EL MUNDO › HERIDAS AUTOINFLIGIDAS, DERROTA ELECTORAL Y FALTA DE DELEGADOS
› Por Rupert Cornwell *
No dé por perdido a Donald Trump. Su distante segundo lugar atrás de Ted Cruz, en la primaria republicana de Wisconsin puede haber sido su mayor retroceso desde el caucus de Iowa hace dos meses, y la nominación que parecía suya después de su triunfo en estados clave como Florida, Illinois y Carolina del Norte el 15 de marzo ya no parece seguro.
Las probabilidades ahora son que no va a obtener la mayoría absoluta de 1237 delegados para una victoria en la primera votación en la convención de julio en Cleveland. Actualmente tiene 743, según el sitio de noticias Político. Para llegar, necesita el 67 por ciento de los 882 delegados de los estados que aún no han votado, un gran desafío.
Pero, desestime un colapso total, la carrera seguirá hasta el último momento, a las primarias de junio 7 en California, y sus 172 delegados, el mayor premio individual de la temporada principal. Pase lo que pase allí, va a surgir que el mayor número de delegados van a Cleveland.
Tenga en cuenta también que Wisconsin tuvo lugar después de la peor semana de la campaña de Trump hasta ahora, un catálogo de heridas autoinfligidas, desde el aborto hasta la política de seguridad nacional, y su negativa a despedir a su importante asistente de campaña acusado de violencia por maltratar y causar hematomas una reportera.
Por otra parte, alineados en su contra estaban el establishment republicano de Wisconsin, encabezado por su poderoso gobernador Scott Walker, que había apoyado a Cruz; la cohorte de influyentes conductores de radio y una campaña de publicidad feroz llevada a cabo por los grupos anti-Trump, para no hablar de un estado que se precia por su decencia, el sentido común y un total sentido de restricción anti-Trump.
Sin embargo, él todavía tiene el 35 por ciento en un campo ahora reducido de 17 a tres. En otras palabras, un tercio de los votantes de las primarias republicanas se quedan con él sin importar lo que las encuestas dicen acerca de su profunda impopularidad con franjas de republicanos tradicionales, y la probabilidad de que fuera derrotado por Hillary Clinton o Bernie Sanders en noviembre, costándole a los republicanos el control del Senado e incluso de la Cámara de Representantes. Pero a Trump seguramente le irá mejor en su estado natal de Nueva York dentro de dos semanas, y en las primarias del Atlántico central de Pennsylvania, Connecticut, Delaware y Maryland que el 26 de abril.
Y una cosa es segura. El va a luchar. Eso quedó en claro en su declaración después de Wisconsin, y una típica diatriba amenazante e intimidatoria contra el “Lyin ‘Ted Cruz’” de ser “peor que un títere, un caballo de Troya”, que estaba siendo utilizado por los jefes del partido para intentar privarlo de su merecido premio.
En otras palabras, no es el fin de Donald Trump ni –para citar a Churchill acerca de la importancia de la victoria aliada de 1942 en El Alamein– es el comienzo del fin. Pero puede muy bien ser el final del principio. Aun así, un Stalingrado Trumpiano aún está por venir.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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