Miércoles, 16 de marzo de 2016 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Emir Sader
Después de reflexionar mucho, de sufrir muchas presiones –incluso de carta abierta de Leonardo Boff– para que aceptara la invitación de Dilma Rousseff para integrarse a su gobierno, en el ministerio que le pareciera, Lula finalmente aceptó y va a ser parte del gabinete. La derecha no esperó ni un segundo para acusarlo de querer rehuir de las acusaciones que se le hacen, porque pasa a tener el derecho de contestar sólo al Supremo Tribunal Federal (STF).
Frente a esta acusación, Lula tiene una respuesta: va a contestar al STF, eludiendo la acción de promotores regionales, cuyas acciones arbitrarias en contra suya han configurado claramente que se trata de persecución política. estas situaciones quedaron muy claras con la forma como fue conducido a prestar declaración el 4 de marzo en el aeropuerto de Congonhas, en San Pablo, así como la intempestiva solicitud de prisión por parte de otro promotor, que fue rechazada por una jueza.
Sin embargo, la razón fundamental para que Lula acepte la invitación es para fortalecer al gobierno de Dilma Rousseff, en momento en que se encuentra particularmente debilitado. Por una parte, por la crisis económica, que se alarga y se profundiza, demostrando que las medidas tomadas por el gobierno no tienen efecto, generando mas recesión y desempleo, con lo cual el gobierno no logra recuperar el apoyo popular que ha perdido.
Por otra parte, la incapacidad del gobierno para desarrollar articulaciones políticas, lo ha llevado a un nivel de aislamiento en el Congreso, que hace posible que la alianza entre el PMDB y el PSDB pueda obtener mayoría suficiente para votar el impeachment de la Presidenta, aun sin acusaciones que le den fundamento. De esa manera tratarían de imponer alguna versión de parlamentarismo, siempre con el objetivo de quitarle poder a Dilma Rousseff.
Cualquiera que se el cargo que asuma –jefe de la Casa Civil o secretario de Gobierno–, Lula se encargará de recomponer las articulaciones políticas del gobierno, empezando por reacercar sectores del PMDB del gobierno, alejándolos del PSDB y de los proyectos golpistas. Asimismo, Lula se valdrá de sus contactos para recomponer las relaciones del gobierno con sectores del empresariado, hoy muy alejados del gobierno, en la perspectiva de regresar a la senda del crecimiento económico. Así Lula contribuirá también para adecuar la política económica de acuerdo a principios que siempre ha defendido frente a Dilma.
Lula podrá también hacer las intermediaciones con el PT, la izquierda en su conjunto y los movimientos sociales. Además de que será una voz del gobierno siempre presente en los medios de comunicación y en las discursos públicos.
Como una consecuencia de este cambio, Lula responderá por acusaciones que le hagan frente al Supremo Tribuna Federal, quedando libre de promotores regionales. Lo cual debilita las investigaciones del llamado Lava Jato, así como debilita también las iniciativas de impeachment.
Lula se juega por entero en apoyo al gobierno de Lula, atando su destino al del gobierno. La oposición teme que, de vuelta al Palacio del Planalto, Lula no vuelva a salir de allí. Porque será candidato a presidente seguramente en 2018.
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