El papa Francisco y el patriarca ecunémico de Constantinopla, Bartolomé, viajan hoy a la isla griega de Lesbos en plena crisis de los refugiados. Es una visita cargada de simbolismo en un momento de críticas feroces contra el hacinamiento que se ha producido por las deportaciones de inmigrantes a Turquía debido al acuerdo entre el gobierno de Ankara y la UE.

Las esperanzas de los griegos, así como de las ONG activas en la ayuda a los refugiados, están puestas en que el papa sea fiel a la línea crítica que ha venido manteniendo hasta ahora. Para Gaulia van Gulik, subdirector de Amnistía Internacional para Europa “Francisco destacará el papel crucial que tiene la solidaridad local el internacional. También debe hablar sobre las violaciones, el miedo y la incertidumbre que sufren miles de refugiados y migrantes atrapados en el limbo en Lesbos y en otros lugares de Grecia.

Una señal de que el papa no sólo se limitará a pronunciar un discurso, es la decisión de visitar junto a Bartolomé y al arzobispo de Atenas Jerónimo, el centro de detención de Moria y no el campamento abierto de Kara Tepe. Allí, se encuentran hacinadas unas tres mil personas. En Moria saludarán personalmente a unas 250 personas y luego comerán con algunos refugiados. Además, firmarán una declaración conjunta en la que se espera envíen un fuerte mensaje a los líderes internacionales.

El papa Francisco ha clamado y se ha pronunciado en numerosas ocasiones contra la indiferencia y el silencio de una crisis, que según sus palabras “no fue vista nunca desde la Segunda Guerra Mundial”.