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El tratamiento de la captura de Saddam
La noticia de la captura del ex líder iraquí Saddam Hussein fue el material principal de comentarios y editoriales de la prensa mundial durante toda la semana, luego de ocho meses en los que su paradero fue un misterio. La imagen de un Saddam hallado en su ciudad natal, Tikrit, solitario y con una tupida barba, un “efecto CNN”, llamó a la opinión pública. Ahora el interrogante pasa por el juzgamiento del depuesto dictador de Irak, cuando Washington no evitó la mención de la “pena de muerte”, aunque Bush señalara que “serán los iraquíes los encargados de decidirlo”.
La Vanguardia
Tras las lógicas sensaciones de alivio y euforia que han presidido las horas posteriores a la detención de Saddam Hussein, dos asuntos preocupan fundamentalmente a la comunidad internacional: qué tipo de juicio deberá recibir el dictador iraquí y, mucho más importante, cómo repercutirá su neutralización en la mortífera resistencia emprendida por muchos de sus compatriotas en los siete meses largos transcurridos desde el final oficial de las hostilidades. Evidentemente, un juicio con todas las garantías formales –¿es posible instruir un proceso de esta naturaleza en el Irak actual?– puede ilustrar los espantosos crímenes de los que ha sido responsable Saddam a lo largo de su trayectoria, pero también su carácter de aliado instrumental de diversos países occidentales, básicamente como contrapeso al régimen iraní de los ayatolás.
(Editorial)
Libération
Es un mal golpe para el mundo. Para empezar, por una razón de principio. Los estadounidenses invadieron Irak sin ninguna legalidad internacional, bajo el único pretexto de apoderarse de armas de destrucción masiva inexistentes. Esta invasión condujo a destrucciones masivas, a decenas de miles de muertos, a una descomposición de las estructuras del Estado iraquí al mismo tiempo que a una ocupación. Esta invasión y esta ocupación son crímenes agravados por sus consecuencias. Hacen de Estados Unidos un Estado criminal. Y sobre el plan de principios –suponiendo que Saddam Hussein sea un criminal internacional, lo que no es del todo evidente–, ¿cómo se puede aceptar que el ejército de un Estado criminal lo capture?
(Clement Dousset)
El País
La captura de Saddam Hussein es la noticia más importante en Irak desde la caída de Bagdad el 9 de abril. Marca un nuevo comienzo para el pueblo iraquí y también para la administración Bush. Es poco probable que esta detención suponga una mejora drástica de la inseguridad en un futuro inmediato. El asesinato de 17 agentes de la nueva policía iraquí es un trágico recordatorio. La prioridad de la Autoridad Civil Provisional dirigida por Paul Bremer es interrogar al prisionero para obtener información sobre la insurrección: identificar a sus líderes, infraestructuras, fuentes de financiación. No se sabe si Saddam era sólo una fuente de inspiración para los insurrectos o los dirigía activamente.
(Marco Vicenzino)
Haaretz
Se lo merece. Moralmente, hay muchas justificaciones para humillar a Saddam Hussein en frente de todo el mundo. Es un asesino serial, un psicópata. Pero el tratamiento que hicieron los medios norteamericanos sobre su captura es una pesadilla orwelliana. El motivo principal por el que Estados Unidos invadió Irak fue la acusación de que Saddam estaba fabricando armas de destrucción masiva, las cuales se negó a mostrar a los inspectores internacionales y a desmantelar. Estados Unidos aseguró que si Saddam mostraba y destruía esas armas, Irak no iba a ser atacado. Contra estas afirmaciones, Estados Unidos invadió Irak y continúa ocupándolo. De todas formas, todavía hay que encontrar las armas de destrucción masiva.Y hay serias dudas sobre si éstas alguna vez existieron realmente. Quizás algunas sean encontradas. Hasta que ésto ocurra, cualquier consumidor de medios de comunicación medianamente razonable debería dudar de los motivos de Estados Unidos para invadir Irak.
(Rogel Alpher)
The Palestine Chronicle
Si la captura del ex presidente iraquí por las fuerzas estadounidenses es una contribución al atolladero iraquí, más aún lo es una inflexión en la serie de paradojas. Saddam sigue siendo símbolo de un dictador cruel, que aplastó brutalmente cualquier insinuación o sugerencia de disidencia. Los sobrevivientes y los descendientes de sus víctimas ahora bailan en las calles de Irak, celebran el fin de una era, pero no festejan el amanecer de una nueva. Los iraquíes deben encontrarse atrapados en su propia red decontradicciones: querían el fin del reino del depuesto régimen iraquí y ahora están obligados a iniciar una nueva lucha, más ardua y dura.
(Ramzy Baroud)
Asia Times
Ahora Washington está enroscado con dos temas: el juicio de Saddam –o dónde debería ser juzgado– y lo impotente que fue Estados Unidos antes de capturarlo y el honor que ahora ha recobrado. Pero para la comunidad internacional, el tema del día es si Estados Unidos adoptará políticas inclusivas o si seguirá comportándose como el vaquero solitario. Bush dijo que los iraquíes juzgarán a Saddam en una corte de ese país. Por el contrario, algunos expertos legales norteamericanos prefieren un tribunal internacional por razones de transparencia. Juzgar a Saddam en cualquier corte iraquí significa que lo condenarán a muerte. Nadie duda de eso.
(Ehsan Ahrari)
The New York Times
Al capturar a Saddam Hussein, Estados Unidos logró su objetivo militar más importante desde la caída de Bagdad. George W. Bush declaró acertadamente que su arresto marca un hito en el camino a la reconstrucción de Irak. La imagen de Saddam, sucio y barbudo, con actitud humilde ante los líderes iraquíes, algunos de los cuales sobrevivieron a sus cámaras de tortura, fue un bálsamo de alivio. Un hecho indiscutible en la sangrienta saga de Irak es que este hombre está ranqueado como uno de los dictadores más perversos del mundo. Sus crímenes son monstruosos. Cientos de miles de iraquíes fueron asesinados o torturados por orden suya y algunos pueden haber sido tratados brutalmente por sus propias manos.
(Editorial)
Boston Globe
Como diría el precandidato demócrata a la presidencia, Joe Lieberman, “Aleluya”. Capturaron a Saddam. Nunca podrá volver a Irak con violencia, sino como una patética criatura que deberá responder por crímenes contra su propio pueblo. Bush dice que los iraquíes tendrán que decidir su destino. Aleluya, pero tengamos en cuenta que Bush llevó a su país a la guerra no porque Saddam torturó y mató a miles de iraquíes. Bush nos llevó a la guerra porque, como nos dijo una y otra vez, Saddam era una amenaza para Estados Unidos. La distinción es mucho más que una cuestión semántica: se les está diciendo a los norteamericanos toda la verdad sobre una nueva política exterior en la era pos 11/9.
(Joan Vennochi)
The Washington Post
El juicio de Saddam Hussein podría impulsar enormemente la reconstrucción de Irak. También ventilaría con meticulosos detalles sus atrocidades, brindaría a millones de sus víctimas y a sus parientes una forma de justicia y permitiría que las nuevas autoridades de Irak demuestren su compromiso con los derechos humanos y el imperio de la ley. También podría ser un desastre desestabilizador. Si, como sugirió ayer un miembro del Consejo de Gobierno Iraquí, se apura el juicio o si Saddam Hussein, como Slobodan Milosevic, logra usar su tribunal como una plataforma para sus seguidores irreductibles, Estados Unidos y sus aliados británicos, australianos y españoles, entre otros, se encontrarían en una peor situación que cuando el dictador estaba en el pozo.
(Editorial)