión del mandato parlamentario. Y Eduardo Cunha mintió: variada documentación enviada por las autoridades suizas a Brasilia comprueba que al menos cuatro cuentas fueron abiertas en aquel país. La Corte Suprema brasileña ordenó que alrededor de dos millones y medio de dólares depositados en una de ellas fuesen incautados.
Se calcula que, cumplidos todos los plazos reglamentarios, la denuncia recibida por el Consejo de Etica tarde 90 días hasta llegar al pleno de la Casa. Confirmando su peculiar criterio de decencia, ayer mismo Cunha hizo saber a algunos integrantes del Consejo que tiene, en sus manos, amplia documentación sobre sus trayectorias, y que si se siente amenazado no hesitará en divulgar “algunos detalles más bien delicados”.
Hay otras dos denuncias formales presentadas a la mesa directora de la Cámara de Diputados. Pero en ese caso, Cunha pudo maniobrar: determinó que se haga un “análisis de aptitud” de las denuncias antes de dar curso al proceso. El “analista” es un fuerte aliado de Cunha. No hay plazo para que termine su trabajo.
En la Corte Suprema, mientras tanto, tramitan dos investigaciones contra Cunha, a raíz de denuncias sobre evasión fiscal, lavado de dinero, intento de obstrucción a la Justicia y corrupción.
Pese a todas las acusaciones y presiones, el diputado dispone de un arma de altísimo poder: de él depende, exclusivamente, que se abra o no un proceso en el Congreso que podrá llevar a la suspensión del mandato de la presidenta Dilma Rousseff.
Gracias a eso, Cunha mantiene la Cámara (y, por consecuencia, también al Senado) prácticamente paralizado. Ninguno de los proyectos de interés del gobierno tramita. Acosado, Cunha acosa. Y así la crisis política persiste, con sus graves consecuencias sobre la economía en crisis. Como se ve, es imposible tratar el escenario brasileño sin usar la palabra “crisis”...
La parálisis de la Cámara de Diputados no es total sólo porque entre las herramientas de defensa esgrimidas por Eduardo Cunha está la tramitación de proyectos de interés de los segmentos más retrógrados de la Casa, una fuerte bancada reunida bajo la sigla BBB, es decir, “bala, buey y Biblia”, en referencia a los que responden a las reivindicaciones de policías, militares retirados y fabricantes de armas, del agronegocio y los evangélicos. Son ellos los integrantes del batallón de defensa de su colega acusado de corrupción y maestro supremo del chantaje.
El mismo Cunha es evangélico, propietario de emisoras de radio de programación religiosa y autor de algunos de los proyectos de ley que tramitan en alta velocidad en medio de la turbulencia.
Hace una semana, se avanzó rápidamente con una ley que impide que las mujeres víctimas de violencia sexual puedan abortar. Sugerencia de Cunha: que a ellas el servicio público de salud distribuya “píldoras del día siguiente” para evitar que una violación resulte en embarazo. Hace tres semanas se aprobó un Estatuto de la Familia que define como matrimonio exclusivamente uniones entre hombre y mujer. Sólo podrá ser considerada legalmente “familia”, a su vez, aquella formada a partir de un matrimonio. Hace dos días se abrió cauce a un proyecto que, en la práctica, liquida el Estatuto del Desarme, que rige desde 2003. Aprobada en el Pleno, la nueva medida permitirá que mayores de 21 años adquieran armas, desde que encuadrados en algunas categorías profesionales (como camioneros, taxistas, estancieros y, claro, parlamentarios). El nuevo procedimiento, de ser aprobado, hará más fácil obtener una licencia de conducir. Es una vieja reivindicación de la “bancada de la bala”, integrada por ex agentes de las fuerzas de seguridad y cercanos a los fabricantes de armas. Y, también hace dos días, se aprobó una enmienda constitucional que cambia radicalmente la actual legislación sobre reconocimiento de tierras indígenas, que ahora irá al Pleno. Se trata de una vieja reivindicación de los terratenientes y ocupantes ilegales de tierras reclamadas por naciones indígenas. El nuevo proyecto determina que las actuales áreas indígenas no podrán ser ampliadas, y que cualquier nueva iniciativa tendrá necesariamente que ser aprobada por la Cámara de Diputados, que podrá retrasar, según la presidencia de la ocasión, el proceso por el plazo que quiera.
Todo eso confirma que el actual Congreso, y muy especialmente la Cámara de Diputados, es el más conservador desde la retomada de la democracia, en 1985. Al menos 206 de los 543 integrantes de la Casa integran la “bancada BBB”. Aun cuando tratan de temas que no son de su interés directo, suelen votar de manera unida. Un evangélico puede defender un proyecto que favorezca la venta de armas, y así asegura el voto de un ex policía o militar retirado a la hora de aprobar la criminalización del aborto en caso de embarazo resultante de una violación.
Y Cunha, claro, tiene tránsito absolutamente libre en ese campo. Además de coincidencias ideológicas, se calcula que un centenar de diputados contó con financiación obtenida por Cunha en sus campañas electorales. Ninguno de ellos, desde luego, se preocupó por los orígenes del dinero que les llegó. Esa es una muestra de su inmenso poder.
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