Mar 16.12.2003

EL MUNDO  › TOLEDO APURO LA SALIDA DE LA JEFA DE GABINETE POR UN “ESCANDALO”

De intrigas partidarias en Perú

El impopular presidente Alejandro Toledo había pedido el viernes la renuncia de su gabinete, pero se supo que iba tras la dimisión de su primera ministra. Fue ayer reemplazada por un ex fujimorista.

› Por Carlos Noriega

Luego de la abrupta caída en desgracia de su ex primera ministra, la tecnócrata independiente Beatriz Merino, quien con 53 por ciento de aprobación era hasta hace unos días la figura más popular de un gobierno cada vez más impopular, el presidente Alejandro Toledo decidió volver la mirada a su partido y designó para reemplazarla al congresista oficialista Carlos Ferrero. La destitución de Merino se produce luego de una serie de denuncias de nepotismo en su contra y de una sucesión de intrigas y agresivas acusaciones entre miembros del propio gobierno y la ex primera ministra, en las cuales se llegó al extremo de cuestionar la vida privada de Merino, de quien se insinuó mantenía una relación homosexual con una vieja amiga a la que le dio trabajo en el gobierno.
Abogado de 62 años, Ferrero ingresó a la política en 1992 apoyando el autogolpe de Alberto Fujimori y luego se convirtió en congresista del fujimorismo hasta 1999, cuando renunció oponiéndose a la re-reelección del ahora prófugo ex presidente y se acercó al entonces candidato Toledo. En las actuales circunstancias difíciles por las que atraviesa su gobierno, Toledo espera que las buenas relaciones que Ferrero ha logrado cultivar con la oposición durante los dos años que ejerció la presidencia del Congreso (2001-2003), especialmente con el Apra, partido socialdemócrata del ex presidente Alan García (1985-90) y principal fuerza de oposición, sirvan para mejorar las relaciones con la oposición y estabilizar su gobierno. Los principales dirigentes apristas han calificado de positiva la designación de Ferrero.
A esto se suma el hecho de que Ferrero es un hombre del partido de gobierno y eso –espera Toledo– debe ayudar a calmar el creciente descontento, con arrebatos de motín, en el oficialista Perú Posible (PP), que a los gritos vienen exigiendo una mayor presencia en el gobierno. Sin embargo, los oficialistas esperaban que con la llegada de Ferrero otros miembros del partido reemplacen a los independientes del gabinete, algo que no ha ocurrido.
Aunque el viernes en la noche, en un inusual comunicado público, Toledo había exigido la renuncia de todo su gabinete, solamente han sido cambiados cinco de los 16 ministros. Esto deja en evidencia que el licenciamiento público que hizo Toledo de su gabinete en pleno tenía como único objetivo deshacerse de su primera ministra, a quien el despido la encontró mientras estaba de viaje en Estados Unidos. De los otros cuatro cambios ministeriales, el más relevante es la designación como ministro de Defensa del general Roberto Chiabra, hasta ayer comandante general del ejército. Su designación marca el retorno de los militares a un ministerio que desde la caída de Fujimori y el retorno de la democracia en el 2000 había estado en manos de civiles.
Con su alta popularidad bajo el brazo, hasta su caída, Beatriz Merino venía negociando con Toledo un cambio de gabinete para incluir a personas cercanas a ella y a su pensamiento neoliberal. Merino quería disminuir al mínimo la presencia de miembros del PP en el Consejo de Ministros, algo que la enemistó con el oficialismo. Mientras esas negociaciones transcurrían en un clima tenso, un programa periodístico denunció que cuando Merino había sido jefa de la Superintendencia de Administración Tributaria (Sunat), había contratado para una asesoría a una amiga de la infancia y que también le había dado trabajo en ese organismo a varios parientes de la afortunada amiga. Ambas vivían juntas desde 1992 en una casa que habían comprado también juntas. Ahí comenzaron las denuncias de nepotismo y los rumores de una supuesta homosexualidad de Merino. Esta aseguró que el cardenal Luis Cipriani, prominente miembro del Opus Dei, le había revelado que el ex secretario general de PP, Luis Solari, hombre ligado a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, había acudido escandalizado donde él para cuestionar su vida privada y sexual. Dicho eso, Merino se fue, en plena crisis, a dictar algunas charlas académicas a Estados Unidos. La prensa comenzó a especular sobre cuál de los dos mentía, hasta que el viernes último la Iglesia emitió un comunicado desmintiendo la versión dada por Merino, que quedó sin piso.
Toda esta historia de denuncias de corrupción e intrigas partidarias que ha culminado con la destitución de Merino y el cambio de gabinete ha afectado seriamente la ya deteriorada imagen del gobierno. Una encuesta de Apoyo hecha pública ayer le otorga a Toledo una aceptación de apenas un 11 por ciento.

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