Vie 28.11.2003

EL MUNDO

Un divorcio de intereses en el ex partido del Duce

Alessandra Mussolini, la nieta del líder fascista, dejó ayer la posfascista Alianza Nacional por considerar que se ha vuelto demasiado posfascista.

Por Peter Popham *
Desde Roma

Alessandra Mussolini, la figura más glamorosa de la política italiana desde La Cicciolina, nieta del Duce y sobrina de Sofía Loren, anunció ayer que abandona la Alleanza Nazionale (AN), el partido político que desciende directamente del fascismo de Benito Mussolini y por el que es diputada. La ex modelo topless soltó la bomba cuando Gianfranco Fini, líder de su partido y viceprimer ministro, volvió de su gira oficial por Israel, donde denunció al fascismo como un “mal absoluto”.
Nueve años atrás, Fini describió a Benito Mussolini como el “más grande estadista del siglo XX”. Pero en Israel dijo que había “cambiado de idea” sobre el dictador y repudió la República de Saló, el pequeño Estado marioneta de los nazis en el norte de Italia, donde Mussolini pasó sus últimos días luego de que los aliados invadieran ese país. Para Fini, Saló es “una página vergonzosa” en el pasado de Italia.
Para la nieta de Mussolini, que también es la celebridad más popular de la AN, Fini se pasó de la raya al renegar del embarazoso pasado del partido. Ante la prensa, Alessandra anunció que deja el partido por “una incompatibilidad no tanto con mi posición política sino con el nombre que llevo”. Al explicar el momento que eligió para hacer el anuncio dijo que decidió dejar que Fini “terminara su viaje a Israel sin polémicas”. Alessandra, quien en el pasado había intentado sin éxito disputarle a Fini el liderazgo de su partido, declaró también que “discuto su derecho a liquidar, en nombre de todos los italianos, un importante período en la historia de nuestra patria”.
Durante una década, Fini ha estado tironeando a la AN para llevarla hacia el centro. Le cambió el nombre al partido, se ganó el visto bueno de los judíos italianos y jugó un rol activo en las discusiones sobre la nueva constitución de la Unión Europea. Hace poco sorprendió a los políticos italianos de todos los colores cuando propuso algunos derechos de voto para los inmigrantes que viven legalmente en Italia. En su visita a Israel trató de expiar la eterna culpa de su partido sobre la Ley de Razas de 1938, que luego de la caída de Mussolini permitió la deportación de casi 6000 judíos italianos a los campos de concentración nazis. También rindió tributo al Museo del Holocausto y el Muro de los Lamentos y se reunió con el primer ministro israelí Ariel Sharon y otros prominentes políticos de ese país. De todos modos, no logró ganar la simpatía de los que descreen de su nueva imagen: de hecho, un político israelí lo describió como un “cretino fascista”.
Pero antes de que pudiera sacarse el kipá, los murmullos de descontento en su propio partido subieron de tono. Uno de los “coroneles” de la AN y gobernador del Lazio, Francesco Storace, repudió el mensaje de Fini en Israel y lo describió como una “operación de prensa inaceptable y antidemocrática que será rechazada de plano”. Anoche, Roma fue empapelada con carteles anunciando un acto de protesta en el que iba a hablar Storace, que se apresuró a negar sus intenciones de dividir el partido. Otro líder político, Mirko Tremaglia, el ministro de los Italianos en el Extranjero del gobierno de Silvio Berlusconi, que durante la Segunda Guerra Mundial se ofreció como voluntario para pelear junto a Mussolini en la República de Saló, también reaccionó con bronca ante la iniciativa de Fini. “Sólo sé que no voy a juzgar a la historia ni a Mussolini, algo que Fini hace algunas veces.”
Las heridas todavía no han sanado. Esta es la tercera vez que Alessandra Mussolini amenaza con renunciar al partido. Anoche, los dirigentes del partido estaban reunidos con ella para tratar de que cambie de opinión. Desde su ingreso a la política en 1992 como diputada de Nápoles, los ojazos marrones, la melena rubia y la figura pulposa de Mussolini inyectaron una necesaria dosis de glamour en la Italia posfascista. En la campaña de ese año, les dijo a los votantes que “mi abuelo fue un gran hombre, tengo un busto suyo en mi dormitorio. Lo que quiero es llevar su honestidad al Parlamento”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.

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