Sáb 20.02.2016

EL MUNDO  › EL SOCIALISMO NEGOCIA LA FORMACION DE UN GOBIERNO PROGRESISTA EN ESPAÑA

Sánchez aceptó una cumbre de izquierda

La mesa de negociaciones a “cuatro bandas” (PSOE, Podemos, Izquierda Unida y Compromís) fue una propuesta del dirigente de IU Alberto Garzón, que cumple el rol de mediador entre Pedro Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias.

Pablo Iglesias, líder de Podemos, y Alberto Garzón, vocero de Izquierda Unida, negocian en Madrid.

Cuando quedan apenas 11 días para cosechar los apoyos a su elección al frente del Ejecutivo español, el socialista Pedro Sánchez aceptó una cumbre de la izquierda para buscar un acuerdo de investidura. La confirmación de este encuentro –aún sin fecha– entre los líderes de Podemos, Izquierda Unida (IU) y Compromís, es un paso significativo después de que el presidente en funciones, el conservador Mariano Rajoy, añadió presión a Sánchez asegurando el jueves en Bruselas que “lo más probable” es que España vuelva a celebrar elecciones el 26 de junio.

La mesa de negociaciones a “cuatro bandas” fue una propuesta del dirigente de IU, Alberto Garzón, que cumple el rol de mediador entre Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, quien se opone a negociar otra cosa que no sea la conformación de un gobierno de coalición de las formaciones de izquierda con él ocupando el cargo de vicepresidente. De esta forma, se proyecta lo que será el primer encuentro entre Iglesias y Sánchez para negociar cara a cara, lo que podría desbloquear un acuerdo.

El lunes pasado, el dirigente de Podemos presentó un programa de gobierno detallado con propuesta para abordar directamente con el líder socialista, pero éste se mantuvo firme en su decisión de mantener múltiples negociaciones con distintos partidos para lograr apoyos a su elección sobre la pase de un documento elaborado por su formación. Los equipos negociadores del secretario general del PSOE avanzaron y están cerca de cerrar un acuerdo con los liberales de Ciudadanos, Coalición Canarias, IU, Compromís y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), aunque estos apoyos no le garantizan la elección al frente del Ejecutivo. Es por eso que Garzón envió una carta al PSOE, Podemos y los valencianos de Compromís para impulsar la reunión para “explorar todas las vías posibles para conformar un gobierno alternativo”, al conservador Partido Popular (PP) del mandatario en funciones, Mariano Rajoy.

Sánchez le contestó a Garzón a por escrito. “Te confirmo nuestra disposición a participar en la reunión de trabajo con representantes de Podemos, IU y Compromís, de cara a pactar un programa para la investidura, que proyecte en la legislatura la acción de un gobierno progresista y reformista”, respondió. Iglesias también se mostró abierto ante esta posibilidad. “Vamos a trabajar hasta último momento para hacer a Pedro Sánchez presidente de un gobierno progresista”, afirmó, antes de aceptar la propuesta de Garzón.

Sin embargo, las palabras del líder del PSOE confirman que su intención sigue siendo hablar sobre un programa y no de la formación de un gobierno de coalición. El dirigente de la formación socialista, la segunda fuerza más votada con 90 diputados, dejó más o menos en claro que prefiere gobernar en solitario aunque no cierra a un gobierno de coalición. Sánchez no quiere que su futuro quede condicionado por un pacto exclusivo con Podemos, la cuarta fuerza política del parlamento con 69 escaños. Además, la fuerza antiajuste exige como línea roja un referéndum sobre la secesión de Cataluña, algo que el PSOE rechaza de plano. Su intención, como remarcó ya en reiteradas ocasiones, es sumar el apoyo tanto del partido de Iglesias como el del liberal Albert Rivera (40 diputados), aunque las dos nuevas fuerzas políticas insisten en que sus programas son incompatibles.

La diferencia es que Rivera está dispuesto a facilitar la investidura de Sánchez si el PSOE gobierna en minoría mientras Iglesias dice que sólo lo hará si forma parte del gobierno, puesto que considera que los socialistas no pueden pretender gobernar con 90 diputados.

Sánchez aceptó el encargo del rey Felipe VI de formar gobierno el 2 de febrero pasado después de que Rajoy declinó la primera oferta por falta de apoyos para ser reelegido pese a que ganó los comicios celebrados hace dos meses. Su primera fecha límite es el 2 de marzo, ya que ese día será la sesión de investidura en la que tendrá que presentar su programa de gobierno y pedir el apoyo de los otros partidos. Al día siguiente, se producirá la primera votación, que deberá superar por mayoría absoluta. En caso de que esto no ocurra, los diputados españoles volverán a votar dos días después.

En una conversación informal en Bruselas con el primer ministro británico, David Cameron, Rajoy dijo el jueves: “Tenemos sesión de investidura en marzo y creo que no va a salir. Lo más probable es que tengamos nuevas elecciones el 26 de junio”, según registraron los micrófonos abiertos. La vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, señaló ayer que la opción de Rajoy no es que haya elecciones generales, sino formar un gobierno de amplia mayoría parlamentaria, pero esa opción depende exclusivamente del PSOE.

Con sus 123 diputados, al PP no le alcanza ni con un acuerdo con Ciudadanos para gobernar, necesita que los socialistas al menos se abstengan. Desde los comicios del 20 de diciembre, Sánchez insiste en que no participará ni permitirá un nuevo gobierno del PP, que aboga por una gran coalición con el PSOE y Ciudadanos. Una vez que tenga lugar la primera votación de investidura comenzará a correr un plazo de dos meses en el que si no hay acuerdo habrá elecciones, de ahí la fecha lanzada por Rajoy. No obstante, si los españoles vuelven a las urnas no significa que la actual situación de ingobernabilidad se resolverá, ya que los sondeos apuntan a resultados muy similares a los de las pasadas elecciones generales.

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